La hegemonía mundial de las potencias. Una aproximación
teórica.
Luis Sandoval Ramírez
Instituto de Investigaciones Económicas-UNAM
La hegemonía mundial de las
potencias ha seguido un patrón cíclico, por lo menos desde que las Provincias
Unidas (Holanda) ejercieran ese papel en el siglo XVII-XVIII. El orden
establecido por los hegemones ha incluído principalmente un nuevo modelo de
desarrollo económico y una estructura económica nacional e internacional, los
que también han seguido un ciclo largo secular.
La palabra hegemonía procede del
griego (hegemón: jefe, líder o gobernante), de ahí pasó al latín y a los
idiomas contemporáneos, en su acepción original significaba “dirección suprema”
de un estado en relación a otros. La hegemonía se manifestaba en la dirección
de empresas militares conjuntas, por ejemplo en el s. V, se da la guerra por la
hegemonía griega entre las ligas de ciudades lidereadas por Atenas y Esparta.
Para algunos teóricos es “una subespecie
del concepto más general de dirección”[1], pero en el sentido que A. Gramsci
le aplicó, la hegemonía es principalmente un liderazgo por consentimiento,
aunque incluye también la noción de dominación, coerción.
En el presente trabajo se considera
que de cualquier manera hay una cierta ambigüedad en el uso del concepto de
hegemonía, pues en la mayor parte de los trabajos sobre el tema, ésta implica
sobre todo liderazgo de las clases gobernantes y consenso, consentimiento de
las clases subordinadas hacia éste, mientras que en otros ensayos se incluye de
manera importante el factor coerción[2].
La hegemonía mundial de una
potencia en el sentido de “dirección suprema”, en el plano económico, político,
militar e ideológico, en este ensayo se refiere sobre todo a las relaciones del
hegemón (de sus clases dirigentes, sus empresas e instituciones) con el resto
de los países desarrollados (también sobre las clases subordinadas de su propio
país), aunque en ellas también existe coerción ejercida por aquél. En sus
relaciones con los países dependientes, aunque el aspecto principal es el de la
hegemonía, la dosis de dominio, coerción (económica y política) y violencia
militar se incrementa, asemejándose en algunos casos y períodos a las relaciones
imperiales clásicas entre la metrópoli y las colonias. Los rasgos fundamentales
de esta relación se han sucedido de manera reiterada y cada grupo de
reiteraciones se ha producido en un plano superior en forma de ciclos largos de
hegemonía mundial.
El sistema-mundo construído sobre
esta base permite que se produzcan intercambios entre los distintos componentes
del sistema: bienes, servicios y dos flujos de capitales con direcciones
opuestas: por una parte la inversión de capitales desde el centro y
principalmente sobre esta base la succión del plusvalor (el otro flujo de
capital) desde los países de la periferia (los más pobres y atrasados) y la
semiperiferia (los que combinan rasgos de atraso y desarrollo) hacia el centro
y sobre todo hacia el país hegemónico. Este flujo de plusvalor se produce a
través del comercio desigual[3]; de las
ganancias derivadas de las inversiones extranjeras directas, de los préstamos
extranjeros y de las inversiones de cartera[4]; así como
mediante la fuga de capitales y la migración de cerebros y de trabajadores.
Dichos intercambios han permitido un desarrollo con diversas fluctuaciones del
capitalismo, llevándolo a estados
cada vez más elevados.
La literatura sobre el tema de la
hegemonía es sumamente vasta y los puntos de vista, encontrados, ver entre
otros: Klingberg, Frank L. (1970); Organsky A.F.K. (1968); Modelski, George,
(1984,1992,1996);
Doran y Parsons, (1980);
Keohane, Robert O., (1984); Raimo Väyrynen (1992); Maira, Luis (1986); J.S. Goldstein y David
P. Rapkin, (1991);
T.K. Hopkins, (1990);
Ana Esther Ceceña y Andrés Barreda, (1995), etc.
De acuerdo a Thompson (1983),
Boswell y Sweat (1991), la literatura sobre hegemonía puede dividirse en dos
escuelas: la realista y la sistémica, bifurcándose a su vez cada una de ellas:
la sistémica tiene a la teoría de la economía-mundo (Wallerstein 1974, 1984(b),
Frank 1978) y la teoría de los ciclos largos (Modelski, 1987, Modelski y
Thompson, 1988); la realista tiene como variantes la teoría de la estabilidad
hegemónica (Gilpin, 1981) y la teoría de la transición del poder (Organski,
1968, Organski y Kugler, 1980). La unidad de análisis en ambas escuelas varia considerablemente,
pues en la sistémica es el conjunto de la economía mundial, mientras que en la
realista es el estado-nación. Pero en dos artículos posteriores (1995a y
1995b), Boswell, indica una aproximación reciente en los estudios de las ramas
sistémicas, además de que sus propios ensayos son un intento de síntesis de
ambas.
Dos de los
mas relevantes autores sobre el tema de la hegemonía mundial han sido Fernand Braudel e Immanuel Wallerstein, así
como los investigadores alrededor de este último[5]. En este texto abordaremos críticamente de manera principal los
señalamientos de este autor, y luego proponemos algunos elementos propios sobre
el tema. Wallerstein (1988), señala los tres casos de hegemonía en la
sociedad-mundo contemporánea: la de las Provincias Unidas (Países
Bajos-Holanda), a mediados del siglo XVII, la de la Gran Bretaña a mediados del
siglo XIX y la de los Estados Unidos a mediados del siglo XX, aunque en otra
parte de su vasta obra menciona uno primero, inicial, en el que la potencia
hegemónica fue el Imperio de los Habsburgo (1450-1559-75).
Modelski y
Thompson (1992), ven de manera diferente los ciclos largos de hegemonía: desde
1430 hasta el presente, han sido 5 y nos encontramos en medio de un sexto. Las
potencias hegemónicas fueron: Portugal (1430-1540), Holanda (1540-1640), Gran
Bretaña I (1640-1740), Gran Bretaña II (1740-1850), EUA I (1850-1973), EUA II
(1973-2080). Puesto que las pruebas para aducir la hegemonía mundial de Portugal,
así como las que indicarían un predominio británico ya desde 1640, antes de las
grandes batallas por la supremacía mundial de 1756-63 y las guerras
napoleónicas, pero también las que señalarían una supremacía norteamericana
desde 1850, en plena Pax Británnica, necesitan
un examen extenso, no pasamos a analizar detalladamente aquí las posiciones de
estos autores, cuyas teorías del ciclo largo y de los sectores líder también
merecen una particular atención.
Otros ensayistas[6], introducen un período de hegemonía francesa de 1647 a 1715,
precisamente cuando los holandeses estaban en el apogeo de su dominación
comercial y financiera. Pero es necesario señalar que en su conjunto, desde el
siglo XVI se va perfilando una hegemonía mundial de carácter europeo-occidental,
ejercida a través de algunas de las potencias de esta región a lo largo de los
siglos, hasta que en el XX, debido a las rivalidades y debilitamiento de las
potencias europeas, ésta pasa a manos de los Estados Unidos.
A principios del nuevo milenio, con
la formación de la Unión Europea se perfila un posible heredero hegemónico de
la potencia norteamericana, que hasta ahora ha permanecido como su aliado. La
potencia que para muchos analistas se vislumbra como el futuro rival hegemónico
es la República Popular China[7], aunque el
cúmulo de contradicciones que ha ido acumulando ahí es mayúsculo y no pasará
mucho tiempo sin que éste explote, existiendo el peligro de grandes
desgajamientos del cuerpo central de la nación china. Por otra parte la
inexistencia de un conjunto importante de empresas transnacionales propias de
ese país acentúa la interrogación sobre su posible preponderancia en el mundo.
Las tendencias hacia la hegemonía mundial se han derivado de la existencia de
un conjunto de empresas privadas que han empujado a sus estados a luchar por
ésta, pero en el caso chino aquéllas son extremadamente débiles. Pero el futuro
de la pugna hegemónica se irá decidiendo en los próximos 15-20 años, durante
los primeros años de la nueva onda larga expansiva del Kondrátiev, cuando quede
claro en qué país o países se están desarrollando prioritariamente las
innovaciones revolucionarias en el area de la energía y las empresas y éstas
comiencen a propagarse en el conjunto de esas economías, culminando la tercera
revolución tecnológica.
Según Wallerstein (1989), para
acceder a los respectivos ciclos de hegemonía mundial se desataron fuertes y
prolongados conflictos bélicos mundiales (guerra mundial), los que duraron
treinta años en promedio y terminaron con la derrota militar de los rivales
(los Habsburgo, Francia, Alemania), en un conflicto que involucró a todas las
potencias militares contemporáneas: ellos fueron, la guerra de los Treinta Años
de 1618-48, las guerras napoleónicas (1792-1815) y las dos guerras mundiales
del siglo XX (1914-45), que deberían ser concebidos como una única y larga
“guerra mundial”. Antes de este
evento, el país que despues se convirtió en hegemónico, había sido
primordialmente el mayor poder marítimo, pero por la fuerza de las circunstancias
se había convertido en potencia terrestre para hacer frente al reto planteado
por el rival, que era una formidable potencia terrestre.
Sin
embargo, no está de más recalcar que los participantes en este proceso fueron
tres: el país hegemónico, el rival (potencia terrestre) y el heredero de la
hegemonía (potencia marítima). Este último en el caso de la alianza militar
entre los Estados Unidos y la Gran Bretaña en el par de conflictos bélicos
mundiales del siglo pasado fue aliado y no rival militar del primero. En el
ejemplo opuesto de Inglaterra-Holanda en el ciclo previo, este ultimo país, el
hegemón de su tiempo, había sido subyugado militarmente por los franceses (los
rivales hegemónicos) en el ocaso de su preponderancia y por ello fue su aliado
durante las guerras napoleónicas, aunque parte importante de la superioridad
militar inglesa se debió a la prolongada alianza anglo-holandesa anterior a
esas guerras.
Para el autor que venimos
considerando, la hegemonía implica
tanta eficiencia y competitividad en la producción de los productos del estado
del centro que éste es el principal beneficiario del mercado mundial. Este
estado fomenta la reducción extrema o incluso impide la formación de barreras
políticas que se contraponen al libre comercio e inversión, así como el impulso
de ideologías intelectuales y culturales favorables a sus principios. Para él, la hegemonía es pasajera y la
decadencia de ésta comienza cuando se alcanza su cenit “ya que un Estado deja de ser hegemónico no sólo porque pierde fuerza
(al menos hasta que no ha transcurrido un largo periodo de tiempo), sino porque
otros la adquieren...”[8]. La
superioridad productiva agroindustrial conduce a la superioridad comercial, con
las esferas “invisibles” adjuntas a ésta: el transporte, las comunicaciones y
los seguros y posteriormente a la superioridad financiera (banca e inversión). Una vez que se han superpuesto las
diferentes hegemonías en el tiempo, se van perdiendo éstas, siguiendo el mismo
orden (en buena parte sucesivo), de la productiva a la comercial y finalmente
la financiera. El efímero apogeo en el que una potencia central puede “manifestar simultáneamente su superioridad
productiva, comercial y financiera sobre todas las otras potencias del
centro... es lo que llamamos hegemonía”[9].
Pero la hegemonía no es de ninguna
manera un efímero apogeo, sino un ciclo largo de aproximadamente 100-150 años,
según se ha visto desde que Inglaterra asumió ese papel al inicio de la
revolución industrial. Aquí parece haber una importante ambigüedad en la
definición de Wallerstein. Al parecer él utiliza el concepto de hegemonía en un
doble sentido: amplio y estrecho (la “verdadera hegemonía”). Creo que
igualmente habría que afinar su afirmación, por otra parte limitada en el
tiempo, de que la hegemonía presupone una mayor eficiencia productiva que hace
que los productos del país hegemónico sean competitivos incluso en los
restantes países del centro, puesto que eso implicaría que los EUA no serían
desde hace ya algunas décadas el país hegemónico mundial, porque su balanza
comercial ha sido durante muchos años
deficitaria (y por lo tanto su eficiencia productiva relativa ha sido
negativa).
Por otra parte lo que impulsa la
máxima competitividad de los productos del país hegemónico son principalmente
las innovaciones revolucionarias, que ponen en un plano superior de
productividad, calidad, materiales empleados, venta y por lo tanto, precio a
esos productos, abriendo también el abanico de los mismos y que se han
desarrollado prioritariamente en el país hegemónico.
En cuanto a las causas de la
declinación de las potencias hegemónicas, él señala la aparición, en la
posguerra hegemónica, de un “liberalismo global” que tiene como objetivo el
“libre flujo de los factores productivos en toda la economía-mundo”. Pero este
“liberalismo global” permite la “difusión de la pericia tecnológica” a los
competidores y en una etapa expansiva, impulsa “el aumento rampante de ingresos
reales tanto de las capas de trabajadores como de los cuadros incorporados al
bloque hegemónico”. En un largo período estas dos tendencias minan las ventajas
competitivas de las empresas del país hegemónico y propician el ascenso de
competidores, uno de los cuales asume posteriormente la triple ventaja
competitiva que encierra la hegemonía[10].
En cuanto al “liberalismo global”,
habría que señalar que durante las primeras décadas de la preponderancia plena
norteamericana, debido a la confluencia de dos factores: la presencia de
empresas transnacionales de la industria manufacturera en los países pobres y
la existencia de una tendencia interna hacia la “substitución de
importaciones”, surgida en el período de
entreguerras, principalmente en los más desarrollados países de América Latina,
Asia y Africa, las empresas y el gobierno estadunidenses, consideraron factible
“cerrar” esos países a la competencia externa, con el fin de obtener altas
tasas de beneficio para éstas. El proteccionismo que así se estableció, comenzó
a resquebrajarse en la década de los 70[11].
En una primera síntesis,
concordando o no con el autor de referencia, algunos aspectos centrales sobre
el tema que es necesario subrayar son los siguientes (abordaré otros aspectos
posteriormente):
Primero, el sistema-mundo
capitalista surgió estrechamente ligado a la expansión europea en el resto del
orbe[12] (a partir de los ultimos decenios del siglo XV) y condujo
inevitablemente a la hegemonía mundial, la cual ha adoptado estructuras
socioeconómicas y políticas que han ido evolucionando cíclicamente,
expandiéndose y adquiriendo analogías y diferencias marcadas a través del
tiempo, en un ascenso cualitativo en cada escalón sucesivo. En algun momento
futuro las estructuras de hegemonía del sistema-mundo y el propio capitalismo
tenderán a transformarse de tal manera que desaparezcan.
El rasgo básico inicial del sistema
arriba señalado fue la dominación violenta del centro europeo-occidental sobre
la periferia (conquista, exterminio de las poblaciones nativas, saqueo y
colonización, dominación sobre los restos de las civilizaciones conquistadas) y
la creación de imperios mundiales (principalmente el español, el portugués, el
holandés y el inglés), evolucionando a la de hegemonia mundial sobre todo a
partir de la primacía mundial holandesa. La mera existencia de los imperios
coloniales holandés e inglés (el inglés fue el más vasto conocido en la
historia), indica la presencia de una gran dosis de violencia y coerción en su
liderazgo mundial. Los Estados Unidos, a la vez que perfeccionaron estas
estructuras y evitaron el imperio formal, se anexaron durante su ascenso
hegemónico territorios como Hawaii, Puerto Rico y Guam, incluyendo en una
situación semicolonial a los países del Caribe, Filipinas y Centroamérica, para
posteriormente incluir en una situación de subordinación a la mayor parte de
los países pobres.
Segundo, los ejes centrales de la
dominación hegemónica sobre el mundo se inscriben en los campos de la economía,
la política, la guerra y la ideología. El estado que ha devenido hegemónico ha
desarrollado en ellos un esfuerzo secular continuo de mejoramiento e innovación
antes de lograr la hegemonía. En cada uno de estos aspectos el estado
hegemónico ha logrado desarrollar innovaciones revolucionarias cuyo impulso de
aproximadamente cien años (ciclos largos centenarios) se ha traducido en una
mayor productividad y eficiencia y en un conjunto de instituciones resultantes
que han producido una expansión de la economía y de la sociedad mundiales,
desarrollando también las estructuras del sistema capitalista en el orbe. Pero
el impacto global de estas innovaciones ha sido escalonado, se ha dejado sentir
primero (durante un ciclo Kondratiev) principalmente en la sociedad de la
potencia hegemónica, en un periodo posterior (en el siguiente ciclo Kondratiev)
en los restantes países centrales y finalmente en los países pobres. El
potencial de arrastre de esas innovaciones se ha dado principalmente en la fase
A del ciclo largo Kondratiev, ha provocado la expansión del comercio y la
economía mundiales, seguida por la tendencia a su declinación durante la fase B
del ciclo largo indicado, durante la cual se produce una tendencia a la
racionalización de dichas innovaciones y a la preponderancia del capital
financiero-especulativo.
La relativa obsolescencia[13] de las innovaciones revolucionarias apuntadas (al final del ciclo largo
centenario), la sobreextensión de la hegemonía[14], la asimilación de aquéllas por los competidores y la mayor
preponderancia general en ese país de la economía financiero-especulativa,
entre otros aspectos, han provocado la decadencia del hegemón. En el caso
futuro de que existiese en el seno de la actual potencia dominante, los Estados
Unidos (con su extensión al conjunto de América del Norte), un nuevo conjunto
de innovaciones revolucionarias, lo más probable es de que se renueve dicha
hegemonía-dominación, aunque por ahora lo predominante en ese país son los
signos de su decadencia.
Por otra parte, la aparición de
múltiples indicadores del renacimiento de la actividad de los trabajadores en
el mundo indican que en este proceso sectores de las clases subordinadas
también tendrán la palabra y ejercerán su influencia sobre éste, sobre todo
para la realización de reformas estructurales al sistema, que la propia
oligarquía dominante teme realizar, así como para la defensa de sus conquistas
históricas y su derecho al empleo y una vida digna[15].
Tercero, que se trata en el
presente de un sistema mundial de dirección-dominación de un conjunto
heterogéneo de países, en el que han confluído por lo menos los siguientes
tipos de éstos: a) el país hegemónico, b) los restantes países del centro,
dentro de los cuales podemos distinguir a los países aliados, el país o
conjunto de países hegemónicos rivales,
c) los países de la semiperiferia, muchos de los cuales ya durante la supremacía
británica adquirieron su independencia política y conformaron el imperio informal de la Gran Bretaña: los
países mas desarrollados de América Latina[16] y ahora algunos asiáticos y d) aquéllos de la periferia que integraron
los imperios coloniales en el siglo XIX o ahora el conjunto de los paises mas
pobres.
Dentro de las dos categorías
últimas podemos ubicar a los países pobres “enemigos” del país hegemónico
actual, los “rogue states”[17], países
rebeldes y constantemente excluídos del sistema internacional. Esta categoría
ha existido durante el periodo de 200 años que examinamos, constatando la
existencia de una tendencia centrífuga-contractiva del sistema, que ha ocurrido
a la par de la de expansión del mismo[18].
Algunos de estos países pudieron
formar un sistema relativamente diferente al capitalista: cuando se formó el
“bloque soviético”, de socialismo estatal, que por su fuerza e importancia fue
aceptado en la comunidad internacional. Este sistema tuvo su periodo de auge y
en su declinación-desaparición desarrolló crecientes tendencias a la
integración con el sistema mundial capitalista, que a la postre ayudaron
fuertemente a propiciar su regreso-transformación al capitalismo. Un remanente
de ese sistema es el socialismo estatal de China, Vietnam, Norcorea y Cuba. Los
actuales “estados canallas” incluyen a Irak, Afganistán, Libia, Norcorea, Cuba,
Irán, etc. Excepciones históricas a la absorción en un sistema mundial de
hegemonía han sido en algunas etapas: el Japón, que se cerró a las relaciones
con las potencias occidentales hasta 1853-54, cuando las cañoneras
norteamericanas del Comodoro Perry lo obligaron a abrirse al comercio
occidental, el Paraguay del Dr. Francia, etc.
Cuarto.- Para lograr la hegemonía
mundial el hegemón debe también subordinar a su favor la esfera
político-estatal de los países del tercer y cuarto grupos anteriormente
indicados y asegurarse la lealtad no exenta de contradicciones de las elites
políticas de los países desarrollados.
En quinto lugar, la instancia (es
una de las ultimas en desaparecer) que ha preservado históricamente la
hegemonía mundial de un determinado país es el sistema militar que éste
desarrolla en la sociedad mundial, a través de alianzas, bases militares,
entrenamiento de cuadros, suministro y perfeccionamiento constante de sus
armas, etc.
En sexto lugar, existe también una
esfera no mencionada por Wallerstein, la monetaria, que es importante para la
consecución de la hegemonía. El predominio del dólar en las transacciones
internacionales es incontrastable hasta el dia de hoy.
Sintetizando, señalaremos que,
según nuestro punto de vista la hegemonía en la sociedad-mundo contemporánea es
un proceso cíclico de establecimiento de un orden de dirección-dominación
informal (y en éso se diferencia de los imperios, aunque algunos de los que
fueron países hegemónicos también hayan sido imperios), de una potencia (de sus
clases dominantes, sus empresas e instituciones), sobre la mayor parte del
mundo (incluyendo a las clases subordinadas de su propio país) y sobre la mayor
parte de las esferas de la actividad humana (economía, política, militar,
ideológica), con el fin de que las empresas, personas e instituciones de aquélla (y en el proceso
de decadencia de ésta de manera compartida con las de las restantes potencias centrales)
puedan operar sin obstáculos (y con ciertos privilegios, principalmente en la
economía) y puedan obtener los mayores beneficios, pero también para que el
sistema capitalista en su conjunto pueda operar y beneficiar de distinta manera
a todos los integrantes del mismo. Cada uno de estos ciclos largos se podría
dividir en tres fases:
1).-Hegemonía
en disputa. Desplazamiento de la antigua potencia y ascenso (aparición de las
innovaciones revolucionarias), seguido de la victoria hegemónica de la nueva.
2).- Hegemonía plena o indisputada
3).- Hegemonía compartida o en declinación (vieja
potencia). Hegemonía en ascenso (nueva potencia y rival hegemónico).
La variación temporal de estos
ciclos es grande, pero la mayoría de los autores y el promedio de los tres
ciclos ultimos indican un término de cien-ciento cincuenta años. A la primera
fase señalada le antecede la de hegemonía compartida o en declinación de la
antigua potencia y de ascenso de la nueva, en el ciclo anterior. La primera
fase es una en la que el papel principal lo tienen tres países: el hegemón en
declinación, el rival hegemónico y el heredero de la hegemonía, como sucedió
durante las dos primeras guerras mundiales, en las que el rival hegemónico
beligerante era Alemania (en la segunda, junto con Japón) y el aliado, pero a
la postre, heredero de la hegemonía, los EUA; asimismo ésta coincide en el
tiempo con la declinación definitiva de la vieja potencia hegemónica. Por ello,
a diferencia de Wallerstein, quien destaca la sucesión de cuatro fases:
hegemonía en ascenso, victoria hegemónica, maduración hegemónica, hegemonía en
declinación, y, basándome en su propia definición de este concepto, aquí se
proponen las tres fases señaladas, que en sí mismas forman un ciclo, agrupando
en una sola fase la primera y la última del autor señalado.
Wallerstein (junto con Hopkins),
relacionan los periodos de sucesión hegemónica con pares de ondas largas del
ciclo Kondratiev:
A1 (ascenso) Hegemonía en
ascenso-agudo conflicto entre los rivales a la sucesión. Por ejemplo:
1897-1913/20
B1 (declinación) Victoria hegemónica-el “nuevo” poder sobrepasa al “viejo”
en declinación. 1920-1945 (T=1920-29).
A2 (ascenso) Madurez
hegemónica-verdadera hegemonía.1945-1967
B2 (declinación) Hegemonía en declinación-conflicto agudo del poder
hegemónico en contra de sus sucesores. 1967-2025 (T=1967).
El esquema anterior es interesante,
aunque a mi parecer no forma un ciclo, ya que la fase de declinación, B2 se superpone con la de ascenso del A1 y por otra parte debido a su relativa rigidez puede no haber coincidido
con la evolución histórica real, por lo menos en el par de ciclos Kondratiev
más recientes: la primera guerra de hegemonía (1a. guerra mundial), vino a
interrumpir la onda de ascenso A1, su
terminación dió paso a la onda de declinación económica B1, y ya desde 1918 a la declinación económica y financiera de la Gran
Bretaña, el centro financiero mundial pasó de Londres a Nueva York, sobre todo
después de 1931, aunque debido al peso de los factores estructurales y del
predominio monetario y político-militar, siguieron prevaleciendo algunos rasgos
de la hegemonía británica. A partir de la segunda guerra de hegemonía se
produce la siguiente onda de ascenso A2. Es decir, en éste caso las guerras de hegemonía resultaron parteaguas
de distintas ondas largas, por otra parte la completa victoria hegemónica de
los EUA, se da tan sólo en las postrimerías de la segunda conflagración bélica,
por lo que los esquemas señalados no son completamente válidos para aprehender
la compleja evolución del ascenso, madurez y declinación de las hegemonías.
Resulta que el ascenso y la disputa
hegemónicas, tanto del rival como del heredero hegemónicos se entremezclaron y
duraron por lo menos 52 años (de 1893 a 1945), un ciclo largo Kondratiev y no
solamente una fase u onda de ese ciclo de manera sucesiva. Por otra parte es de
subrayar que la hegemonía productiva de los Estados Unidos duró no solo todo
ese periodo sino el siguiente, de hegemonía indisputada, hasta que comenzó su
evidente declinación productiva en 1971. La duración del predominio productivo
fue de aproximadamente 80 años, un ciclo y medio Kondratiev.
Han sido siete los aspectos
fundamentales en los que se ha basado históricamente el ciclo de hegemonía. En
cada fase, estos aspectos adquieren connotaciones diferentes. Las tres potencias
que han ejercido una clara hegemonía en la sociedad-mundo capitalista de los
últimos casi cuatro siglos: Holanda, Gran Bretaña y los EUA, han venido
perfeccionando el sistema de hegemonía, elevándolo cada vez en un escalón
cualitativamente más alto. La hegemonía holandesa fue más bien una etapa de
transición hacia la hegemonía mundial, ya que en ese periodo apenas se estaba
expandiendo la economía capitalista europea hacia la periferia y sus rasgos
principales se estaban apenas delineando, mientras que la británica y
norteamericana ya se basaron en la sumisión de esta extensa zona a la
acumulación de capital y se formaron estructuras internacionales.
Al final de esta nueva etapa de
extrema internacionalización de la economía y la sociedad (la así llamada
globalización), ¿se prolongará indefinidamente un cierto empate entre dos-tres
conjuntos de países? ¿Podrán recomponer los EUA su hegemonía (con una
estrategia que incluya, por ejemplo el absorver al resto de las naciones de
Norteamérica), comenzando un nuevo ciclo de ésta? Son preguntas abiertas para
las que no existen respuestas definitivas.
Los siguientes son los aspectos más
generales, comunes para todas las fases de la hegemonía, pero en especial para
la de hegemonía indisputada, presentes sobre todo en el ciclo hegemónico más
reciente:
1.- El establecimiento de una estructura de dominación hegemónica mundial, basada en
instituciones multilaterales, así como en empresas e instituciones del país
hegemónico (mas las de los otros países desarrollados sobre todo en la etapa de
hegemonía compartida) y un sistema de principios, privilegios y reglas de
operación a través de las cuales se ejerce dicha hegemonía. Dichas estructuras
han crecido en cada ciclo hegemónico, hasta abarcar el conjunto de los sectores
de la sociedad humana, siendo su núcleo la estructura económica mundial.
Estas estructuras tienden a perpetuar la
dominación-explotación no solo del país hegemónico sobre el resto del mundo,
sino también la del conjunto de los países desarrollados (sus empresas e
instituciones) sobre los de la periferia y semiperiferia, permitiendo solo por
excepción la promoción de algunos países de esta última hacia el centro (por
ejemplo España e Irlanda en el mas reciente periodo o Finlandia después de la
segunda guerra mundial[19]), asimismo
de países de la periferia hacia la semiperiferia (por ejemplo los tigres
asiáticos o algunos de los países petroleros del oriente medio), auspiciando la
permanencia de las estructuras dependientes en los países atrasados. En el seno
de ese sistema se producen cambios en el poder relativo de las potencias.
Después de la maduración hegemónica, viene su decadencia y el ascenso de los
rivales, creando un creciente desequilibrio.
Pero el conjunto de este sistema estructural es tan poderoso,
que este desequilibrio de poderes y el sistema aludido solamente han podido ser
suprimidos (dando lugar a la aparición de un nuevo hegemón y su sistema
respectivo) por fuertes crisis aunadas a grandes conflagraciones bélicas, las
últimas de las cuales alcanzaron magnitudes enormemente destructivas. Con la
aparición de las bombas nucleares, las armas químicas y biológicas se hace
impensable que en el futuro vuelvan a producirse esos conflictos mundiales.
En la preponderancia holandesa sobre el mundo no existió una
red de instituciones multilaterales, aunque las empresas creadas por ese país
jugaron un papel principal en el comercio mundial y se esparcieron por el orbe.
La Compañía Holandesa de las Indias Orientales (VOC) y su similar para
occidente (WIC), sirvieron de modelo para otros países, aunque Inglaterra había
fundado una empresa similar dos años antes de ésta (1602). Fueron empresas
estatutarias por acciones, semi-estatales, semi-privadas, de proporciones
colosales para la época (la VOC), verdaderas empresas transnacionales de la
época[20].
A la VOC le fue otorgado el monopolio del comercio en el
vasto territorio comprendido en los océanos Índico y Pacífico, desalojando de
las rutas comerciales a españoles y portugueses. La compañía constituía prácticamente
un pequeño estado, teniendo el derecho de poseer flotas y fuerzas armadas,
establecer colonias, fuertes, arreglar tratados, declarar la guerra[21], firmar la paz, incorporar territorios y administrar los enclaves
coloniales. Las enormes ganancias comerciales se complementaban con las
ganancias provenientes de la explotación colonial de tal manera que en sus 198
años de existencia pagó 3 600% de dividendos a sus accionistas comunes, o un
18% anual, pero los dirigentes obtuvieron un 100%[22]. Los holandeses establecieron una red de enclaves en el mar Báltico, en
el Mediterráneo, Africa, Asia y el Caribe, llegando a establecer colonias en el
continente americano (New Netherlands: Nueva York, New Amsterdam: Manhattan,
Surinam) y a conquistar temporalmente Brasil durante 1624-1630-1654.
La preponderancia financiera de los Países Bajos persistió
hasta fines del siglo XVII, cuando este país ya había perdido su primacía
comercial y naval. A partir de 1710, pero sobre todo en los años 40 de ese
siglo, los banqueros holandeses se convirtieron en los financieros de
Inglaterra, en 1780 poseían 3/7 de la deuda nacional inglesa, pasando a
financiar también la naciente industria británica. Los empresarios holandeses
se habían convertido en rentistas[23].
Durante la hegemonía de la Gran
Bretaña, aparte del Banco de Pagos Internacionales creado en las postrimerías
de esa época (1930 ) y de la Organización Internacional del Trabajo (1919), no
hubo una extensa red de instituciones económicas multilaterales, aunque sí una
relativamente amplia de organizaciones internacionales de infraestructura[24], como la Unión Internacional de Telégrafos (1865), la Organización
Meteorológica Mundial (1873), la Unión Postal Universal (1874), la Oficina
Internacional de Pesos y Medidas (1875), etc. En el plano político los imperios
que se habían formado eran autosuficientes y tan sólo en los años 20 se formó
la Sociedad de las Naciones, de la que no formaban parte los Estados Unidos,
pero sí muchas de las naciones entonces independientes, principalmente
europeas.
Para asegurar la dominación
mundial, la Gran Bretaña construyó una extensa red de bases navales alrededor
del mundo. Sobre ésta y la preponderancia en los mares de la flota británica,
creó un enorme imperio colonial y otra área informal (comercial, financiera y
de inversiones directas), en la que ejercía su hegemonía (América del Sur,
grandes partes de China, etc.). Para favorecer su comercio e inversiones, los
británicos exportaron a todo el mundo la ideología del liberalismo, del librecambio
e intentaron eliminar las barreras a la libre circulación de las mercancías y
de los capitales. Pero el enorme esfuerzo de exportación de capitales convirtió
a la Gran Bretaña en un país de rentistas, de personas que vivían de sus
capitales en el exterior, inhibiendo la renovación de capitales al interior y
paulatinamente este país se fue quedando atrás de más poderosos competidores
como los Estados Unidos y Alemania.
Durante la preponderancia
norteamericana, las nuevas estructuras incluyeron toda una vasta red de
instituciones en todas los sectores de la sociedad. Su base fue la estructura
económica y el núcleo de ésta fueron los acuerdos de Bretton Woods (1944), que
equiparaban al dólar con el oro e instituían al Banco Mundial (Banco
Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo) y al Fondo Monetario
Internacional como los cancerberos de las esferas monetaria y financiera
internacional, de ellos derivaron bancos regionales como el BID (Banco
Interamericano de Desarrollo). En ellos, los EU dominaban a través del
mecanismo de la adquisición de la mayoría de las acciones y los votos. Estas
organizaciones, así como el sistema monetario y financiero internacionales
sufrieron modificaciones importantes durante la primera mitad de los años 70
del siglo pasado debido a la declinación económica de los Estados Unidos.
En el área política se formaron la
ONU (1947) y algunas organizaciones regionales como la OEA. De la ONU derivaron
muchas otras organizaciones como la UNCTAD (Conferencia sobre comercio y desarrollo),
la FAO (Organización de la Alimentación y la Agricultura, 1943), la UNESCO, la
WHO (Organización Mundial de la Salud), el GATT, ahora OMC, el ITU (Unión
Internacional de Telecomunicaciones), UNIDO (Organización de Desarrollo
Industrial), etc.
Además los Estados Unidos
establecieron un conjunto de bases militares y navales en el mundo,
especialmente alrededor de la URSS y los entonces países socialistas, amparados
en una serie de pactos militares con conjuntos de países, como el Pacto de Río
de Janeiro que englobaba a los países americanos (1947), el CEATO, el SENTO, la
OTAN (1949), el Tratado con Japón de 1951, etc. En total, los EU tenían, al
terminar la guerra, 2 417 bases para el
conjunto de sus fuerzas armadas. En el plano de la seguridad nacional de los EU
se formaron la CIA (1947) y la Comunidad de Inteligencia.
La relativa declinación productiva
y comercial de la actual potencia hegemónica no significa per se que esté próxima la substitución de su hegemonía global,
puesto que los restantes aspectos hegemónicos: el financiero, monetario,
político y militar son lo suficientemente poderosos como para permitirle
todavía sostener y eventualmente recomponer su preponderancia mundial en un
nuevo ciclo de ésta. Para que se dé su substitución es necesario primero
cambiar (o destruir) substancialmente las estructuras en las que se basa esa
hegemonía.
2.- El establecimiento de un modelo de desarrollo económico centenario.
Los ultimos dos periodos de hegemonía mundial se han basado en sendas
revoluciones energéticas que han transformado la economía y la sociedad humanas
durante un periodo largo (aproximadamente un siglo), originadas o desarrolladas
prioritariamente en los países hegemónicos. Una doble innovación se encuentra
en el origen de esas transformaciones: un nuevo energético principal y su motor
correspondiente, los que elevan a la productividad general de la economía a un
nivel más elevado. El modelo de desarrollo económico que ha surgido se ha
nutrido de la aplicación de esas innovaciones revolucionarios a la industria,
los transportes y otras ramas de la economía de estos países hegemónicos y
después de un ciclo largo Kondratiev se ha diseminado al resto de los países
centrales, sólo algunos aspectos de este modelo han arribado al resto de la economía
mundial en ese período.
La hegemonía holandesa, en realidad
una semi-hegemonía, porque el mundo todavía no había sido sometido a la
dinámica de la expansión mercantil europea, se basó en mejoras substanciales en
la construcción y transporte naval (fluyts), en la utilización de la turba,
cuyo contenido calorífico es de la mitad del carbón[25], así como en innovaciones en varias ramas de la economía, en las
agropecuarias, en la pesca, la textil: la fabricación, tinte y estampado de
telas, el refinamiento del azúcar y la sal, la industria del tabaco, las
destilerías, la edición y venta de libros, elaboración de baldosas, etc. Las
manufacturas holandesas se hallaban en una primera etapa subordinadas al
capital comercial, aunque Madddison y Wallerstein[26] han demostrado que la hegemonía de este país se encontraba basada en el
capital productivo en las industrias-líder. En palabras de Daniel Defoe (1728):
los holandeses “son los transportistas, intermediarios en el comercio,
comisionistas y manufactureros de Europa, compran para luego vender, importan
para después exportar”[27]. El
capital comercial de este país propició su rápido desarrollo, alcanzando la
hegemonía plena en el período 1648-1700, aplastando posteriormente a sus
propias manufacturas, para decaer durante la mayor parte del siglo XVIII.
Durante el periodo de la hegemonía
británica el mecanismo más poderoso de preponderancia productiva de ese país
sobre el mundo fue la revolución industrial, iniciada ahí, mientras que en el
plano monetario y financiero la transición del bimetalismo al patrón oro y la equivalencia de la libra
esterlina al oro, permitían la fluidez mundial de los pagos internacionales y de los flujos de capitales
y oro, controlados en gran medida por el Banco de Inglaterra y la City[28], barrio financiero de Londres. La revolución industrial se basó en la
utilización del carbón como fuente energética principal y de la máquina de
vapor y la difusión de ambas en las ramas de su economía, principalmente en la
industria textil, la siderurgia, la metalurgia, los ferrocarriles y los barcos
de vapor.
Las exportaciones y las inversiones
procedentes de la Gran Bretaña inundaban el mundo, en el año de 1914 las
inversiones británicas ascendían a más del doble de las de su más cercano
competidor, Francia. La Gran Bretaña se favorecía de y regulaba en gran medida
la división internacional del trabajo. Pero con la exportación de sus
innovaciones y empresas, la Gran Bretaña estaba creando su propia competencia.
Por un periodo de tiempo este país había creado un monopolio de esas
innovaciones, pero la tendencia de la tasa de beneficio a caer la obligó a
exportarlas. Después de 1848 una nueva ola de innovaciones o la generalización
de innovaciones anteriores renovó la potencia británica (aunque éstas también
fortalecieron a sus competidores), entre ellas se pueden mencionar los
ferrocarriles, la siderurgia, las máquinas-herramienta, los barcos de vapor,
etc. Los principales países competidores de la Gran Bretaña en el plano
económico fueron Alemania y los Estados Unidos, los que a la postre la
sobrepasaron en poderío económico ya a finales del siglo XIX.
La nueva revolución
tecnológico-económica que ocurrió a partir de las ultimas décadas del siglo XIX
comenzó al mismo tiempo en varios países europeos y los Estados Unidos, sin
embargo una serie de circunstancias (entre otras las dos guerras mundiales, la
saturación de algunas innovaciones anteriores como los ferrocarriles, la
dimensión menor del mercado de las pequeñas naciones europeas), provocaron su
desarrollo prioritario en este país.
La utilización de un nuevo tipo de
energía, con el cambio del carbón por el petróleo, la innovación del motor de
gasolina y la aparición de nuevos vehículos como el automóvil y el avión, la
aplicación masiva de la electricidad, el perfeccionamiento y uso generalizado
del acero, de la química pesada, de las máquinas-herramienta entre otras
innovaciones, provocaron el ascenso constante de la potencia del norte, la que
aprovechó el debilitamiento extraordinario de las estructuras británicas debido
a las dos guerras mundiales y la crisis del 29-33 para imponer un nuevo orden
mundial.
En los años posteriores a la
segunda guerra mundial una serie de innovaciones en el campo de la electrónica,
la petroquímica, las fibras ópticas, las telecomunicaciones, la computación,
los servicios de información, las redes satelitales y el descomunal desarrollo
de los mercados financieros hicieron posible un ulterior desarrollo de la
economía en los Estados Unidos, aunque su declinación relativa a partir del fin
de los años 60, en relación a Europa Occidental y el Japón se sustentaba en
numerosos indicadores de la economía productiva y de su debilidad en el
comercio exterior. A partir de 1992 la economía norteamericana tuvo un ascenso
sostenido, el que se terminó en el 2000 y se debió en gran parte a la succión
de capitales del exterior y al involucramiento de grandes sectores de la
población y las empresas en la economía financiero-especulativa[29].
3.- Sobre las bases del desarrollo
económico más avanzado del país hegemónico, se destacan las formas nacionales
mas perfeccionadas de las instituciones socioeconómicas y políticas de la
época, las que le sirven a aquél para extender su dominio: la forma más
avanzada del estado, de la empresa, de las relaciones laborales, etc.
En los años previos a la Pax Neerlandesa, ocurrió la primera
revolución burguesa en Europa (1566-1609), lo que le imprimió su sello al
estado surgido de esa revolución, estado modelo para Europa, copiado en algunos
aspectos por aquéllos países que intentaban ponerse a la vanguardia de su
tiempo. La república burguesa de las Provincias Unidas constituyó un modelo de
país capitalista del siglo XVII y sus capitales, a mediados de ese siglo
superaban a los capitales conjuntos del resto de Europa[30]. De las empresas estatutarias por acciones se ha hablado supra. Otras instituciones que formaron
un modelo internacional aunque no fueran las primeras de su tipo, fueron el
Banco de Amsterdam (1605), de acuñación de moneda, depósito y de préstamos y la
Bolsa de Valores (1611) en esa misma ciudad.
En el periodo de la Pax Britannica
la forma preponderante de la empresa fue la empresa familiar o de propiedad
individual. Las empresas industriales y bancarias se basaban en ésta, aunque en
los años 60 del siglo XIX aparecieron las sociedades anónimas por acciones y
éstas evolucionaron rápidamente en las grandes sociedades corporativas que hoy
conocemos como empresas transnacionales, las que se desarrollaron al mismo
tiempo en algunos países europeo-occidentales (Alemania) y los EU, alcanzando
su mayor perfeccionamiento en este país.
El modelo norteamericano de los
trusts y consorcios-empresas transnacionales es el que se ha impuesto en el
mundo, con los métodos del fordismo (ahora toyotismo) de producción en cadena,
aunque desde los años 70 del siglo pasado la expansión de las empresas europeas
y japonesas ha sido mayor que las norteamericanas. Otras instituciones que se
impusieron y exportaron al mundo fueron el estado liberal británico y
posteriormente el estado del bienestar que alcanzó su mayor desarrollo en
Europa occidental (comenzando en Alemania en la época de Bismarck) y los EU.
4.- Otros aspectos económicos. Aquí
habría que añadir a lo dicho por Wallerstein, que la superioridad simultánea
que un país demuestra sobre el resto del mundo[31], presupone una tendencia a acentuar ésta en las ramas de punta: en este
nuevo periodo en la informática, la microelectrónica, la robótica,
biotecnología, etc., pero sobre todo, en el nuevo paradigma energético (la
substitución del petróleo por el gas natural) y sus derivaciones en los
transportes, las comunicaciones, etc. De manera paralela, el sector de la
informática, ha adquirido importancia en el mas reciente periodo, aunque ésta
ha sido exagerada y deformada por los autores de la “nueva economía”, una
corriente de interpretación de la expansión económica de los EU en los años
noventa[32], y también por algunos autores latinoamericanos[33]. El sector financiero norteamericano ha absorvido grandes capitales del
país y del resto del mundo y en el periodo 1999-2000 contribuyó al crecimiento
de la economía de ese país, aunque su influencia general en ésta ha sido
negativa al evitar la inversión en el sector productivo.
Los estados hegemónicos establecen
redes de dominación económica, comercial y financiera que abarcan el mundo, así
como instituciones multilaterales que les permiten el dominio sobre las
materias primas, en especial las estratégicas, dentro de las que destacan los
energéticos, el petróleo, el gas natural y las energéticas-destructivas como el
uranio (sobre la mayor parte de estas detentan un virtual monopolio), la fuerza
de trabajo nativa, los mercados nacionales, la moneda y las finanzas de las
diferentes naciones, así como sobre las transacciones financieras internacionales
(al menos durante un periodo), con el fin de que sus empresas y negocios
obtengan una posición privilegiada y las máximas tasas de ganancia posibles.
Como señalan acertadamente Joyce y
Gabriel Kolko, en referencia a las condiciones en que despuntó el inicio de la
hegemonía norteamericana[34]: después
de la gran conflagración bélica y el caos resultante, los EU eran la nación mas
rica del orbe y no tenían rivales de consideración...Los EUA establecieron objetivos para reconstruir el mundo. “Esencialmente, el objetivo de los Estados
Unidos consistía en reestructurar el mundo de tal manera que los negocios
norteamericanos pudieran comerciar, operar y obtener ganancias por todas partes
sin restricciones”. Este aspecto provocó unanimidad entre los líderes norteamericanos
y sobre esta base se elaboraron políticas y programas en un mundo capitalista
de naciones “políticamente seguras y
estables, y con libre acceso a las materias primas esenciales. Tal orden
universal excluía a la izquierda del poder y necesitaba un control conservador
y finalmente subordinado a través del globo. Este objetivo esencial también
requería limitaciones en la independencia y desarrollo en el Tercer Mundo que
pudieran entrar en conflicto con los intereses del capitalismo (norte)americano”
Por otra parte, la creación de
tecnología, particularmente de alta tecnología, y la producción de los
productos derivados de ésta es un aspecto clave en la dominación de los países
centrales y es una actividad altamente monopolizada por éstos. El poder hegemónico
desestimula constantemente la creación autónoma y sistemática de tecnologías de
punta por las universidades, centros de investigación y empresas públicas o
privadas de los países dependientes, (no siempre con éxito), aunque en el
último periodo traslade una parte pequeña de sus operaciones de high technology a estos mismos países,
pero parcialmente y siempre bajo su control. En fases previas, la producción de
máquinas para producir máquinas era estrictamente monopolizada por los países
centrales (ya que entonces esto servía para fortalecer la hegemonía), pero
ahora varios países subordinados, los más avanzados de entre ellos: Brasil,
México, India, Corea del Sur, Argentina, Taiwan, etc. han desarrollado partes
de dicho sector, inclusive algunos de ellos incursionaron en los 70 y 80 en
algunos rubros de la alta tecnología militar, aunque después su participación
en el ramo declinó.
Pero la parte principal de las
redes antes mencionadas son las empresas transnacionales. Las norteamericanas
ejercieron un dominio abrumador en la etapa de hegemonía indiscutida (1945-75),
posteriormente fueron desplazadas en su posición líder en múltiples ramas por
sus competidoras europeo-occidentales y japonesas y a partir de los 90
repuntaron nuevamente[35].
Una serie de tratados y acuerdos
del país hegemónico con los países-clientes dependientes, aseguran el control
ahí de las posiciones claves antes señaladas. Los mercados internacionales de
los productos de exportación de los países subordinados son regulados por las Bolsas
de valores de los países centrales (en especial las de Londres y Nueva York), o
por acuerdos bi- o multilaterales o por convenios especiales que delimitan las
cuotas producidas por los distintos países; etc. Las empresas transnacionales
(u otro tipo de empresas de esos países) de los países centrales se encuentran
en el origen o proceso y/o destino de la inmensa mayoría de los productos de
exportación de los países dominados y en una parte substantiva de aquéllos que
se producen para el mercado interno.
El país hegemónico ha propiciado la
conformación de élites subordinadas en los países dependientes para que
colaboren con él (las reglas del juego son cambiantes y flexibles, en sus
aspectos básicos están bien delimitadas) y ejerzan la dominación política
económica y militar en sus países[36],
conformando una clase dominante-dominada[37]. En los
otros países del centro aquél forma poderosos “lobbies” de presión en su
interés y emplea otras formas de manipulación sobre los círculos locales de
poder.
Cuando miembros de estas élites, o
como excepción, líderes populares, en las regiones subordinadas, han llegado al
poder y han intentado imponer otras reglas o un curso nacionalista, los
aparatos de inteligencia y represión de las potencias hegemónicas no han dudado
en utilizar la fuerza, el chantaje, la persuasión, etc. para eliminarlos del
poder, corromperlos o anularlos. Sin embargo, la complejidad de la escena
mundial y de las luchas de clases es tal, que no siempre han tenido éxito o
incluso se han dado coyunturas en las que la situación política cambió
substancialmente en las mismas potencias (por ejemplo durante el periodo de
F.D. Roosevelt).
Las élites subordinadas han
conformado sistemas gangsteriles o semi-gangsteriles de control de los
trabajadores, empleando verdaderos ejércitos de controladores, glopeadores y
agentes con este fin. Es en gran parte en dependencia de estas ventajas represivas (cuya vigencia es
temporal y provocan finalmente ciclos de convulsiones políticas, dando lugar a
la emigración de los capitales extranjeros a nuevos países) así creadas, de su capacidad de imponer “la paz y el orden” y no tanto de las llamadas ventajas
comparativas o competitivas, lo que atrae a los capitales extranjeros.
Por otra parte, la hegemonía
indisputada es transitoria y provoca un ascenso de otras potencias del centro.
El porqué declinan las potencias hegemónicas es un vasto tema y ya hemos
indicado algunas ideas al respecto, aquí solo añadiremos algunas otras,
referidas principalmente a la etapa de la hegemonía indisputada. Una de ellas
tiene que ver con los efectos de la ley del desarrollo desigual y combinado,
entre otros, al hecho de que las monedas de los competidores en el periodo de
la hegemonía indisputada generalmente están subvaluadas con respecto a la potencia
principal. Otro aspecto consiste en que las ramas de la economía hegemónica
tienen una mayor obsolescencia relativa, que dificulta la renovación dinámica
de éstas, en contraposición con las de sus competidores, más nuevas y ágiles;
de que los salarios de los trabajadores de estos países son menores, etc., lo
que en el largo plazo hace que se presenten rivales de envergadura a la
dominación hegemónica de la potencia en turno.
Las potencias hegemónicas han
delimitado áreas especiales de importancia estratégica para ellas, en el
pasado, la mayor parte de éstas las incorporaron a su dominio bajo la forma de
imperios coloniales o semicolonias, en la actualidad los EUA han delimitado una
Gran Area, estratégicamente indispensable para ella, que incluye principalmente
a los países de América Latina y a los países petroleros del Medio Oriente.
El paso de la etapa de la hegemonía
plena a la compartida en los EUA y la ulterior declinación de ramas
industriales enteras (sobre todo en los años 70 y 80) ha provocado la creación
de una estrategia múltiple de ese país para recuperar la hegemonía plena, así
como una gran polémica dentro de la sociedad norteamericana sobre las causas,
evolución y consecuencias de la declinación o de si ésta realmente existe y no
es una exageración de algunos autores[38]. A finales
del 2000 el país comenzó a entrar a una recesión, inicio de un período
prolongado de recesiones económicas y convulsiones socio-políticas que
probablemente dure una década.
5.- Otros aspectos políticos. Estos
incluyen la formación de un sistema de dominación política sobre la mayor parte
del resto del mundo (fase de hegemonía plena), que incluye el predominio de la
potencia principal y sus potencias aliadas en los organismos internacionales
(Sociedad de las Naciones en el pasado, ahora la ONU, OEA, etc.), un sistema de
estados-clientes y la limitación al
máximo (durante el período de la hegemonía indisputada), de las esferas de
influencia de las restantes potencias del centro. Con estas últimas, el país
hegemónico prefiere recurrir a la alternancia del consenso, de liderazgo a
través de políticas sofisticadas y sutiles, sobre todo en su etapa de hegemonía
compartida, pero también utiliza guerras económicas, fuertes presiones
político-militares y golpes bajos de toda índole. La tendencia de largo plazo,
sin embargo, es hacia el fortalecimiento de las contradicciones y roces
interpotencias. La desaparición, a partir de la terminación de la segunda
guerra mundial, de conflictos bélicos entre las potencias del centro y la extrema
destructividad de las armas atómicas, químicas, biológicas, replantea la
posibilidad de la aparición de los ciclos de guerras hegemónicas[39]. Pero de algún modo habrá de resolverse de manera violenta la rivalidad
entre las potencias por la nueva hegemonía sobre el mundo.
Mientras que en el país hegemónico
(y en general en el centro), se han desarrollado (en un proceso contradictorio
y con altibajos, con retrocesos, en ciclos), formas modernas y avanzadas del
sistema político-estatal[40], a la vez
que los más sofisticados mecanismos de manipulación político-ideológica, en la
periferia y la semiperiferia aquél ha tendido a apoyar diversos tipos de
régimen político, incluyendo a las más represivas dictaduras, siempre que
sirvan a sus intereses de dominación. Después del 11 de septiembre del 2001 se
abre una etapa de transición política en el mundo en la que se afirman las
tendencias militaristas y policiacas.
En los años 80 y 90 del siglo
pasado, después de quiebres importantes como la revolución iraní, la caída del
sistema soviético y otros factores, los EUA en dependencia del grado de
agudización de la lucha de clases en los distintos países, tendió a favorecer
formas de manipulación política próximas a las democráticas. Pero la democracia
política real en estos países (si es que alguna vez pudiera darse aquí)
únicamente será posible con un cambio radical de las capas dirigentes por capas
con vocación democrática, en el aparato del estado y la reestructuración
democrática de éste, sin excluír las estructuras represivas puesto que
actualmente se tiende a substituir a la democracia real por una “democracia protegida”[41], con el
fin de evitar la llegada al poder de movimientos nacionalista-democráticos.
El sistema electoral de los países
latinoamericanos está fuertemente condicionado por los “apoyos” que le
proporcionan toda clase de entes internacionales, especialmente los EUA y las
instituciones multilaterales dominadas por éstos. El FMI elabora programas y
proporciona créditos para el combate a la “pobreza”, para la asistencia social,
para “ayudas” al campesinado, que en realidad son utilizados para mantener
clientelas cautivas y comprar votos baratos de manera encubierta por los
partidos del status quo. Estos créditos se proporcionan de manera preferente
durante el proceso electoral. Pero las agencias gubernamentales norteamericanas
también han intervenido de manera decisiva para enfrentar y en su caso derrocar
o por lo menos tratar de hacerlo, a coaliciones de izquierda, como en el caso
de Allende en Chile, la Nicaragua sandinista y la Cuba socialista.
Otras organizaciones, sobre todo
las europeas, también han participado apoyando a sus congéneres, como es el
caso de las organizaciones internacionales demócrata-cristianas y socialistas,
que proporcionan asistencia teórico-organizativa y monetaria.[42]
Una vez establecidas las reglas del
juego en los países subordinados y cuando en el poder se encuentran “aliados”,
la conducción de los asuntos políticos cotidianos se deja a estos últimos, bajo
la estrecha vigilancia (e intervención directa e indirecta, según el caso), de
distintos organismos (Departamento de Estado, Embajada local, CIA, FBI, DEA,
Pentágono, Departamento del Tesoro, Secretaría de Agricultura, etc.). La
política seguida por estas organizaciones incluye una gran dosis de hipocresía estatal imperial[43], la cual ha
sido una constante en las relaciones con los países subordinados (en los siglos
XIX-XX también la Gran Bretaña llevó a cabo una política similar, por lo que se
le conocía como “la pérfida Albión”).
Se sostienen públicamente políticas
“democráticas” o de defensa de los derechos humanos que están en abierta
contradicción con las relaciones reales que se establecen con los aparatos
represivos de las dictaduras o semidictaduras, con partidos gobernantes no
democráticos, etc. En un contexto similar se inscribe la crítica que se hace
desde organismos gubernamentales o medios de comunicación masivos de aquel país
a la profunda corrupción de los aparatos gubernamentales de los países
subordinados o a la ola de crímenes políticos de opositores políticos en tal o
cual país, cuando son precisamente los Estados Unidos los que propician la
aparición de estos fenómenos.
Sin embargo, en el aspecto
económico, la supervisión e intromisión directa e indirecta es mayor. Aquí el
número de organismos y agencias que intervienen es muy grande, pues aparte de
los gubernamentales de la superpotencia[44] y de las
organizaciones internacionales (FMI, Banco Mundial, BID, etc.), se inmiscuyen
también de manera directa los organismos privados: las corporaciones
transnacionales, para moldear la política que finalmente se adopta en los
países de referencia[45]. Pero
también aparecen como sujetos de presión los consorcios transnacionales de
otras potencias. El peso de los negocios y agentes nativos es, por lo general y
en los aspectos fundamentales, pequeño (salvo excepciones), en la elaboración y
ejecución de las políticas económicas de los gobiernos señalados. Las
contradicciones que aparecen debido a la gran cantidad de actores y organismos
que intervienen son conciliadas por los funcionarios gubernamentales nativos,
dándole a ellos por ésto, en ocasiones, la apariencia de estar por encima de
aquéllos. El estado, tanto en los países desarrollados como en los
dependientes, ha venido a ser controlado por el capital financiero
internacional, debido a las enormes dimensiones de éste.
La corrupción que aflora por todos
los poros de las sociedades subordinadas y que actualmente alcanza proporciones
mayúsculas, el “arte” gubernamental de hacer la mayor parte de las cosas mal,
el desastre de la vida socioeconómica que diferencia a estas sociedades de las
desarrolladas, es en medida fundamental debido a la posición de hegemonía y
dominación de la potencia señalada, así como a todos los fenómenos de
descomposición y desorden de la vida de las sociedades de estos países en la
etapa presente. Se ha propiciado la aparición de poderosas mafias del
narcotráfico, otros negocios ilícitos, etc., cuyos representantes se han
infiltrado en posiciones clave del aparato estatal.
6.- Los aspectos
militar-represivos. Por la fuerza y dinámica de su dominación, la potencia
hegemónica desarrolla un gran potencial bélico y tiende a adueñarse o tener
bajo su control a todos los principales puntos estratégicos del globo. Desarrolla
un sistema de alianzas militares con las potencias del centro y los países
dependientes. Por ello, sobre todo en la etapa de su hegemonía indisputada,
debe de crear un sistema de bases militares, navales, aeropuertos y puntos de
aprovisionamiento que permitan su efectivo dominio. Es el garante `en última
instancia´ del capital en el mundo, el gendarme mundial. El peso de la
industria y servicios militares en la economía y sociedad norteamericanas es
enorme y sus necesidades afectan a esa sociedad, hasta el grado de que se han
producido guerras y conflictos bélicos con el solo propósito de renovar
existencias o elevar la tasa de ganancia de las empresas de este ramo.
Además, por una serie de tratados,
por el monopolio (junto con otras potencias centrales) en la producción de
muchos tipos avanzados de armamento y el conocimiento para emplearlos, por el
entrenamiento de oficiales y cuadros de las fuerzas armadas[46] de los estados dependientes (y el reclutamiento de parte de éstos por
los organismos de inteligencia de la potencia mencionada), y asesoramiento
constante en multitud de operaciones especiales (lucha contra el narcotráfico[47], creación y entrenamiento de batallones de élite, etc.), se crea una
importante dependencia militar de los países subordinados y éstos le someten
aspectos claves de sus aparatos militares. La potencia hegemónica establece
prioridades estratégicas en la porción del orbe bajo su control.
Sin embargo, la mayor parte de los
armamentos que vende esta potencia a sus clientes, en especial a los
latinoamericanos, son deshechos de sus fuerzas armadas o equipos y armas que no
son consideradas un peligro para su seguridad nacional.
Los restantes aparatos
gubernamentales de control-represión de los países clientes, es decir, las
diversas policías, los Ministerios del Interior (Gobernación), los organismos
de lucha antidrogas, etc., han sido formados, en sus núcleos centrales, por los
correspondientes organismos de la potencia de marras. Ellos les proporcionan
asesoramiento constante, armamento, equipos y entrenamiento en escuelas
especializadas, algún financiamien”, a la vez que las utilizan en las tareas u
objetivos que les interesan.
En los EUA, el aparato de
inteligencia, el cerebro colectivo encargado de la seguridad nacional, es la Comunidad de Inteligencia de los Estados
Unidos, (Intelligence Community)[48], en la que
participan trece organizaciones de
inteligencia: la CIA, la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), la Agencia
de Inteligencia de Defensa (DOD) del Departamento de Defensa, la Agencia de
Seguridad Nacional (NSA)[49], la
Oficina de Investigaciones e Inteligencia del Departamento de Estado, la
Agencia Nacional de Imágenes y Mapas, la Oficina Nacional de Reconocimiento,
las unidades de inteligencia de los Departamentos del Tesoro y de Energía,
además de los servicios de inteligencia de las tres ramas de las Fuerzas
Armadas y de la Infantería de Marina y una red no oficial de ex-agentes o
personal retirado de estas agencias de inteligencia.
Para los aspectos exteriores de la
actividad gubernamental de los EUA, la CIA es el instrumento más importante.
Como señala Vuskovic, “ Roger Morris, ex miembro del Consejo de Seguridad y
actual director de Estudios Humanitarios del programa Carnegie para la Paz,
sostuvo en una conferencia sobre la CIA y sus actividades,... en septiembre de
1974,...,que ` la penetración de la CIA abarca todos los campos; influye en los
políticos, se infiltra en los medios periodísticos y ejerce influencia en los
militares´, agregando que la CIA fue el eje principal en la década de los 60
del derrocamiento de los presidentes Goulart y Velasco Ibarra, y que `una de
las mayores infiltraciones de la CIA es en las organizaciones obreras
latinoamericanas´. Esta institución ha organizado innumerables actos político-militares
para influir y modificar en beneficio de los EU las políticas de los gobiernos
latinoamericanos, ha impulsado golpes de estado y se ha destacado en
actividades en contra de Cuba y Nicaragüa, instrumentando golpes de estado como
el que derrocó al gobierno de Salvador Allende, etc.
En la política exterior de los EUA
se puede observar la alternancia de ciclos en los que predomina la utilización
de métodos “pacíficos”, político-diplomáticos para resolver las contradicciones
de ese país con gobiernos nacionalistas, democráticos o simplemente no
subordinados totalmente a éste y ciclos en los que esta potencia recurre a la
violencia, a la intervención militar directa (política del `gran garrote´), en
otros países. Los casos de intervención a fines de los años 90 del siglo pasado
en Panamá, Irak, Haití, Bosnia, Yugoslavia y Afganistán evidencian que nos
encontramos en uno de estos ultimos ciclos y que esa tendencia se reforzará en
el próximo futuro.
Por otra parte, es de subrayar que
las potencias hegemónicas han sido siempre las más grandes potencias navales
(ahora también cuentan de manera fundamental los aspectos aero-espaciales) de
su época, además de que el hecho de ser islas o cuasi-islas, las aísla y
preserva de los ataques de las potencias continentales.
7.- Los aspectos ideológicos. Estos
comprenden toda una serie de ideologías, corrientes, escuelas y mitos que
ayudan a justificar y reforzar la dominación hegemónica, pero también la
reproducción global del capitalismo (y son producidas también en otros países
del centro). Incluyen igualmente a grandes sectores de la actividad humana
altamente lucrativos y de proyección universal: los medios masivos de
comunicación, es decir, el cine (en el cual Hollywood posee el cuasi-monopolio
mundial, con las excepciones de la India y China), la televisión, la prensa, la
radio[50], etc., pero también la publicidad, el arte, las modas, las universidades
(privadas, sobre todo) etc[51]. El
“american way of life” es un poderoso medio y mito que coadyuva a la aceptación
de los productos y servicios norteamericanos y también de la hegemonía mundial
de ese país.
En especial los países dependientes
se ven bombardeados por una avalancha masiva de ideología[52] procedente sobre todo del país hegemónico, ya que la producción nativa
de ideología es aceptada cuando sirve al “sistema“ o es relativamente fácil de
ser controlada y subordinada o reprimida, cuando es independiente y masiva, con
el apoyo de las autoridades locales, o incluso permitida cuando llega solo a
grupos relativamente pequeños.
Las universidades, centros de enseñanza superior y los
centros de investigación del país hegemónico tienen un peso creciente en la
etapa actual. La interacción de la investigación con las corporaciones
transnacionales y los gobiernos es un aspecto clave en la contienda económica
internacional. Pero también lo es la captación de “cerebros” que pasarán a
ocupar puestos importantes en la administración y las empresas tanto del
hegemón como de los países subordinados. En estos últimos, el ascenso a altos
puestos gubernamentales es favorecido por redes de inteligencia del país
dominante que operan tanto directamente como a través de hermandades,
sociedades secretas, etc. El ascenso es facilitado si se han realizado
posgrados en las universidades de élite en el país rector y si se comparten sus
valores y principios predominantes.
Las redes mencionadas realizan una amplia labor de
captación de los más capaces elementos en la mayor parte de las ramas del saber
(sobre todo en países estratégicos), a través de un complejo y sutil sistema de
subsidios, becas, promociones, etc. Sin embargo, y a pesar de ésto, una parte
de los elementos pensantes de la sociedad de los países dominados escapa a su
cooptación.
En el país hegemónico un conjunto
de ideas o patrones ideológicos (compartidos por las clases
dominantes-dominadas de los países subordinados), contribuyen a mantener el
papel de país líder: el mito del gran
sueño (norte)americano en los EUA (roto parcialmente después de 1968-73, es
decir, después de la gran agitación en contra de la guerra de Vietnam y de
Watergate). El ideológico es un aspecto fundamental para explicar el ascenso y
la declinación de los países hegemónicos. La llamada “enfermedad inglesa”, es
decir el agotamiento del impulso para trabajar más y mejor (incremento de la
productividad), de los trabajadores ingleses, su creciente enajenación y
rechazo a un esfuerzo suplementario, es un fenómeno que se da primero en ese
país porque fue el que inició la ruta hacia el capitalismo contemporáneo, pero
de ahí se extendió a los EUA, a pesar de los múltiples esfuerzos que se han
realizado por reforzar el incremento de la productividad en este país.
Un aspecto fundamental dentro de
los ideológico-políticos lo es el control de las clases sociales, en especial
de los trabajadores urbanos y dentro de ellos el proletariado industrial. Por
ello, desde la terminación de la segunda guerra, la potencia norteamericana
elaboró una estrategia global de penetración de las agrupaciones obreras y
sindicales, para debilitarlas, corromperlas e imbuirles ideologías acordes con
el “establishment”. Los mecanismos han sido múltiples, uno de ellos ha sido la
fundación de la ORIT (Organización Regional Interamericana del Trabajo), bajo
los auspicios de la AFL-CIO norteamericana[53]. Esta organización, que ha estado cambiando en las ultimas décadas, a
través del Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre (que
ha recibido aportaciones cuantiosas de las grandes corporaciones
norteamericanas), ha organizado conferencias, cursos, seminarios, etc, en los
cuales han participado decenas de miles de trabajadores latinoamericanos.
La hegemonía mundial de las potencias. Una aproximación
teórica.
Luis Sandoval Ramírez
Instituto de Investigaciones Económicas-UNAM
La hegemonía mundial de las
potencias ha seguido un patrón cíclico, por lo menos desde que las Provincias
Unidas (Holanda) ejercieran ese papel en el siglo XVII-XVIII. El orden
establecido por los hegemones ha incluído principalmente un nuevo modelo de
desarrollo económico y una estructura económica nacional e internacional, los
que también han seguido un ciclo largo secular.
La palabra hegemonía procede del
griego (hegemón: jefe, líder o gobernante), de ahí pasó al latín y a los
idiomas contemporáneos, en su acepción original significaba “dirección suprema”
de un estado en relación a otros. La hegemonía se manifestaba en la dirección
de empresas militares conjuntas, por ejemplo en el s. V, se da la guerra por la
hegemonía griega entre las ligas de ciudades lidereadas por Atenas y Esparta.
Para algunos teóricos es “una subespecie
del concepto más general de dirección”[1], pero en el sentido que A. Gramsci
le aplicó, la hegemonía es principalmente un liderazgo por consentimiento,
aunque incluye también la noción de dominación, coerción.
En el presente trabajo se considera
que de cualquier manera hay una cierta ambigüedad en el uso del concepto de
hegemonía, pues en la mayor parte de los trabajos sobre el tema, ésta implica
sobre todo liderazgo de las clases gobernantes y consenso, consentimiento de
las clases subordinadas hacia éste, mientras que en otros ensayos se incluye de
manera importante el factor coerción[2].
La hegemonía mundial de una
potencia en el sentido de “dirección suprema”, en el plano económico, político,
militar e ideológico, en este ensayo se refiere sobre todo a las relaciones del
hegemón (de sus clases dirigentes, sus empresas e instituciones) con el resto
de los países desarrollados (también sobre las clases subordinadas de su propio
país), aunque en ellas también existe coerción ejercida por aquél. En sus
relaciones con los países dependientes, aunque el aspecto principal es el de la
hegemonía, la dosis de dominio, coerción (económica y política) y violencia
militar se incrementa, asemejándose en algunos casos y períodos a las relaciones
imperiales clásicas entre la metrópoli y las colonias. Los rasgos fundamentales
de esta relación se han sucedido de manera reiterada y cada grupo de
reiteraciones se ha producido en un plano superior en forma de ciclos largos de
hegemonía mundial.
El sistema-mundo construído sobre
esta base permite que se produzcan intercambios entre los distintos componentes
del sistema: bienes, servicios y dos flujos de capitales con direcciones
opuestas: por una parte la inversión de capitales desde el centro y
principalmente sobre esta base la succión del plusvalor (el otro flujo de
capital) desde los países de la periferia (los más pobres y atrasados) y la
semiperiferia (los que combinan rasgos de atraso y desarrollo) hacia el centro
y sobre todo hacia el país hegemónico. Este flujo de plusvalor se produce a
través del comercio desigual[3]; de las
ganancias derivadas de las inversiones extranjeras directas, de los préstamos
extranjeros y de las inversiones de cartera[4]; así como
mediante la fuga de capitales y la migración de cerebros y de trabajadores.
Dichos intercambios han permitido un desarrollo con diversas fluctuaciones del
capitalismo, llevándolo a estados
cada vez más elevados.
La literatura sobre el tema de la
hegemonía es sumamente vasta y los puntos de vista, encontrados, ver entre
otros: Klingberg, Frank L. (1970); Organsky A.F.K. (1968); Modelski, George,
(1984,1992,1996);
Doran y Parsons, (1980);
Keohane, Robert O., (1984); Raimo Väyrynen (1992); Maira, Luis (1986); J.S. Goldstein y David
P. Rapkin, (1991);
T.K. Hopkins, (1990);
Ana Esther Ceceña y Andrés Barreda, (1995), etc.
De acuerdo a Thompson (1983),
Boswell y Sweat (1991), la literatura sobre hegemonía puede dividirse en dos
escuelas: la realista y la sistémica, bifurcándose a su vez cada una de ellas:
la sistémica tiene a la teoría de la economía-mundo (Wallerstein 1974, 1984(b),
Frank 1978) y la teoría de los ciclos largos (Modelski, 1987, Modelski y
Thompson, 1988); la realista tiene como variantes la teoría de la estabilidad
hegemónica (Gilpin, 1981) y la teoría de la transición del poder (Organski,
1968, Organski y Kugler, 1980). La unidad de análisis en ambas escuelas varia considerablemente,
pues en la sistémica es el conjunto de la economía mundial, mientras que en la
realista es el estado-nación. Pero en dos artículos posteriores (1995a y
1995b), Boswell, indica una aproximación reciente en los estudios de las ramas
sistémicas, además de que sus propios ensayos son un intento de síntesis de
ambas.
Dos de los
mas relevantes autores sobre el tema de la hegemonía mundial han sido Fernand Braudel e Immanuel Wallerstein, así
como los investigadores alrededor de este último[5]. En este texto abordaremos críticamente de manera principal los
señalamientos de este autor, y luego proponemos algunos elementos propios sobre
el tema. Wallerstein (1988), señala los tres casos de hegemonía en la
sociedad-mundo contemporánea: la de las Provincias Unidas (Países
Bajos-Holanda), a mediados del siglo XVII, la de la Gran Bretaña a mediados del
siglo XIX y la de los Estados Unidos a mediados del siglo XX, aunque en otra
parte de su vasta obra menciona uno primero, inicial, en el que la potencia
hegemónica fue el Imperio de los Habsburgo (1450-1559-75).
Modelski y
Thompson (1992), ven de manera diferente los ciclos largos de hegemonía: desde
1430 hasta el presente, han sido 5 y nos encontramos en medio de un sexto. Las
potencias hegemónicas fueron: Portugal (1430-1540), Holanda (1540-1640), Gran
Bretaña I (1640-1740), Gran Bretaña II (1740-1850), EUA I (1850-1973), EUA II
(1973-2080). Puesto que las pruebas para aducir la hegemonía mundial de Portugal,
así como las que indicarían un predominio británico ya desde 1640, antes de las
grandes batallas por la supremacía mundial de 1756-63 y las guerras
napoleónicas, pero también las que señalarían una supremacía norteamericana
desde 1850, en plena Pax Británnica, necesitan
un examen extenso, no pasamos a analizar detalladamente aquí las posiciones de
estos autores, cuyas teorías del ciclo largo y de los sectores líder también
merecen una particular atención.
Otros ensayistas[6], introducen un período de hegemonía francesa de 1647 a 1715,
precisamente cuando los holandeses estaban en el apogeo de su dominación
comercial y financiera. Pero es necesario señalar que en su conjunto, desde el
siglo XVI se va perfilando una hegemonía mundial de carácter europeo-occidental,
ejercida a través de algunas de las potencias de esta región a lo largo de los
siglos, hasta que en el XX, debido a las rivalidades y debilitamiento de las
potencias europeas, ésta pasa a manos de los Estados Unidos.
A principios del nuevo milenio, con
la formación de la Unión Europea se perfila un posible heredero hegemónico de
la potencia norteamericana, que hasta ahora ha permanecido como su aliado. La
potencia que para muchos analistas se vislumbra como el futuro rival hegemónico
es la República Popular China[7], aunque el
cúmulo de contradicciones que ha ido acumulando ahí es mayúsculo y no pasará
mucho tiempo sin que éste explote, existiendo el peligro de grandes
desgajamientos del cuerpo central de la nación china. Por otra parte la
inexistencia de un conjunto importante de empresas transnacionales propias de
ese país acentúa la interrogación sobre su posible preponderancia en el mundo.
Las tendencias hacia la hegemonía mundial se han derivado de la existencia de
un conjunto de empresas privadas que han empujado a sus estados a luchar por
ésta, pero en el caso chino aquéllas son extremadamente débiles. Pero el futuro
de la pugna hegemónica se irá decidiendo en los próximos 15-20 años, durante
los primeros años de la nueva onda larga expansiva del Kondrátiev, cuando quede
claro en qué país o países se están desarrollando prioritariamente las
innovaciones revolucionarias en el area de la energía y las empresas y éstas
comiencen a propagarse en el conjunto de esas economías, culminando la tercera
revolución tecnológica.
Según Wallerstein (1989), para
acceder a los respectivos ciclos de hegemonía mundial se desataron fuertes y
prolongados conflictos bélicos mundiales (guerra mundial), los que duraron
treinta años en promedio y terminaron con la derrota militar de los rivales
(los Habsburgo, Francia, Alemania), en un conflicto que involucró a todas las
potencias militares contemporáneas: ellos fueron, la guerra de los Treinta Años
de 1618-48, las guerras napoleónicas (1792-1815) y las dos guerras mundiales
del siglo XX (1914-45), que deberían ser concebidos como una única y larga
“guerra mundial”. Antes de este
evento, el país que despues se convirtió en hegemónico, había sido
primordialmente el mayor poder marítimo, pero por la fuerza de las circunstancias
se había convertido en potencia terrestre para hacer frente al reto planteado
por el rival, que era una formidable potencia terrestre.
Sin
embargo, no está de más recalcar que los participantes en este proceso fueron
tres: el país hegemónico, el rival (potencia terrestre) y el heredero de la
hegemonía (potencia marítima). Este último en el caso de la alianza militar
entre los Estados Unidos y la Gran Bretaña en el par de conflictos bélicos
mundiales del siglo pasado fue aliado y no rival militar del primero. En el
ejemplo opuesto de Inglaterra-Holanda en el ciclo previo, este ultimo país, el
hegemón de su tiempo, había sido subyugado militarmente por los franceses (los
rivales hegemónicos) en el ocaso de su preponderancia y por ello fue su aliado
durante las guerras napoleónicas, aunque parte importante de la superioridad
militar inglesa se debió a la prolongada alianza anglo-holandesa anterior a
esas guerras.
Para el autor que venimos
considerando, la hegemonía implica
tanta eficiencia y competitividad en la producción de los productos del estado
del centro que éste es el principal beneficiario del mercado mundial. Este
estado fomenta la reducción extrema o incluso impide la formación de barreras
políticas que se contraponen al libre comercio e inversión, así como el impulso
de ideologías intelectuales y culturales favorables a sus principios. Para él, la hegemonía es pasajera y la
decadencia de ésta comienza cuando se alcanza su cenit “ya que un Estado deja de ser hegemónico no sólo porque pierde fuerza
(al menos hasta que no ha transcurrido un largo periodo de tiempo), sino porque
otros la adquieren...”[8]. La
superioridad productiva agroindustrial conduce a la superioridad comercial, con
las esferas “invisibles” adjuntas a ésta: el transporte, las comunicaciones y
los seguros y posteriormente a la superioridad financiera (banca e inversión). Una vez que se han superpuesto las
diferentes hegemonías en el tiempo, se van perdiendo éstas, siguiendo el mismo
orden (en buena parte sucesivo), de la productiva a la comercial y finalmente
la financiera. El efímero apogeo en el que una potencia central puede “manifestar simultáneamente su superioridad
productiva, comercial y financiera sobre todas las otras potencias del
centro... es lo que llamamos hegemonía”[9].
Pero la hegemonía no es de ninguna
manera un efímero apogeo, sino un ciclo largo de aproximadamente 100-150 años,
según se ha visto desde que Inglaterra asumió ese papel al inicio de la
revolución industrial. Aquí parece haber una importante ambigüedad en la
definición de Wallerstein. Al parecer él utiliza el concepto de hegemonía en un
doble sentido: amplio y estrecho (la “verdadera hegemonía”). Creo que
igualmente habría que afinar su afirmación, por otra parte limitada en el
tiempo, de que la hegemonía presupone una mayor eficiencia productiva que hace
que los productos del país hegemónico sean competitivos incluso en los
restantes países del centro, puesto que eso implicaría que los EUA no serían
desde hace ya algunas décadas el país hegemónico mundial, porque su balanza
comercial ha sido durante muchos años
deficitaria (y por lo tanto su eficiencia productiva relativa ha sido
negativa).
Por otra parte lo que impulsa la
máxima competitividad de los productos del país hegemónico son principalmente
las innovaciones revolucionarias, que ponen en un plano superior de
productividad, calidad, materiales empleados, venta y por lo tanto, precio a
esos productos, abriendo también el abanico de los mismos y que se han
desarrollado prioritariamente en el país hegemónico.
En cuanto a las causas de la
declinación de las potencias hegemónicas, él señala la aparición, en la
posguerra hegemónica, de un “liberalismo global” que tiene como objetivo el
“libre flujo de los factores productivos en toda la economía-mundo”. Pero este
“liberalismo global” permite la “difusión de la pericia tecnológica” a los
competidores y en una etapa expansiva, impulsa “el aumento rampante de ingresos
reales tanto de las capas de trabajadores como de los cuadros incorporados al
bloque hegemónico”. En un largo período estas dos tendencias minan las ventajas
competitivas de las empresas del país hegemónico y propician el ascenso de
competidores, uno de los cuales asume posteriormente la triple ventaja
competitiva que encierra la hegemonía[10].
En cuanto al “liberalismo global”,
habría que señalar que durante las primeras décadas de la preponderancia plena
norteamericana, debido a la confluencia de dos factores: la presencia de
empresas transnacionales de la industria manufacturera en los países pobres y
la existencia de una tendencia interna hacia la “substitución de
importaciones”, surgida en el período de
entreguerras, principalmente en los más desarrollados países de América Latina,
Asia y Africa, las empresas y el gobierno estadunidenses, consideraron factible
“cerrar” esos países a la competencia externa, con el fin de obtener altas
tasas de beneficio para éstas. El proteccionismo que así se estableció, comenzó
a resquebrajarse en la década de los 70[11].
En una primera síntesis,
concordando o no con el autor de referencia, algunos aspectos centrales sobre
el tema que es necesario subrayar son los siguientes (abordaré otros aspectos
posteriormente):
Primero, el sistema-mundo
capitalista surgió estrechamente ligado a la expansión europea en el resto del
orbe[12] (a partir de los ultimos decenios del siglo XV) y condujo
inevitablemente a la hegemonía mundial, la cual ha adoptado estructuras
socioeconómicas y políticas que han ido evolucionando cíclicamente,
expandiéndose y adquiriendo analogías y diferencias marcadas a través del
tiempo, en un ascenso cualitativo en cada escalón sucesivo. En algun momento
futuro las estructuras de hegemonía del sistema-mundo y el propio capitalismo
tenderán a transformarse de tal manera que desaparezcan.
El rasgo básico inicial del sistema
arriba señalado fue la dominación violenta del centro europeo-occidental sobre
la periferia (conquista, exterminio de las poblaciones nativas, saqueo y
colonización, dominación sobre los restos de las civilizaciones conquistadas) y
la creación de imperios mundiales (principalmente el español, el portugués, el
holandés y el inglés), evolucionando a la de hegemonia mundial sobre todo a
partir de la primacía mundial holandesa. La mera existencia de los imperios
coloniales holandés e inglés (el inglés fue el más vasto conocido en la
historia), indica la presencia de una gran dosis de violencia y coerción en su
liderazgo mundial. Los Estados Unidos, a la vez que perfeccionaron estas
estructuras y evitaron el imperio formal, se anexaron durante su ascenso
hegemónico territorios como Hawaii, Puerto Rico y Guam, incluyendo en una
situación semicolonial a los países del Caribe, Filipinas y Centroamérica, para
posteriormente incluir en una situación de subordinación a la mayor parte de
los países pobres.
Segundo, los ejes centrales de la
dominación hegemónica sobre el mundo se inscriben en los campos de la economía,
la política, la guerra y la ideología. El estado que ha devenido hegemónico ha
desarrollado en ellos un esfuerzo secular continuo de mejoramiento e innovación
antes de lograr la hegemonía. En cada uno de estos aspectos el estado
hegemónico ha logrado desarrollar innovaciones revolucionarias cuyo impulso de
aproximadamente cien años (ciclos largos centenarios) se ha traducido en una
mayor productividad y eficiencia y en un conjunto de instituciones resultantes
que han producido una expansión de la economía y de la sociedad mundiales,
desarrollando también las estructuras del sistema capitalista en el orbe. Pero
el impacto global de estas innovaciones ha sido escalonado, se ha dejado sentir
primero (durante un ciclo Kondratiev) principalmente en la sociedad de la
potencia hegemónica, en un periodo posterior (en el siguiente ciclo Kondratiev)
en los restantes países centrales y finalmente en los países pobres. El
potencial de arrastre de esas innovaciones se ha dado principalmente en la fase
A del ciclo largo Kondratiev, ha provocado la expansión del comercio y la
economía mundiales, seguida por la tendencia a su declinación durante la fase B
del ciclo largo indicado, durante la cual se produce una tendencia a la
racionalización de dichas innovaciones y a la preponderancia del capital
financiero-especulativo.
La relativa obsolescencia[13] de las innovaciones revolucionarias apuntadas (al final del ciclo largo
centenario), la sobreextensión de la hegemonía[14], la asimilación de aquéllas por los competidores y la mayor
preponderancia general en ese país de la economía financiero-especulativa,
entre otros aspectos, han provocado la decadencia del hegemón. En el caso
futuro de que existiese en el seno de la actual potencia dominante, los Estados
Unidos (con su extensión al conjunto de América del Norte), un nuevo conjunto
de innovaciones revolucionarias, lo más probable es de que se renueve dicha
hegemonía-dominación, aunque por ahora lo predominante en ese país son los
signos de su decadencia.
Por otra parte, la aparición de
múltiples indicadores del renacimiento de la actividad de los trabajadores en
el mundo indican que en este proceso sectores de las clases subordinadas
también tendrán la palabra y ejercerán su influencia sobre éste, sobre todo
para la realización de reformas estructurales al sistema, que la propia
oligarquía dominante teme realizar, así como para la defensa de sus conquistas
históricas y su derecho al empleo y una vida digna[15].
Tercero, que se trata en el
presente de un sistema mundial de dirección-dominación de un conjunto
heterogéneo de países, en el que han confluído por lo menos los siguientes
tipos de éstos: a) el país hegemónico, b) los restantes países del centro,
dentro de los cuales podemos distinguir a los países aliados, el país o
conjunto de países hegemónicos rivales,
c) los países de la semiperiferia, muchos de los cuales ya durante la supremacía
británica adquirieron su independencia política y conformaron el imperio informal de la Gran Bretaña: los
países mas desarrollados de América Latina[16] y ahora algunos asiáticos y d) aquéllos de la periferia que integraron
los imperios coloniales en el siglo XIX o ahora el conjunto de los paises mas
pobres.
Dentro de las dos categorías
últimas podemos ubicar a los países pobres “enemigos” del país hegemónico
actual, los “rogue states”[17], países
rebeldes y constantemente excluídos del sistema internacional. Esta categoría
ha existido durante el periodo de 200 años que examinamos, constatando la
existencia de una tendencia centrífuga-contractiva del sistema, que ha ocurrido
a la par de la de expansión del mismo[18].
Algunos de estos países pudieron
formar un sistema relativamente diferente al capitalista: cuando se formó el
“bloque soviético”, de socialismo estatal, que por su fuerza e importancia fue
aceptado en la comunidad internacional. Este sistema tuvo su periodo de auge y
en su declinación-desaparición desarrolló crecientes tendencias a la
integración con el sistema mundial capitalista, que a la postre ayudaron
fuertemente a propiciar su regreso-transformación al capitalismo. Un remanente
de ese sistema es el socialismo estatal de China, Vietnam, Norcorea y Cuba. Los
actuales “estados canallas” incluyen a Irak, Afganistán, Libia, Norcorea, Cuba,
Irán, etc. Excepciones históricas a la absorción en un sistema mundial de
hegemonía han sido en algunas etapas: el Japón, que se cerró a las relaciones
con las potencias occidentales hasta 1853-54, cuando las cañoneras
norteamericanas del Comodoro Perry lo obligaron a abrirse al comercio
occidental, el Paraguay del Dr. Francia, etc.
Cuarto.- Para lograr la hegemonía
mundial el hegemón debe también subordinar a su favor la esfera
político-estatal de los países del tercer y cuarto grupos anteriormente
indicados y asegurarse la lealtad no exenta de contradicciones de las elites
políticas de los países desarrollados.
En quinto lugar, la instancia (es
una de las ultimas en desaparecer) que ha preservado históricamente la
hegemonía mundial de un determinado país es el sistema militar que éste
desarrolla en la sociedad mundial, a través de alianzas, bases militares,
entrenamiento de cuadros, suministro y perfeccionamiento constante de sus
armas, etc.
En sexto lugar, existe también una
esfera no mencionada por Wallerstein, la monetaria, que es importante para la
consecución de la hegemonía. El predominio del dólar en las transacciones
internacionales es incontrastable hasta el dia de hoy.
Sintetizando, señalaremos que,
según nuestro punto de vista la hegemonía en la sociedad-mundo contemporánea es
un proceso cíclico de establecimiento de un orden de dirección-dominación
informal (y en éso se diferencia de los imperios, aunque algunos de los que
fueron países hegemónicos también hayan sido imperios), de una potencia (de sus
clases dominantes, sus empresas e instituciones), sobre la mayor parte del
mundo (incluyendo a las clases subordinadas de su propio país) y sobre la mayor
parte de las esferas de la actividad humana (economía, política, militar,
ideológica), con el fin de que las empresas, personas e instituciones de aquélla (y en el proceso
de decadencia de ésta de manera compartida con las de las restantes potencias centrales)
puedan operar sin obstáculos (y con ciertos privilegios, principalmente en la
economía) y puedan obtener los mayores beneficios, pero también para que el
sistema capitalista en su conjunto pueda operar y beneficiar de distinta manera
a todos los integrantes del mismo. Cada uno de estos ciclos largos se podría
dividir en tres fases:
1).-Hegemonía
en disputa. Desplazamiento de la antigua potencia y ascenso (aparición de las
innovaciones revolucionarias), seguido de la victoria hegemónica de la nueva.
2).- Hegemonía plena o indisputada
3).- Hegemonía compartida o en declinación (vieja
potencia). Hegemonía en ascenso (nueva potencia y rival hegemónico).
La variación temporal de estos
ciclos es grande, pero la mayoría de los autores y el promedio de los tres
ciclos ultimos indican un término de cien-ciento cincuenta años. A la primera
fase señalada le antecede la de hegemonía compartida o en declinación de la
antigua potencia y de ascenso de la nueva, en el ciclo anterior. La primera
fase es una en la que el papel principal lo tienen tres países: el hegemón en
declinación, el rival hegemónico y el heredero de la hegemonía, como sucedió
durante las dos primeras guerras mundiales, en las que el rival hegemónico
beligerante era Alemania (en la segunda, junto con Japón) y el aliado, pero a
la postre, heredero de la hegemonía, los EUA; asimismo ésta coincide en el
tiempo con la declinación definitiva de la vieja potencia hegemónica. Por ello,
a diferencia de Wallerstein, quien destaca la sucesión de cuatro fases:
hegemonía en ascenso, victoria hegemónica, maduración hegemónica, hegemonía en
declinación, y, basándome en su propia definición de este concepto, aquí se
proponen las tres fases señaladas, que en sí mismas forman un ciclo, agrupando
en una sola fase la primera y la última del autor señalado.
Wallerstein (junto con Hopkins),
relacionan los periodos de sucesión hegemónica con pares de ondas largas del
ciclo Kondratiev:
A1 (ascenso) Hegemonía en
ascenso-agudo conflicto entre los rivales a la sucesión. Por ejemplo:
1897-1913/20
B1 (declinación) Victoria hegemónica-el “nuevo” poder sobrepasa al “viejo”
en declinación. 1920-1945 (T=1920-29).
A2 (ascenso) Madurez
hegemónica-verdadera hegemonía.1945-1967
B2 (declinación) Hegemonía en declinación-conflicto agudo del poder
hegemónico en contra de sus sucesores. 1967-2025 (T=1967).
El esquema anterior es interesante,
aunque a mi parecer no forma un ciclo, ya que la fase de declinación, B2 se superpone con la de ascenso del A1 y por otra parte debido a su relativa rigidez puede no haber coincidido
con la evolución histórica real, por lo menos en el par de ciclos Kondratiev
más recientes: la primera guerra de hegemonía (1a. guerra mundial), vino a
interrumpir la onda de ascenso A1, su
terminación dió paso a la onda de declinación económica B1, y ya desde 1918 a la declinación económica y financiera de la Gran
Bretaña, el centro financiero mundial pasó de Londres a Nueva York, sobre todo
después de 1931, aunque debido al peso de los factores estructurales y del
predominio monetario y político-militar, siguieron prevaleciendo algunos rasgos
de la hegemonía británica. A partir de la segunda guerra de hegemonía se
produce la siguiente onda de ascenso A2. Es decir, en éste caso las guerras de hegemonía resultaron parteaguas
de distintas ondas largas, por otra parte la completa victoria hegemónica de
los EUA, se da tan sólo en las postrimerías de la segunda conflagración bélica,
por lo que los esquemas señalados no son completamente válidos para aprehender
la compleja evolución del ascenso, madurez y declinación de las hegemonías.
Resulta que el ascenso y la disputa
hegemónicas, tanto del rival como del heredero hegemónicos se entremezclaron y
duraron por lo menos 52 años (de 1893 a 1945), un ciclo largo Kondratiev y no
solamente una fase u onda de ese ciclo de manera sucesiva. Por otra parte es de
subrayar que la hegemonía productiva de los Estados Unidos duró no solo todo
ese periodo sino el siguiente, de hegemonía indisputada, hasta que comenzó su
evidente declinación productiva en 1971. La duración del predominio productivo
fue de aproximadamente 80 años, un ciclo y medio Kondratiev.
Han sido siete los aspectos
fundamentales en los que se ha basado históricamente el ciclo de hegemonía. En
cada fase, estos aspectos adquieren connotaciones diferentes. Las tres potencias
que han ejercido una clara hegemonía en la sociedad-mundo capitalista de los
últimos casi cuatro siglos: Holanda, Gran Bretaña y los EUA, han venido
perfeccionando el sistema de hegemonía, elevándolo cada vez en un escalón
cualitativamente más alto. La hegemonía holandesa fue más bien una etapa de
transición hacia la hegemonía mundial, ya que en ese periodo apenas se estaba
expandiendo la economía capitalista europea hacia la periferia y sus rasgos
principales se estaban apenas delineando, mientras que la británica y
norteamericana ya se basaron en la sumisión de esta extensa zona a la
acumulación de capital y se formaron estructuras internacionales.
Al final de esta nueva etapa de
extrema internacionalización de la economía y la sociedad (la así llamada
globalización), ¿se prolongará indefinidamente un cierto empate entre dos-tres
conjuntos de países? ¿Podrán recomponer los EUA su hegemonía (con una
estrategia que incluya, por ejemplo el absorver al resto de las naciones de
Norteamérica), comenzando un nuevo ciclo de ésta? Son preguntas abiertas para
las que no existen respuestas definitivas.
Los siguientes son los aspectos más
generales, comunes para todas las fases de la hegemonía, pero en especial para
la de hegemonía indisputada, presentes sobre todo en el ciclo hegemónico más
reciente:
1.- El establecimiento de una estructura de dominación hegemónica mundial, basada en
instituciones multilaterales, así como en empresas e instituciones del país
hegemónico (mas las de los otros países desarrollados sobre todo en la etapa de
hegemonía compartida) y un sistema de principios, privilegios y reglas de
operación a través de las cuales se ejerce dicha hegemonía. Dichas estructuras
han crecido en cada ciclo hegemónico, hasta abarcar el conjunto de los sectores
de la sociedad humana, siendo su núcleo la estructura económica mundial.
Estas estructuras tienden a perpetuar la
dominación-explotación no solo del país hegemónico sobre el resto del mundo,
sino también la del conjunto de los países desarrollados (sus empresas e
instituciones) sobre los de la periferia y semiperiferia, permitiendo solo por
excepción la promoción de algunos países de esta última hacia el centro (por
ejemplo España e Irlanda en el mas reciente periodo o Finlandia después de la
segunda guerra mundial[19]), asimismo
de países de la periferia hacia la semiperiferia (por ejemplo los tigres
asiáticos o algunos de los países petroleros del oriente medio), auspiciando la
permanencia de las estructuras dependientes en los países atrasados. En el seno
de ese sistema se producen cambios en el poder relativo de las potencias.
Después de la maduración hegemónica, viene su decadencia y el ascenso de los
rivales, creando un creciente desequilibrio.
Pero el conjunto de este sistema estructural es tan poderoso,
que este desequilibrio de poderes y el sistema aludido solamente han podido ser
suprimidos (dando lugar a la aparición de un nuevo hegemón y su sistema
respectivo) por fuertes crisis aunadas a grandes conflagraciones bélicas, las
últimas de las cuales alcanzaron magnitudes enormemente destructivas. Con la
aparición de las bombas nucleares, las armas químicas y biológicas se hace
impensable que en el futuro vuelvan a producirse esos conflictos mundiales.
En la preponderancia holandesa sobre el mundo no existió una
red de instituciones multilaterales, aunque las empresas creadas por ese país
jugaron un papel principal en el comercio mundial y se esparcieron por el orbe.
La Compañía Holandesa de las Indias Orientales (VOC) y su similar para
occidente (WIC), sirvieron de modelo para otros países, aunque Inglaterra había
fundado una empresa similar dos años antes de ésta (1602). Fueron empresas
estatutarias por acciones, semi-estatales, semi-privadas, de proporciones
colosales para la época (la VOC), verdaderas empresas transnacionales de la
época[20].
A la VOC le fue otorgado el monopolio del comercio en el
vasto territorio comprendido en los océanos Índico y Pacífico, desalojando de
las rutas comerciales a españoles y portugueses. La compañía constituía prácticamente
un pequeño estado, teniendo el derecho de poseer flotas y fuerzas armadas,
establecer colonias, fuertes, arreglar tratados, declarar la guerra[21], firmar la paz, incorporar territorios y administrar los enclaves
coloniales. Las enormes ganancias comerciales se complementaban con las
ganancias provenientes de la explotación colonial de tal manera que en sus 198
años de existencia pagó 3 600% de dividendos a sus accionistas comunes, o un
18% anual, pero los dirigentes obtuvieron un 100%[22]. Los holandeses establecieron una red de enclaves en el mar Báltico, en
el Mediterráneo, Africa, Asia y el Caribe, llegando a establecer colonias en el
continente americano (New Netherlands: Nueva York, New Amsterdam: Manhattan,
Surinam) y a conquistar temporalmente Brasil durante 1624-1630-1654.
La preponderancia financiera de los Países Bajos persistió
hasta fines del siglo XVII, cuando este país ya había perdido su primacía
comercial y naval. A partir de 1710, pero sobre todo en los años 40 de ese
siglo, los banqueros holandeses se convirtieron en los financieros de
Inglaterra, en 1780 poseían 3/7 de la deuda nacional inglesa, pasando a
financiar también la naciente industria británica. Los empresarios holandeses
se habían convertido en rentistas[23].
Durante la hegemonía de la Gran
Bretaña, aparte del Banco de Pagos Internacionales creado en las postrimerías
de esa época (1930 ) y de la Organización Internacional del Trabajo (1919), no
hubo una extensa red de instituciones económicas multilaterales, aunque sí una
relativamente amplia de organizaciones internacionales de infraestructura[24], como la Unión Internacional de Telégrafos (1865), la Organización
Meteorológica Mundial (1873), la Unión Postal Universal (1874), la Oficina
Internacional de Pesos y Medidas (1875), etc. En el plano político los imperios
que se habían formado eran autosuficientes y tan sólo en los años 20 se formó
la Sociedad de las Naciones, de la que no formaban parte los Estados Unidos,
pero sí muchas de las naciones entonces independientes, principalmente
europeas.
Para asegurar la dominación
mundial, la Gran Bretaña construyó una extensa red de bases navales alrededor
del mundo. Sobre ésta y la preponderancia en los mares de la flota británica,
creó un enorme imperio colonial y otra área informal (comercial, financiera y
de inversiones directas), en la que ejercía su hegemonía (América del Sur,
grandes partes de China, etc.). Para favorecer su comercio e inversiones, los
británicos exportaron a todo el mundo la ideología del liberalismo, del librecambio
e intentaron eliminar las barreras a la libre circulación de las mercancías y
de los capitales. Pero el enorme esfuerzo de exportación de capitales convirtió
a la Gran Bretaña en un país de rentistas, de personas que vivían de sus
capitales en el exterior, inhibiendo la renovación de capitales al interior y
paulatinamente este país se fue quedando atrás de más poderosos competidores
como los Estados Unidos y Alemania.
Durante la preponderancia
norteamericana, las nuevas estructuras incluyeron toda una vasta red de
instituciones en todas los sectores de la sociedad. Su base fue la estructura
económica y el núcleo de ésta fueron los acuerdos de Bretton Woods (1944), que
equiparaban al dólar con el oro e instituían al Banco Mundial (Banco
Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo) y al Fondo Monetario
Internacional como los cancerberos de las esferas monetaria y financiera
internacional, de ellos derivaron bancos regionales como el BID (Banco
Interamericano de Desarrollo). En ellos, los EU dominaban a través del
mecanismo de la adquisición de la mayoría de las acciones y los votos. Estas
organizaciones, así como el sistema monetario y financiero internacionales
sufrieron modificaciones importantes durante la primera mitad de los años 70
del siglo pasado debido a la declinación económica de los Estados Unidos.
En el área política se formaron la
ONU (1947) y algunas organizaciones regionales como la OEA. De la ONU derivaron
muchas otras organizaciones como la UNCTAD (Conferencia sobre comercio y desarrollo),
la FAO (Organización de la Alimentación y la Agricultura, 1943), la UNESCO, la
WHO (Organización Mundial de la Salud), el GATT, ahora OMC, el ITU (Unión
Internacional de Telecomunicaciones), UNIDO (Organización de Desarrollo
Industrial), etc.
Además los Estados Unidos
establecieron un conjunto de bases militares y navales en el mundo,
especialmente alrededor de la URSS y los entonces países socialistas, amparados
en una serie de pactos militares con conjuntos de países, como el Pacto de Río
de Janeiro que englobaba a los países americanos (1947), el CEATO, el SENTO, la
OTAN (1949), el Tratado con Japón de 1951, etc. En total, los EU tenían, al
terminar la guerra, 2 417 bases para el
conjunto de sus fuerzas armadas. En el plano de la seguridad nacional de los EU
se formaron la CIA (1947) y la Comunidad de Inteligencia.
La relativa declinación productiva
y comercial de la actual potencia hegemónica no significa per se que esté próxima la substitución de su hegemonía global,
puesto que los restantes aspectos hegemónicos: el financiero, monetario,
político y militar son lo suficientemente poderosos como para permitirle
todavía sostener y eventualmente recomponer su preponderancia mundial en un
nuevo ciclo de ésta. Para que se dé su substitución es necesario primero
cambiar (o destruir) substancialmente las estructuras en las que se basa esa
hegemonía.
2.- El establecimiento de un modelo de desarrollo económico centenario.
Los ultimos dos periodos de hegemonía mundial se han basado en sendas
revoluciones energéticas que han transformado la economía y la sociedad humanas
durante un periodo largo (aproximadamente un siglo), originadas o desarrolladas
prioritariamente en los países hegemónicos. Una doble innovación se encuentra
en el origen de esas transformaciones: un nuevo energético principal y su motor
correspondiente, los que elevan a la productividad general de la economía a un
nivel más elevado. El modelo de desarrollo económico que ha surgido se ha
nutrido de la aplicación de esas innovaciones revolucionarios a la industria,
los transportes y otras ramas de la economía de estos países hegemónicos y
después de un ciclo largo Kondratiev se ha diseminado al resto de los países
centrales, sólo algunos aspectos de este modelo han arribado al resto de la economía
mundial en ese período.
La hegemonía holandesa, en realidad
una semi-hegemonía, porque el mundo todavía no había sido sometido a la
dinámica de la expansión mercantil europea, se basó en mejoras substanciales en
la construcción y transporte naval (fluyts), en la utilización de la turba,
cuyo contenido calorífico es de la mitad del carbón[25], así como en innovaciones en varias ramas de la economía, en las
agropecuarias, en la pesca, la textil: la fabricación, tinte y estampado de
telas, el refinamiento del azúcar y la sal, la industria del tabaco, las
destilerías, la edición y venta de libros, elaboración de baldosas, etc. Las
manufacturas holandesas se hallaban en una primera etapa subordinadas al
capital comercial, aunque Madddison y Wallerstein[26] han demostrado que la hegemonía de este país se encontraba basada en el
capital productivo en las industrias-líder. En palabras de Daniel Defoe (1728):
los holandeses “son los transportistas, intermediarios en el comercio,
comisionistas y manufactureros de Europa, compran para luego vender, importan
para después exportar”[27]. El
capital comercial de este país propició su rápido desarrollo, alcanzando la
hegemonía plena en el período 1648-1700, aplastando posteriormente a sus
propias manufacturas, para decaer durante la mayor parte del siglo XVIII.
Durante el periodo de la hegemonía
británica el mecanismo más poderoso de preponderancia productiva de ese país
sobre el mundo fue la revolución industrial, iniciada ahí, mientras que en el
plano monetario y financiero la transición del bimetalismo al patrón oro y la equivalencia de la libra
esterlina al oro, permitían la fluidez mundial de los pagos internacionales y de los flujos de capitales
y oro, controlados en gran medida por el Banco de Inglaterra y la City[28], barrio financiero de Londres. La revolución industrial se basó en la
utilización del carbón como fuente energética principal y de la máquina de
vapor y la difusión de ambas en las ramas de su economía, principalmente en la
industria textil, la siderurgia, la metalurgia, los ferrocarriles y los barcos
de vapor.
Las exportaciones y las inversiones
procedentes de la Gran Bretaña inundaban el mundo, en el año de 1914 las
inversiones británicas ascendían a más del doble de las de su más cercano
competidor, Francia. La Gran Bretaña se favorecía de y regulaba en gran medida
la división internacional del trabajo. Pero con la exportación de sus
innovaciones y empresas, la Gran Bretaña estaba creando su propia competencia.
Por un periodo de tiempo este país había creado un monopolio de esas
innovaciones, pero la tendencia de la tasa de beneficio a caer la obligó a
exportarlas. Después de 1848 una nueva ola de innovaciones o la generalización
de innovaciones anteriores renovó la potencia británica (aunque éstas también
fortalecieron a sus competidores), entre ellas se pueden mencionar los
ferrocarriles, la siderurgia, las máquinas-herramienta, los barcos de vapor,
etc. Los principales países competidores de la Gran Bretaña en el plano
económico fueron Alemania y los Estados Unidos, los que a la postre la
sobrepasaron en poderío económico ya a finales del siglo XIX.
La nueva revolución
tecnológico-económica que ocurrió a partir de las ultimas décadas del siglo XIX
comenzó al mismo tiempo en varios países europeos y los Estados Unidos, sin
embargo una serie de circunstancias (entre otras las dos guerras mundiales, la
saturación de algunas innovaciones anteriores como los ferrocarriles, la
dimensión menor del mercado de las pequeñas naciones europeas), provocaron su
desarrollo prioritario en este país.
La utilización de un nuevo tipo de
energía, con el cambio del carbón por el petróleo, la innovación del motor de
gasolina y la aparición de nuevos vehículos como el automóvil y el avión, la
aplicación masiva de la electricidad, el perfeccionamiento y uso generalizado
del acero, de la química pesada, de las máquinas-herramienta entre otras
innovaciones, provocaron el ascenso constante de la potencia del norte, la que
aprovechó el debilitamiento extraordinario de las estructuras británicas debido
a las dos guerras mundiales y la crisis del 29-33 para imponer un nuevo orden
mundial.
En los años posteriores a la
segunda guerra mundial una serie de innovaciones en el campo de la electrónica,
la petroquímica, las fibras ópticas, las telecomunicaciones, la computación,
los servicios de información, las redes satelitales y el descomunal desarrollo
de los mercados financieros hicieron posible un ulterior desarrollo de la
economía en los Estados Unidos, aunque su declinación relativa a partir del fin
de los años 60, en relación a Europa Occidental y el Japón se sustentaba en
numerosos indicadores de la economía productiva y de su debilidad en el
comercio exterior. A partir de 1992 la economía norteamericana tuvo un ascenso
sostenido, el que se terminó en el 2000 y se debió en gran parte a la succión
de capitales del exterior y al involucramiento de grandes sectores de la
población y las empresas en la economía financiero-especulativa[29].
3.- Sobre las bases del desarrollo
económico más avanzado del país hegemónico, se destacan las formas nacionales
mas perfeccionadas de las instituciones socioeconómicas y políticas de la
época, las que le sirven a aquél para extender su dominio: la forma más
avanzada del estado, de la empresa, de las relaciones laborales, etc.
En los años previos a la Pax Neerlandesa, ocurrió la primera
revolución burguesa en Europa (1566-1609), lo que le imprimió su sello al
estado surgido de esa revolución, estado modelo para Europa, copiado en algunos
aspectos por aquéllos países que intentaban ponerse a la vanguardia de su
tiempo. La república burguesa de las Provincias Unidas constituyó un modelo de
país capitalista del siglo XVII y sus capitales, a mediados de ese siglo
superaban a los capitales conjuntos del resto de Europa[30]. De las empresas estatutarias por acciones se ha hablado supra. Otras instituciones que formaron
un modelo internacional aunque no fueran las primeras de su tipo, fueron el
Banco de Amsterdam (1605), de acuñación de moneda, depósito y de préstamos y la
Bolsa de Valores (1611) en esa misma ciudad.
En el periodo de la Pax Britannica
la forma preponderante de la empresa fue la empresa familiar o de propiedad
individual. Las empresas industriales y bancarias se basaban en ésta, aunque en
los años 60 del siglo XIX aparecieron las sociedades anónimas por acciones y
éstas evolucionaron rápidamente en las grandes sociedades corporativas que hoy
conocemos como empresas transnacionales, las que se desarrollaron al mismo
tiempo en algunos países europeo-occidentales (Alemania) y los EU, alcanzando
su mayor perfeccionamiento en este país.
El modelo norteamericano de los
trusts y consorcios-empresas transnacionales es el que se ha impuesto en el
mundo, con los métodos del fordismo (ahora toyotismo) de producción en cadena,
aunque desde los años 70 del siglo pasado la expansión de las empresas europeas
y japonesas ha sido mayor que las norteamericanas. Otras instituciones que se
impusieron y exportaron al mundo fueron el estado liberal británico y
posteriormente el estado del bienestar que alcanzó su mayor desarrollo en
Europa occidental (comenzando en Alemania en la época de Bismarck) y los EU.
4.- Otros aspectos económicos. Aquí
habría que añadir a lo dicho por Wallerstein, que la superioridad simultánea
que un país demuestra sobre el resto del mundo[31], presupone una tendencia a acentuar ésta en las ramas de punta: en este
nuevo periodo en la informática, la microelectrónica, la robótica,
biotecnología, etc., pero sobre todo, en el nuevo paradigma energético (la
substitución del petróleo por el gas natural) y sus derivaciones en los
transportes, las comunicaciones, etc. De manera paralela, el sector de la
informática, ha adquirido importancia en el mas reciente periodo, aunque ésta
ha sido exagerada y deformada por los autores de la “nueva economía”, una
corriente de interpretación de la expansión económica de los EU en los años
noventa[32], y también por algunos autores latinoamericanos[33]. El sector financiero norteamericano ha absorvido grandes capitales del
país y del resto del mundo y en el periodo 1999-2000 contribuyó al crecimiento
de la economía de ese país, aunque su influencia general en ésta ha sido
negativa al evitar la inversión en el sector productivo.
Los estados hegemónicos establecen
redes de dominación económica, comercial y financiera que abarcan el mundo, así
como instituciones multilaterales que les permiten el dominio sobre las
materias primas, en especial las estratégicas, dentro de las que destacan los
energéticos, el petróleo, el gas natural y las energéticas-destructivas como el
uranio (sobre la mayor parte de estas detentan un virtual monopolio), la fuerza
de trabajo nativa, los mercados nacionales, la moneda y las finanzas de las
diferentes naciones, así como sobre las transacciones financieras internacionales
(al menos durante un periodo), con el fin de que sus empresas y negocios
obtengan una posición privilegiada y las máximas tasas de ganancia posibles.
Como señalan acertadamente Joyce y
Gabriel Kolko, en referencia a las condiciones en que despuntó el inicio de la
hegemonía norteamericana[34]: después
de la gran conflagración bélica y el caos resultante, los EU eran la nación mas
rica del orbe y no tenían rivales de consideración...Los EUA establecieron objetivos para reconstruir el mundo. “Esencialmente, el objetivo de los Estados
Unidos consistía en reestructurar el mundo de tal manera que los negocios
norteamericanos pudieran comerciar, operar y obtener ganancias por todas partes
sin restricciones”. Este aspecto provocó unanimidad entre los líderes norteamericanos
y sobre esta base se elaboraron políticas y programas en un mundo capitalista
de naciones “políticamente seguras y
estables, y con libre acceso a las materias primas esenciales. Tal orden
universal excluía a la izquierda del poder y necesitaba un control conservador
y finalmente subordinado a través del globo. Este objetivo esencial también
requería limitaciones en la independencia y desarrollo en el Tercer Mundo que
pudieran entrar en conflicto con los intereses del capitalismo (norte)americano”
Por otra parte, la creación de
tecnología, particularmente de alta tecnología, y la producción de los
productos derivados de ésta es un aspecto clave en la dominación de los países
centrales y es una actividad altamente monopolizada por éstos. El poder hegemónico
desestimula constantemente la creación autónoma y sistemática de tecnologías de
punta por las universidades, centros de investigación y empresas públicas o
privadas de los países dependientes, (no siempre con éxito), aunque en el
último periodo traslade una parte pequeña de sus operaciones de high technology a estos mismos países,
pero parcialmente y siempre bajo su control. En fases previas, la producción de
máquinas para producir máquinas era estrictamente monopolizada por los países
centrales (ya que entonces esto servía para fortalecer la hegemonía), pero
ahora varios países subordinados, los más avanzados de entre ellos: Brasil,
México, India, Corea del Sur, Argentina, Taiwan, etc. han desarrollado partes
de dicho sector, inclusive algunos de ellos incursionaron en los 70 y 80 en
algunos rubros de la alta tecnología militar, aunque después su participación
en el ramo declinó.
Pero la parte principal de las
redes antes mencionadas son las empresas transnacionales. Las norteamericanas
ejercieron un dominio abrumador en la etapa de hegemonía indiscutida (1945-75),
posteriormente fueron desplazadas en su posición líder en múltiples ramas por
sus competidoras europeo-occidentales y japonesas y a partir de los 90
repuntaron nuevamente[35].
Una serie de tratados y acuerdos
del país hegemónico con los países-clientes dependientes, aseguran el control
ahí de las posiciones claves antes señaladas. Los mercados internacionales de
los productos de exportación de los países subordinados son regulados por las Bolsas
de valores de los países centrales (en especial las de Londres y Nueva York), o
por acuerdos bi- o multilaterales o por convenios especiales que delimitan las
cuotas producidas por los distintos países; etc. Las empresas transnacionales
(u otro tipo de empresas de esos países) de los países centrales se encuentran
en el origen o proceso y/o destino de la inmensa mayoría de los productos de
exportación de los países dominados y en una parte substantiva de aquéllos que
se producen para el mercado interno.
El país hegemónico ha propiciado la
conformación de élites subordinadas en los países dependientes para que
colaboren con él (las reglas del juego son cambiantes y flexibles, en sus
aspectos básicos están bien delimitadas) y ejerzan la dominación política
económica y militar en sus países[36],
conformando una clase dominante-dominada[37]. En los
otros países del centro aquél forma poderosos “lobbies” de presión en su
interés y emplea otras formas de manipulación sobre los círculos locales de
poder.
Cuando miembros de estas élites, o
como excepción, líderes populares, en las regiones subordinadas, han llegado al
poder y han intentado imponer otras reglas o un curso nacionalista, los
aparatos de inteligencia y represión de las potencias hegemónicas no han dudado
en utilizar la fuerza, el chantaje, la persuasión, etc. para eliminarlos del
poder, corromperlos o anularlos. Sin embargo, la complejidad de la escena
mundial y de las luchas de clases es tal, que no siempre han tenido éxito o
incluso se han dado coyunturas en las que la situación política cambió
substancialmente en las mismas potencias (por ejemplo durante el periodo de
F.D. Roosevelt).
Las élites subordinadas han
conformado sistemas gangsteriles o semi-gangsteriles de control de los
trabajadores, empleando verdaderos ejércitos de controladores, glopeadores y
agentes con este fin. Es en gran parte en dependencia de estas ventajas represivas (cuya vigencia es
temporal y provocan finalmente ciclos de convulsiones políticas, dando lugar a
la emigración de los capitales extranjeros a nuevos países) así creadas, de su capacidad de imponer “la paz y el orden” y no tanto de las llamadas ventajas
comparativas o competitivas, lo que atrae a los capitales extranjeros.
Por otra parte, la hegemonía
indisputada es transitoria y provoca un ascenso de otras potencias del centro.
El porqué declinan las potencias hegemónicas es un vasto tema y ya hemos
indicado algunas ideas al respecto, aquí solo añadiremos algunas otras,
referidas principalmente a la etapa de la hegemonía indisputada. Una de ellas
tiene que ver con los efectos de la ley del desarrollo desigual y combinado,
entre otros, al hecho de que las monedas de los competidores en el periodo de
la hegemonía indisputada generalmente están subvaluadas con respecto a la potencia
principal. Otro aspecto consiste en que las ramas de la economía hegemónica
tienen una mayor obsolescencia relativa, que dificulta la renovación dinámica
de éstas, en contraposición con las de sus competidores, más nuevas y ágiles;
de que los salarios de los trabajadores de estos países son menores, etc., lo
que en el largo plazo hace que se presenten rivales de envergadura a la
dominación hegemónica de la potencia en turno.
Las potencias hegemónicas han
delimitado áreas especiales de importancia estratégica para ellas, en el
pasado, la mayor parte de éstas las incorporaron a su dominio bajo la forma de
imperios coloniales o semicolonias, en la actualidad los EUA han delimitado una
Gran Area, estratégicamente indispensable para ella, que incluye principalmente
a los países de América Latina y a los países petroleros del Medio Oriente.
El paso de la etapa de la hegemonía
plena a la compartida en los EUA y la ulterior declinación de ramas
industriales enteras (sobre todo en los años 70 y 80) ha provocado la creación
de una estrategia múltiple de ese país para recuperar la hegemonía plena, así
como una gran polémica dentro de la sociedad norteamericana sobre las causas,
evolución y consecuencias de la declinación o de si ésta realmente existe y no
es una exageración de algunos autores[38]. A finales
del 2000 el país comenzó a entrar a una recesión, inicio de un período
prolongado de recesiones económicas y convulsiones socio-políticas que
probablemente dure una década.
5.- Otros aspectos políticos. Estos
incluyen la formación de un sistema de dominación política sobre la mayor parte
del resto del mundo (fase de hegemonía plena), que incluye el predominio de la
potencia principal y sus potencias aliadas en los organismos internacionales
(Sociedad de las Naciones en el pasado, ahora la ONU, OEA, etc.), un sistema de
estados-clientes y la limitación al
máximo (durante el período de la hegemonía indisputada), de las esferas de
influencia de las restantes potencias del centro. Con estas últimas, el país
hegemónico prefiere recurrir a la alternancia del consenso, de liderazgo a
través de políticas sofisticadas y sutiles, sobre todo en su etapa de hegemonía
compartida, pero también utiliza guerras económicas, fuertes presiones
político-militares y golpes bajos de toda índole. La tendencia de largo plazo,
sin embargo, es hacia el fortalecimiento de las contradicciones y roces
interpotencias. La desaparición, a partir de la terminación de la segunda
guerra mundial, de conflictos bélicos entre las potencias del centro y la extrema
destructividad de las armas atómicas, químicas, biológicas, replantea la
posibilidad de la aparición de los ciclos de guerras hegemónicas[39]. Pero de algún modo habrá de resolverse de manera violenta la rivalidad
entre las potencias por la nueva hegemonía sobre el mundo.
Mientras que en el país hegemónico
(y en general en el centro), se han desarrollado (en un proceso contradictorio
y con altibajos, con retrocesos, en ciclos), formas modernas y avanzadas del
sistema político-estatal[40], a la vez
que los más sofisticados mecanismos de manipulación político-ideológica, en la
periferia y la semiperiferia aquél ha tendido a apoyar diversos tipos de
régimen político, incluyendo a las más represivas dictaduras, siempre que
sirvan a sus intereses de dominación. Después del 11 de septiembre del 2001 se
abre una etapa de transición política en el mundo en la que se afirman las
tendencias militaristas y policiacas.
En los años 80 y 90 del siglo
pasado, después de quiebres importantes como la revolución iraní, la caída del
sistema soviético y otros factores, los EUA en dependencia del grado de
agudización de la lucha de clases en los distintos países, tendió a favorecer
formas de manipulación política próximas a las democráticas. Pero la democracia
política real en estos países (si es que alguna vez pudiera darse aquí)
únicamente será posible con un cambio radical de las capas dirigentes por capas
con vocación democrática, en el aparato del estado y la reestructuración
democrática de éste, sin excluír las estructuras represivas puesto que
actualmente se tiende a substituir a la democracia real por una “democracia protegida”[41], con el
fin de evitar la llegada al poder de movimientos nacionalista-democráticos.
El sistema electoral de los países
latinoamericanos está fuertemente condicionado por los “apoyos” que le
proporcionan toda clase de entes internacionales, especialmente los EUA y las
instituciones multilaterales dominadas por éstos. El FMI elabora programas y
proporciona créditos para el combate a la “pobreza”, para la asistencia social,
para “ayudas” al campesinado, que en realidad son utilizados para mantener
clientelas cautivas y comprar votos baratos de manera encubierta por los
partidos del status quo. Estos créditos se proporcionan de manera preferente
durante el proceso electoral. Pero las agencias gubernamentales norteamericanas
también han intervenido de manera decisiva para enfrentar y en su caso derrocar
o por lo menos tratar de hacerlo, a coaliciones de izquierda, como en el caso
de Allende en Chile, la Nicaragua sandinista y la Cuba socialista.
Otras organizaciones, sobre todo
las europeas, también han participado apoyando a sus congéneres, como es el
caso de las organizaciones internacionales demócrata-cristianas y socialistas,
que proporcionan asistencia teórico-organizativa y monetaria.[42]
Una vez establecidas las reglas del
juego en los países subordinados y cuando en el poder se encuentran “aliados”,
la conducción de los asuntos políticos cotidianos se deja a estos últimos, bajo
la estrecha vigilancia (e intervención directa e indirecta, según el caso), de
distintos organismos (Departamento de Estado, Embajada local, CIA, FBI, DEA,
Pentágono, Departamento del Tesoro, Secretaría de Agricultura, etc.). La
política seguida por estas organizaciones incluye una gran dosis de hipocresía estatal imperial[43], la cual ha
sido una constante en las relaciones con los países subordinados (en los siglos
XIX-XX también la Gran Bretaña llevó a cabo una política similar, por lo que se
le conocía como “la pérfida Albión”).
Se sostienen públicamente políticas
“democráticas” o de defensa de los derechos humanos que están en abierta
contradicción con las relaciones reales que se establecen con los aparatos
represivos de las dictaduras o semidictaduras, con partidos gobernantes no
democráticos, etc. En un contexto similar se inscribe la crítica que se hace
desde organismos gubernamentales o medios de comunicación masivos de aquel país
a la profunda corrupción de los aparatos gubernamentales de los países
subordinados o a la ola de crímenes políticos de opositores políticos en tal o
cual país, cuando son precisamente los Estados Unidos los que propician la
aparición de estos fenómenos.
Sin embargo, en el aspecto
económico, la supervisión e intromisión directa e indirecta es mayor. Aquí el
número de organismos y agencias que intervienen es muy grande, pues aparte de
los gubernamentales de la superpotencia[44] y de las
organizaciones internacionales (FMI, Banco Mundial, BID, etc.), se inmiscuyen
también de manera directa los organismos privados: las corporaciones
transnacionales, para moldear la política que finalmente se adopta en los
países de referencia[45]. Pero
también aparecen como sujetos de presión los consorcios transnacionales de
otras potencias. El peso de los negocios y agentes nativos es, por lo general y
en los aspectos fundamentales, pequeño (salvo excepciones), en la elaboración y
ejecución de las políticas económicas de los gobiernos señalados. Las
contradicciones que aparecen debido a la gran cantidad de actores y organismos
que intervienen son conciliadas por los funcionarios gubernamentales nativos,
dándole a ellos por ésto, en ocasiones, la apariencia de estar por encima de
aquéllos. El estado, tanto en los países desarrollados como en los
dependientes, ha venido a ser controlado por el capital financiero
internacional, debido a las enormes dimensiones de éste.
La corrupción que aflora por todos
los poros de las sociedades subordinadas y que actualmente alcanza proporciones
mayúsculas, el “arte” gubernamental de hacer la mayor parte de las cosas mal,
el desastre de la vida socioeconómica que diferencia a estas sociedades de las
desarrolladas, es en medida fundamental debido a la posición de hegemonía y
dominación de la potencia señalada, así como a todos los fenómenos de
descomposición y desorden de la vida de las sociedades de estos países en la
etapa presente. Se ha propiciado la aparición de poderosas mafias del
narcotráfico, otros negocios ilícitos, etc., cuyos representantes se han
infiltrado en posiciones clave del aparato estatal.
6.- Los aspectos
militar-represivos. Por la fuerza y dinámica de su dominación, la potencia
hegemónica desarrolla un gran potencial bélico y tiende a adueñarse o tener
bajo su control a todos los principales puntos estratégicos del globo. Desarrolla
un sistema de alianzas militares con las potencias del centro y los países
dependientes. Por ello, sobre todo en la etapa de su hegemonía indisputada,
debe de crear un sistema de bases militares, navales, aeropuertos y puntos de
aprovisionamiento que permitan su efectivo dominio. Es el garante `en última
instancia´ del capital en el mundo, el gendarme mundial. El peso de la
industria y servicios militares en la economía y sociedad norteamericanas es
enorme y sus necesidades afectan a esa sociedad, hasta el grado de que se han
producido guerras y conflictos bélicos con el solo propósito de renovar
existencias o elevar la tasa de ganancia de las empresas de este ramo.
Además, por una serie de tratados,
por el monopolio (junto con otras potencias centrales) en la producción de
muchos tipos avanzados de armamento y el conocimiento para emplearlos, por el
entrenamiento de oficiales y cuadros de las fuerzas armadas[46] de los estados dependientes (y el reclutamiento de parte de éstos por
los organismos de inteligencia de la potencia mencionada), y asesoramiento
constante en multitud de operaciones especiales (lucha contra el narcotráfico[47], creación y entrenamiento de batallones de élite, etc.), se crea una
importante dependencia militar de los países subordinados y éstos le someten
aspectos claves de sus aparatos militares. La potencia hegemónica establece
prioridades estratégicas en la porción del orbe bajo su control.
Sin embargo, la mayor parte de los
armamentos que vende esta potencia a sus clientes, en especial a los
latinoamericanos, son deshechos de sus fuerzas armadas o equipos y armas que no
son consideradas un peligro para su seguridad nacional.
Los restantes aparatos
gubernamentales de control-represión de los países clientes, es decir, las
diversas policías, los Ministerios del Interior (Gobernación), los organismos
de lucha antidrogas, etc., han sido formados, en sus núcleos centrales, por los
correspondientes organismos de la potencia de marras. Ellos les proporcionan
asesoramiento constante, armamento, equipos y entrenamiento en escuelas
especializadas, algún financiamien”, a la vez que las utilizan en las tareas u
objetivos que les interesan.
En los EUA, el aparato de
inteligencia, el cerebro colectivo encargado de la seguridad nacional, es la Comunidad de Inteligencia de los Estados
Unidos, (Intelligence Community)[48], en la que
participan trece organizaciones de
inteligencia: la CIA, la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), la Agencia
de Inteligencia de Defensa (DOD) del Departamento de Defensa, la Agencia de
Seguridad Nacional (NSA)[49], la
Oficina de Investigaciones e Inteligencia del Departamento de Estado, la
Agencia Nacional de Imágenes y Mapas, la Oficina Nacional de Reconocimiento,
las unidades de inteligencia de los Departamentos del Tesoro y de Energía,
además de los servicios de inteligencia de las tres ramas de las Fuerzas
Armadas y de la Infantería de Marina y una red no oficial de ex-agentes o
personal retirado de estas agencias de inteligencia.
Para los aspectos exteriores de la
actividad gubernamental de los EUA, la CIA es el instrumento más importante.
Como señala Vuskovic, “ Roger Morris, ex miembro del Consejo de Seguridad y
actual director de Estudios Humanitarios del programa Carnegie para la Paz,
sostuvo en una conferencia sobre la CIA y sus actividades,... en septiembre de
1974,...,que ` la penetración de la CIA abarca todos los campos; influye en los
políticos, se infiltra en los medios periodísticos y ejerce influencia en los
militares´, agregando que la CIA fue el eje principal en la década de los 60
del derrocamiento de los presidentes Goulart y Velasco Ibarra, y que `una de
las mayores infiltraciones de la CIA es en las organizaciones obreras
latinoamericanas´. Esta institución ha organizado innumerables actos político-militares
para influir y modificar en beneficio de los EU las políticas de los gobiernos
latinoamericanos, ha impulsado golpes de estado y se ha destacado en
actividades en contra de Cuba y Nicaragüa, instrumentando golpes de estado como
el que derrocó al gobierno de Salvador Allende, etc.
En la política exterior de los EUA
se puede observar la alternancia de ciclos en los que predomina la utilización
de métodos “pacíficos”, político-diplomáticos para resolver las contradicciones
de ese país con gobiernos nacionalistas, democráticos o simplemente no
subordinados totalmente a éste y ciclos en los que esta potencia recurre a la
violencia, a la intervención militar directa (política del `gran garrote´), en
otros países. Los casos de intervención a fines de los años 90 del siglo pasado
en Panamá, Irak, Haití, Bosnia, Yugoslavia y Afganistán evidencian que nos
encontramos en uno de estos ultimos ciclos y que esa tendencia se reforzará en
el próximo futuro.
Por otra parte, es de subrayar que
las potencias hegemónicas han sido siempre las más grandes potencias navales
(ahora también cuentan de manera fundamental los aspectos aero-espaciales) de
su época, además de que el hecho de ser islas o cuasi-islas, las aísla y
preserva de los ataques de las potencias continentales.
7.- Los aspectos ideológicos. Estos
comprenden toda una serie de ideologías, corrientes, escuelas y mitos que
ayudan a justificar y reforzar la dominación hegemónica, pero también la
reproducción global del capitalismo (y son producidas también en otros países
del centro). Incluyen igualmente a grandes sectores de la actividad humana
altamente lucrativos y de proyección universal: los medios masivos de
comunicación, es decir, el cine (en el cual Hollywood posee el cuasi-monopolio
mundial, con las excepciones de la India y China), la televisión, la prensa, la
radio[50], etc., pero también la publicidad, el arte, las modas, las universidades
(privadas, sobre todo) etc[51]. El
“american way of life” es un poderoso medio y mito que coadyuva a la aceptación
de los productos y servicios norteamericanos y también de la hegemonía mundial
de ese país.
En especial los países dependientes
se ven bombardeados por una avalancha masiva de ideología[52] procedente sobre todo del país hegemónico, ya que la producción nativa
de ideología es aceptada cuando sirve al “sistema“ o es relativamente fácil de
ser controlada y subordinada o reprimida, cuando es independiente y masiva, con
el apoyo de las autoridades locales, o incluso permitida cuando llega solo a
grupos relativamente pequeños.
Las universidades, centros de enseñanza superior y los
centros de investigación del país hegemónico tienen un peso creciente en la
etapa actual. La interacción de la investigación con las corporaciones
transnacionales y los gobiernos es un aspecto clave en la contienda económica
internacional. Pero también lo es la captación de “cerebros” que pasarán a
ocupar puestos importantes en la administración y las empresas tanto del
hegemón como de los países subordinados. En estos últimos, el ascenso a altos
puestos gubernamentales es favorecido por redes de inteligencia del país
dominante que operan tanto directamente como a través de hermandades,
sociedades secretas, etc. El ascenso es facilitado si se han realizado
posgrados en las universidades de élite en el país rector y si se comparten sus
valores y principios predominantes.
Las redes mencionadas realizan una amplia labor de
captación de los más capaces elementos en la mayor parte de las ramas del saber
(sobre todo en países estratégicos), a través de un complejo y sutil sistema de
subsidios, becas, promociones, etc. Sin embargo, y a pesar de ésto, una parte
de los elementos pensantes de la sociedad de los países dominados escapa a su
cooptación.
En el país hegemónico un conjunto
de ideas o patrones ideológicos (compartidos por las clases
dominantes-dominadas de los países subordinados), contribuyen a mantener el
papel de país líder: el mito del gran
sueño (norte)americano en los EUA (roto parcialmente después de 1968-73, es
decir, después de la gran agitación en contra de la guerra de Vietnam y de
Watergate). El ideológico es un aspecto fundamental para explicar el ascenso y
la declinación de los países hegemónicos. La llamada “enfermedad inglesa”, es
decir el agotamiento del impulso para trabajar más y mejor (incremento de la
productividad), de los trabajadores ingleses, su creciente enajenación y
rechazo a un esfuerzo suplementario, es un fenómeno que se da primero en ese
país porque fue el que inició la ruta hacia el capitalismo contemporáneo, pero
de ahí se extendió a los EUA, a pesar de los múltiples esfuerzos que se han
realizado por reforzar el incremento de la productividad en este país.
Un aspecto fundamental dentro de
los ideológico-políticos lo es el control de las clases sociales, en especial
de los trabajadores urbanos y dentro de ellos el proletariado industrial. Por
ello, desde la terminación de la segunda guerra, la potencia norteamericana
elaboró una estrategia global de penetración de las agrupaciones obreras y
sindicales, para debilitarlas, corromperlas e imbuirles ideologías acordes con
el “establishment”. Los mecanismos han sido múltiples, uno de ellos ha sido la
fundación de la ORIT (Organización Regional Interamericana del Trabajo), bajo
los auspicios de la AFL-CIO norteamericana[53]. Esta organización, que ha estado cambiando en las ultimas décadas, a
través del Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre (que
ha recibido aportaciones cuantiosas de las grandes corporaciones
norteamericanas), ha organizado conferencias, cursos, seminarios, etc, en los
cuales han participado decenas de miles de trabajadores latinoamericanos.
[33]
Ver, entre otros, los trabajos al respecto de Theotonio Dos Santos (1998 y
2000) y Orlando Caputo (2001).
La hegemonía mundial de las potencias. Una aproximación
teórica.
Luis Sandoval Ramírez
Instituto de Investigaciones Económicas-UNAM
La hegemonía mundial de las
potencias ha seguido un patrón cíclico, por lo menos desde que las Provincias
Unidas (Holanda) ejercieran ese papel en el siglo XVII-XVIII. El orden
establecido por los hegemones ha incluído principalmente un nuevo modelo de
desarrollo económico y una estructura económica nacional e internacional, los
que también han seguido un ciclo largo secular.
La palabra hegemonía procede del
griego (hegemón: jefe, líder o gobernante), de ahí pasó al latín y a los
idiomas contemporáneos, en su acepción original significaba “dirección suprema”
de un estado en relación a otros. La hegemonía se manifestaba en la dirección
de empresas militares conjuntas, por ejemplo en el s. V, se da la guerra por la
hegemonía griega entre las ligas de ciudades lidereadas por Atenas y Esparta.
Para algunos teóricos es “una subespecie
del concepto más general de dirección”[1], pero en el sentido que A. Gramsci
le aplicó, la hegemonía es principalmente un liderazgo por consentimiento,
aunque incluye también la noción de dominación, coerción.
En el presente trabajo se considera
que de cualquier manera hay una cierta ambigüedad en el uso del concepto de
hegemonía, pues en la mayor parte de los trabajos sobre el tema, ésta implica
sobre todo liderazgo de las clases gobernantes y consenso, consentimiento de
las clases subordinadas hacia éste, mientras que en otros ensayos se incluye de
manera importante el factor coerción[2].
La hegemonía mundial de una
potencia en el sentido de “dirección suprema”, en el plano económico, político,
militar e ideológico, en este ensayo se refiere sobre todo a las relaciones del
hegemón (de sus clases dirigentes, sus empresas e instituciones) con el resto
de los países desarrollados (también sobre las clases subordinadas de su propio
país), aunque en ellas también existe coerción ejercida por aquél. En sus
relaciones con los países dependientes, aunque el aspecto principal es el de la
hegemonía, la dosis de dominio, coerción (económica y política) y violencia
militar se incrementa, asemejándose en algunos casos y períodos a las relaciones
imperiales clásicas entre la metrópoli y las colonias. Los rasgos fundamentales
de esta relación se han sucedido de manera reiterada y cada grupo de
reiteraciones se ha producido en un plano superior en forma de ciclos largos de
hegemonía mundial.
El sistema-mundo construído sobre
esta base permite que se produzcan intercambios entre los distintos componentes
del sistema: bienes, servicios y dos flujos de capitales con direcciones
opuestas: por una parte la inversión de capitales desde el centro y
principalmente sobre esta base la succión del plusvalor (el otro flujo de
capital) desde los países de la periferia (los más pobres y atrasados) y la
semiperiferia (los que combinan rasgos de atraso y desarrollo) hacia el centro
y sobre todo hacia el país hegemónico. Este flujo de plusvalor se produce a
través del comercio desigual[3]; de las
ganancias derivadas de las inversiones extranjeras directas, de los préstamos
extranjeros y de las inversiones de cartera[4]; así como
mediante la fuga de capitales y la migración de cerebros y de trabajadores.
Dichos intercambios han permitido un desarrollo con diversas fluctuaciones del
capitalismo, llevándolo a estados
cada vez más elevados.
La literatura sobre el tema de la
hegemonía es sumamente vasta y los puntos de vista, encontrados, ver entre
otros: Klingberg, Frank L. (1970); Organsky A.F.K. (1968); Modelski, George,
(1984,1992,1996);
Doran y Parsons, (1980);
Keohane, Robert O., (1984); Raimo Väyrynen (1992); Maira, Luis (1986); J.S. Goldstein y David
P. Rapkin, (1991);
T.K. Hopkins, (1990);
Ana Esther Ceceña y Andrés Barreda, (1995), etc.
De acuerdo a Thompson (1983),
Boswell y Sweat (1991), la literatura sobre hegemonía puede dividirse en dos
escuelas: la realista y la sistémica, bifurcándose a su vez cada una de ellas:
la sistémica tiene a la teoría de la economía-mundo (Wallerstein 1974, 1984(b),
Frank 1978) y la teoría de los ciclos largos (Modelski, 1987, Modelski y
Thompson, 1988); la realista tiene como variantes la teoría de la estabilidad
hegemónica (Gilpin, 1981) y la teoría de la transición del poder (Organski,
1968, Organski y Kugler, 1980). La unidad de análisis en ambas escuelas varia considerablemente,
pues en la sistémica es el conjunto de la economía mundial, mientras que en la
realista es el estado-nación. Pero en dos artículos posteriores (1995a y
1995b), Boswell, indica una aproximación reciente en los estudios de las ramas
sistémicas, además de que sus propios ensayos son un intento de síntesis de
ambas.
Dos de los
mas relevantes autores sobre el tema de la hegemonía mundial han sido Fernand Braudel e Immanuel Wallerstein, así
como los investigadores alrededor de este último[5]. En este texto abordaremos críticamente de manera principal los
señalamientos de este autor, y luego proponemos algunos elementos propios sobre
el tema. Wallerstein (1988), señala los tres casos de hegemonía en la
sociedad-mundo contemporánea: la de las Provincias Unidas (Países
Bajos-Holanda), a mediados del siglo XVII, la de la Gran Bretaña a mediados del
siglo XIX y la de los Estados Unidos a mediados del siglo XX, aunque en otra
parte de su vasta obra menciona uno primero, inicial, en el que la potencia
hegemónica fue el Imperio de los Habsburgo (1450-1559-75).
Modelski y
Thompson (1992), ven de manera diferente los ciclos largos de hegemonía: desde
1430 hasta el presente, han sido 5 y nos encontramos en medio de un sexto. Las
potencias hegemónicas fueron: Portugal (1430-1540), Holanda (1540-1640), Gran
Bretaña I (1640-1740), Gran Bretaña II (1740-1850), EUA I (1850-1973), EUA II
(1973-2080). Puesto que las pruebas para aducir la hegemonía mundial de Portugal,
así como las que indicarían un predominio británico ya desde 1640, antes de las
grandes batallas por la supremacía mundial de 1756-63 y las guerras
napoleónicas, pero también las que señalarían una supremacía norteamericana
desde 1850, en plena Pax Británnica, necesitan
un examen extenso, no pasamos a analizar detalladamente aquí las posiciones de
estos autores, cuyas teorías del ciclo largo y de los sectores líder también
merecen una particular atención.
Otros ensayistas[6], introducen un período de hegemonía francesa de 1647 a 1715,
precisamente cuando los holandeses estaban en el apogeo de su dominación
comercial y financiera. Pero es necesario señalar que en su conjunto, desde el
siglo XVI se va perfilando una hegemonía mundial de carácter europeo-occidental,
ejercida a través de algunas de las potencias de esta región a lo largo de los
siglos, hasta que en el XX, debido a las rivalidades y debilitamiento de las
potencias europeas, ésta pasa a manos de los Estados Unidos.
A principios del nuevo milenio, con
la formación de la Unión Europea se perfila un posible heredero hegemónico de
la potencia norteamericana, que hasta ahora ha permanecido como su aliado. La
potencia que para muchos analistas se vislumbra como el futuro rival hegemónico
es la República Popular China[7], aunque el
cúmulo de contradicciones que ha ido acumulando ahí es mayúsculo y no pasará
mucho tiempo sin que éste explote, existiendo el peligro de grandes
desgajamientos del cuerpo central de la nación china. Por otra parte la
inexistencia de un conjunto importante de empresas transnacionales propias de
ese país acentúa la interrogación sobre su posible preponderancia en el mundo.
Las tendencias hacia la hegemonía mundial se han derivado de la existencia de
un conjunto de empresas privadas que han empujado a sus estados a luchar por
ésta, pero en el caso chino aquéllas son extremadamente débiles. Pero el futuro
de la pugna hegemónica se irá decidiendo en los próximos 15-20 años, durante
los primeros años de la nueva onda larga expansiva del Kondrátiev, cuando quede
claro en qué país o países se están desarrollando prioritariamente las
innovaciones revolucionarias en el area de la energía y las empresas y éstas
comiencen a propagarse en el conjunto de esas economías, culminando la tercera
revolución tecnológica.
Según Wallerstein (1989), para
acceder a los respectivos ciclos de hegemonía mundial se desataron fuertes y
prolongados conflictos bélicos mundiales (guerra mundial), los que duraron
treinta años en promedio y terminaron con la derrota militar de los rivales
(los Habsburgo, Francia, Alemania), en un conflicto que involucró a todas las
potencias militares contemporáneas: ellos fueron, la guerra de los Treinta Años
de 1618-48, las guerras napoleónicas (1792-1815) y las dos guerras mundiales
del siglo XX (1914-45), que deberían ser concebidos como una única y larga
“guerra mundial”. Antes de este
evento, el país que despues se convirtió en hegemónico, había sido
primordialmente el mayor poder marítimo, pero por la fuerza de las circunstancias
se había convertido en potencia terrestre para hacer frente al reto planteado
por el rival, que era una formidable potencia terrestre.
Sin
embargo, no está de más recalcar que los participantes en este proceso fueron
tres: el país hegemónico, el rival (potencia terrestre) y el heredero de la
hegemonía (potencia marítima). Este último en el caso de la alianza militar
entre los Estados Unidos y la Gran Bretaña en el par de conflictos bélicos
mundiales del siglo pasado fue aliado y no rival militar del primero. En el
ejemplo opuesto de Inglaterra-Holanda en el ciclo previo, este ultimo país, el
hegemón de su tiempo, había sido subyugado militarmente por los franceses (los
rivales hegemónicos) en el ocaso de su preponderancia y por ello fue su aliado
durante las guerras napoleónicas, aunque parte importante de la superioridad
militar inglesa se debió a la prolongada alianza anglo-holandesa anterior a
esas guerras.
Para el autor que venimos
considerando, la hegemonía implica
tanta eficiencia y competitividad en la producción de los productos del estado
del centro que éste es el principal beneficiario del mercado mundial. Este
estado fomenta la reducción extrema o incluso impide la formación de barreras
políticas que se contraponen al libre comercio e inversión, así como el impulso
de ideologías intelectuales y culturales favorables a sus principios. Para él, la hegemonía es pasajera y la
decadencia de ésta comienza cuando se alcanza su cenit “ya que un Estado deja de ser hegemónico no sólo porque pierde fuerza
(al menos hasta que no ha transcurrido un largo periodo de tiempo), sino porque
otros la adquieren...”[8]. La
superioridad productiva agroindustrial conduce a la superioridad comercial, con
las esferas “invisibles” adjuntas a ésta: el transporte, las comunicaciones y
los seguros y posteriormente a la superioridad financiera (banca e inversión). Una vez que se han superpuesto las
diferentes hegemonías en el tiempo, se van perdiendo éstas, siguiendo el mismo
orden (en buena parte sucesivo), de la productiva a la comercial y finalmente
la financiera. El efímero apogeo en el que una potencia central puede “manifestar simultáneamente su superioridad
productiva, comercial y financiera sobre todas las otras potencias del
centro... es lo que llamamos hegemonía”[9].
Pero la hegemonía no es de ninguna
manera un efímero apogeo, sino un ciclo largo de aproximadamente 100-150 años,
según se ha visto desde que Inglaterra asumió ese papel al inicio de la
revolución industrial. Aquí parece haber una importante ambigüedad en la
definición de Wallerstein. Al parecer él utiliza el concepto de hegemonía en un
doble sentido: amplio y estrecho (la “verdadera hegemonía”). Creo que
igualmente habría que afinar su afirmación, por otra parte limitada en el
tiempo, de que la hegemonía presupone una mayor eficiencia productiva que hace
que los productos del país hegemónico sean competitivos incluso en los
restantes países del centro, puesto que eso implicaría que los EUA no serían
desde hace ya algunas décadas el país hegemónico mundial, porque su balanza
comercial ha sido durante muchos años
deficitaria (y por lo tanto su eficiencia productiva relativa ha sido
negativa).
Por otra parte lo que impulsa la
máxima competitividad de los productos del país hegemónico son principalmente
las innovaciones revolucionarias, que ponen en un plano superior de
productividad, calidad, materiales empleados, venta y por lo tanto, precio a
esos productos, abriendo también el abanico de los mismos y que se han
desarrollado prioritariamente en el país hegemónico.
En cuanto a las causas de la
declinación de las potencias hegemónicas, él señala la aparición, en la
posguerra hegemónica, de un “liberalismo global” que tiene como objetivo el
“libre flujo de los factores productivos en toda la economía-mundo”. Pero este
“liberalismo global” permite la “difusión de la pericia tecnológica” a los
competidores y en una etapa expansiva, impulsa “el aumento rampante de ingresos
reales tanto de las capas de trabajadores como de los cuadros incorporados al
bloque hegemónico”. En un largo período estas dos tendencias minan las ventajas
competitivas de las empresas del país hegemónico y propician el ascenso de
competidores, uno de los cuales asume posteriormente la triple ventaja
competitiva que encierra la hegemonía[10].
En cuanto al “liberalismo global”,
habría que señalar que durante las primeras décadas de la preponderancia plena
norteamericana, debido a la confluencia de dos factores: la presencia de
empresas transnacionales de la industria manufacturera en los países pobres y
la existencia de una tendencia interna hacia la “substitución de
importaciones”, surgida en el período de
entreguerras, principalmente en los más desarrollados países de América Latina,
Asia y Africa, las empresas y el gobierno estadunidenses, consideraron factible
“cerrar” esos países a la competencia externa, con el fin de obtener altas
tasas de beneficio para éstas. El proteccionismo que así se estableció, comenzó
a resquebrajarse en la década de los 70[11].
En una primera síntesis,
concordando o no con el autor de referencia, algunos aspectos centrales sobre
el tema que es necesario subrayar son los siguientes (abordaré otros aspectos
posteriormente):
Primero, el sistema-mundo
capitalista surgió estrechamente ligado a la expansión europea en el resto del
orbe[12] (a partir de los ultimos decenios del siglo XV) y condujo
inevitablemente a la hegemonía mundial, la cual ha adoptado estructuras
socioeconómicas y políticas que han ido evolucionando cíclicamente,
expandiéndose y adquiriendo analogías y diferencias marcadas a través del
tiempo, en un ascenso cualitativo en cada escalón sucesivo. En algun momento
futuro las estructuras de hegemonía del sistema-mundo y el propio capitalismo
tenderán a transformarse de tal manera que desaparezcan.
El rasgo básico inicial del sistema
arriba señalado fue la dominación violenta del centro europeo-occidental sobre
la periferia (conquista, exterminio de las poblaciones nativas, saqueo y
colonización, dominación sobre los restos de las civilizaciones conquistadas) y
la creación de imperios mundiales (principalmente el español, el portugués, el
holandés y el inglés), evolucionando a la de hegemonia mundial sobre todo a
partir de la primacía mundial holandesa. La mera existencia de los imperios
coloniales holandés e inglés (el inglés fue el más vasto conocido en la
historia), indica la presencia de una gran dosis de violencia y coerción en su
liderazgo mundial. Los Estados Unidos, a la vez que perfeccionaron estas
estructuras y evitaron el imperio formal, se anexaron durante su ascenso
hegemónico territorios como Hawaii, Puerto Rico y Guam, incluyendo en una
situación semicolonial a los países del Caribe, Filipinas y Centroamérica, para
posteriormente incluir en una situación de subordinación a la mayor parte de
los países pobres.
Segundo, los ejes centrales de la
dominación hegemónica sobre el mundo se inscriben en los campos de la economía,
la política, la guerra y la ideología. El estado que ha devenido hegemónico ha
desarrollado en ellos un esfuerzo secular continuo de mejoramiento e innovación
antes de lograr la hegemonía. En cada uno de estos aspectos el estado
hegemónico ha logrado desarrollar innovaciones revolucionarias cuyo impulso de
aproximadamente cien años (ciclos largos centenarios) se ha traducido en una
mayor productividad y eficiencia y en un conjunto de instituciones resultantes
que han producido una expansión de la economía y de la sociedad mundiales,
desarrollando también las estructuras del sistema capitalista en el orbe. Pero
el impacto global de estas innovaciones ha sido escalonado, se ha dejado sentir
primero (durante un ciclo Kondratiev) principalmente en la sociedad de la
potencia hegemónica, en un periodo posterior (en el siguiente ciclo Kondratiev)
en los restantes países centrales y finalmente en los países pobres. El
potencial de arrastre de esas innovaciones se ha dado principalmente en la fase
A del ciclo largo Kondratiev, ha provocado la expansión del comercio y la
economía mundiales, seguida por la tendencia a su declinación durante la fase B
del ciclo largo indicado, durante la cual se produce una tendencia a la
racionalización de dichas innovaciones y a la preponderancia del capital
financiero-especulativo.
La relativa obsolescencia[13] de las innovaciones revolucionarias apuntadas (al final del ciclo largo
centenario), la sobreextensión de la hegemonía[14], la asimilación de aquéllas por los competidores y la mayor
preponderancia general en ese país de la economía financiero-especulativa,
entre otros aspectos, han provocado la decadencia del hegemón. En el caso
futuro de que existiese en el seno de la actual potencia dominante, los Estados
Unidos (con su extensión al conjunto de América del Norte), un nuevo conjunto
de innovaciones revolucionarias, lo más probable es de que se renueve dicha
hegemonía-dominación, aunque por ahora lo predominante en ese país son los
signos de su decadencia.
Por otra parte, la aparición de
múltiples indicadores del renacimiento de la actividad de los trabajadores en
el mundo indican que en este proceso sectores de las clases subordinadas
también tendrán la palabra y ejercerán su influencia sobre éste, sobre todo
para la realización de reformas estructurales al sistema, que la propia
oligarquía dominante teme realizar, así como para la defensa de sus conquistas
históricas y su derecho al empleo y una vida digna[15].
Tercero, que se trata en el
presente de un sistema mundial de dirección-dominación de un conjunto
heterogéneo de países, en el que han confluído por lo menos los siguientes
tipos de éstos: a) el país hegemónico, b) los restantes países del centro,
dentro de los cuales podemos distinguir a los países aliados, el país o
conjunto de países hegemónicos rivales,
c) los países de la semiperiferia, muchos de los cuales ya durante la supremacía
británica adquirieron su independencia política y conformaron el imperio informal de la Gran Bretaña: los
países mas desarrollados de América Latina[16] y ahora algunos asiáticos y d) aquéllos de la periferia que integraron
los imperios coloniales en el siglo XIX o ahora el conjunto de los paises mas
pobres.
Dentro de las dos categorías
últimas podemos ubicar a los países pobres “enemigos” del país hegemónico
actual, los “rogue states”[17], países
rebeldes y constantemente excluídos del sistema internacional. Esta categoría
ha existido durante el periodo de 200 años que examinamos, constatando la
existencia de una tendencia centrífuga-contractiva del sistema, que ha ocurrido
a la par de la de expansión del mismo[18].
Algunos de estos países pudieron
formar un sistema relativamente diferente al capitalista: cuando se formó el
“bloque soviético”, de socialismo estatal, que por su fuerza e importancia fue
aceptado en la comunidad internacional. Este sistema tuvo su periodo de auge y
en su declinación-desaparición desarrolló crecientes tendencias a la
integración con el sistema mundial capitalista, que a la postre ayudaron
fuertemente a propiciar su regreso-transformación al capitalismo. Un remanente
de ese sistema es el socialismo estatal de China, Vietnam, Norcorea y Cuba. Los
actuales “estados canallas” incluyen a Irak, Afganistán, Libia, Norcorea, Cuba,
Irán, etc. Excepciones históricas a la absorción en un sistema mundial de
hegemonía han sido en algunas etapas: el Japón, que se cerró a las relaciones
con las potencias occidentales hasta 1853-54, cuando las cañoneras
norteamericanas del Comodoro Perry lo obligaron a abrirse al comercio
occidental, el Paraguay del Dr. Francia, etc.
Cuarto.- Para lograr la hegemonía
mundial el hegemón debe también subordinar a su favor la esfera
político-estatal de los países del tercer y cuarto grupos anteriormente
indicados y asegurarse la lealtad no exenta de contradicciones de las elites
políticas de los países desarrollados.
En quinto lugar, la instancia (es
una de las ultimas en desaparecer) que ha preservado históricamente la
hegemonía mundial de un determinado país es el sistema militar que éste
desarrolla en la sociedad mundial, a través de alianzas, bases militares,
entrenamiento de cuadros, suministro y perfeccionamiento constante de sus
armas, etc.
En sexto lugar, existe también una
esfera no mencionada por Wallerstein, la monetaria, que es importante para la
consecución de la hegemonía. El predominio del dólar en las transacciones
internacionales es incontrastable hasta el dia de hoy.
Sintetizando, señalaremos que,
según nuestro punto de vista la hegemonía en la sociedad-mundo contemporánea es
un proceso cíclico de establecimiento de un orden de dirección-dominación
informal (y en éso se diferencia de los imperios, aunque algunos de los que
fueron países hegemónicos también hayan sido imperios), de una potencia (de sus
clases dominantes, sus empresas e instituciones), sobre la mayor parte del
mundo (incluyendo a las clases subordinadas de su propio país) y sobre la mayor
parte de las esferas de la actividad humana (economía, política, militar,
ideológica), con el fin de que las empresas, personas e instituciones de aquélla (y en el proceso
de decadencia de ésta de manera compartida con las de las restantes potencias centrales)
puedan operar sin obstáculos (y con ciertos privilegios, principalmente en la
economía) y puedan obtener los mayores beneficios, pero también para que el
sistema capitalista en su conjunto pueda operar y beneficiar de distinta manera
a todos los integrantes del mismo. Cada uno de estos ciclos largos se podría
dividir en tres fases:
1).-Hegemonía
en disputa. Desplazamiento de la antigua potencia y ascenso (aparición de las
innovaciones revolucionarias), seguido de la victoria hegemónica de la nueva.
2).- Hegemonía plena o indisputada
3).- Hegemonía compartida o en declinación (vieja
potencia). Hegemonía en ascenso (nueva potencia y rival hegemónico).
La variación temporal de estos
ciclos es grande, pero la mayoría de los autores y el promedio de los tres
ciclos ultimos indican un término de cien-ciento cincuenta años. A la primera
fase señalada le antecede la de hegemonía compartida o en declinación de la
antigua potencia y de ascenso de la nueva, en el ciclo anterior. La primera
fase es una en la que el papel principal lo tienen tres países: el hegemón en
declinación, el rival hegemónico y el heredero de la hegemonía, como sucedió
durante las dos primeras guerras mundiales, en las que el rival hegemónico
beligerante era Alemania (en la segunda, junto con Japón) y el aliado, pero a
la postre, heredero de la hegemonía, los EUA; asimismo ésta coincide en el
tiempo con la declinación definitiva de la vieja potencia hegemónica. Por ello,
a diferencia de Wallerstein, quien destaca la sucesión de cuatro fases:
hegemonía en ascenso, victoria hegemónica, maduración hegemónica, hegemonía en
declinación, y, basándome en su propia definición de este concepto, aquí se
proponen las tres fases señaladas, que en sí mismas forman un ciclo, agrupando
en una sola fase la primera y la última del autor señalado.
Wallerstein (junto con Hopkins),
relacionan los periodos de sucesión hegemónica con pares de ondas largas del
ciclo Kondratiev:
A1 (ascenso) Hegemonía en
ascenso-agudo conflicto entre los rivales a la sucesión. Por ejemplo:
1897-1913/20
B1 (declinación) Victoria hegemónica-el “nuevo” poder sobrepasa al “viejo”
en declinación. 1920-1945 (T=1920-29).
A2 (ascenso) Madurez
hegemónica-verdadera hegemonía.1945-1967
B2 (declinación) Hegemonía en declinación-conflicto agudo del poder
hegemónico en contra de sus sucesores. 1967-2025 (T=1967).
El esquema anterior es interesante,
aunque a mi parecer no forma un ciclo, ya que la fase de declinación, B2 se superpone con la de ascenso del A1 y por otra parte debido a su relativa rigidez puede no haber coincidido
con la evolución histórica real, por lo menos en el par de ciclos Kondratiev
más recientes: la primera guerra de hegemonía (1a. guerra mundial), vino a
interrumpir la onda de ascenso A1, su
terminación dió paso a la onda de declinación económica B1, y ya desde 1918 a la declinación económica y financiera de la Gran
Bretaña, el centro financiero mundial pasó de Londres a Nueva York, sobre todo
después de 1931, aunque debido al peso de los factores estructurales y del
predominio monetario y político-militar, siguieron prevaleciendo algunos rasgos
de la hegemonía británica. A partir de la segunda guerra de hegemonía se
produce la siguiente onda de ascenso A2. Es decir, en éste caso las guerras de hegemonía resultaron parteaguas
de distintas ondas largas, por otra parte la completa victoria hegemónica de
los EUA, se da tan sólo en las postrimerías de la segunda conflagración bélica,
por lo que los esquemas señalados no son completamente válidos para aprehender
la compleja evolución del ascenso, madurez y declinación de las hegemonías.
Resulta que el ascenso y la disputa
hegemónicas, tanto del rival como del heredero hegemónicos se entremezclaron y
duraron por lo menos 52 años (de 1893 a 1945), un ciclo largo Kondratiev y no
solamente una fase u onda de ese ciclo de manera sucesiva. Por otra parte es de
subrayar que la hegemonía productiva de los Estados Unidos duró no solo todo
ese periodo sino el siguiente, de hegemonía indisputada, hasta que comenzó su
evidente declinación productiva en 1971. La duración del predominio productivo
fue de aproximadamente 80 años, un ciclo y medio Kondratiev.
Han sido siete los aspectos
fundamentales en los que se ha basado históricamente el ciclo de hegemonía. En
cada fase, estos aspectos adquieren connotaciones diferentes. Las tres potencias
que han ejercido una clara hegemonía en la sociedad-mundo capitalista de los
últimos casi cuatro siglos: Holanda, Gran Bretaña y los EUA, han venido
perfeccionando el sistema de hegemonía, elevándolo cada vez en un escalón
cualitativamente más alto. La hegemonía holandesa fue más bien una etapa de
transición hacia la hegemonía mundial, ya que en ese periodo apenas se estaba
expandiendo la economía capitalista europea hacia la periferia y sus rasgos
principales se estaban apenas delineando, mientras que la británica y
norteamericana ya se basaron en la sumisión de esta extensa zona a la
acumulación de capital y se formaron estructuras internacionales.
Al final de esta nueva etapa de
extrema internacionalización de la economía y la sociedad (la así llamada
globalización), ¿se prolongará indefinidamente un cierto empate entre dos-tres
conjuntos de países? ¿Podrán recomponer los EUA su hegemonía (con una
estrategia que incluya, por ejemplo el absorver al resto de las naciones de
Norteamérica), comenzando un nuevo ciclo de ésta? Son preguntas abiertas para
las que no existen respuestas definitivas.
Los siguientes son los aspectos más
generales, comunes para todas las fases de la hegemonía, pero en especial para
la de hegemonía indisputada, presentes sobre todo en el ciclo hegemónico más
reciente:
1.- El establecimiento de una estructura de dominación hegemónica mundial, basada en
instituciones multilaterales, así como en empresas e instituciones del país
hegemónico (mas las de los otros países desarrollados sobre todo en la etapa de
hegemonía compartida) y un sistema de principios, privilegios y reglas de
operación a través de las cuales se ejerce dicha hegemonía. Dichas estructuras
han crecido en cada ciclo hegemónico, hasta abarcar el conjunto de los sectores
de la sociedad humana, siendo su núcleo la estructura económica mundial.
Estas estructuras tienden a perpetuar la
dominación-explotación no solo del país hegemónico sobre el resto del mundo,
sino también la del conjunto de los países desarrollados (sus empresas e
instituciones) sobre los de la periferia y semiperiferia, permitiendo solo por
excepción la promoción de algunos países de esta última hacia el centro (por
ejemplo España e Irlanda en el mas reciente periodo o Finlandia después de la
segunda guerra mundial[19]), asimismo
de países de la periferia hacia la semiperiferia (por ejemplo los tigres
asiáticos o algunos de los países petroleros del oriente medio), auspiciando la
permanencia de las estructuras dependientes en los países atrasados. En el seno
de ese sistema se producen cambios en el poder relativo de las potencias.
Después de la maduración hegemónica, viene su decadencia y el ascenso de los
rivales, creando un creciente desequilibrio.
Pero el conjunto de este sistema estructural es tan poderoso,
que este desequilibrio de poderes y el sistema aludido solamente han podido ser
suprimidos (dando lugar a la aparición de un nuevo hegemón y su sistema
respectivo) por fuertes crisis aunadas a grandes conflagraciones bélicas, las
últimas de las cuales alcanzaron magnitudes enormemente destructivas. Con la
aparición de las bombas nucleares, las armas químicas y biológicas se hace
impensable que en el futuro vuelvan a producirse esos conflictos mundiales.
En la preponderancia holandesa sobre el mundo no existió una
red de instituciones multilaterales, aunque las empresas creadas por ese país
jugaron un papel principal en el comercio mundial y se esparcieron por el orbe.
La Compañía Holandesa de las Indias Orientales (VOC) y su similar para
occidente (WIC), sirvieron de modelo para otros países, aunque Inglaterra había
fundado una empresa similar dos años antes de ésta (1602). Fueron empresas
estatutarias por acciones, semi-estatales, semi-privadas, de proporciones
colosales para la época (la VOC), verdaderas empresas transnacionales de la
época[20].
A la VOC le fue otorgado el monopolio del comercio en el
vasto territorio comprendido en los océanos Índico y Pacífico, desalojando de
las rutas comerciales a españoles y portugueses. La compañía constituía prácticamente
un pequeño estado, teniendo el derecho de poseer flotas y fuerzas armadas,
establecer colonias, fuertes, arreglar tratados, declarar la guerra[21], firmar la paz, incorporar territorios y administrar los enclaves
coloniales. Las enormes ganancias comerciales se complementaban con las
ganancias provenientes de la explotación colonial de tal manera que en sus 198
años de existencia pagó 3 600% de dividendos a sus accionistas comunes, o un
18% anual, pero los dirigentes obtuvieron un 100%[22]. Los holandeses establecieron una red de enclaves en el mar Báltico, en
el Mediterráneo, Africa, Asia y el Caribe, llegando a establecer colonias en el
continente americano (New Netherlands: Nueva York, New Amsterdam: Manhattan,
Surinam) y a conquistar temporalmente Brasil durante 1624-1630-1654.
La preponderancia financiera de los Países Bajos persistió
hasta fines del siglo XVII, cuando este país ya había perdido su primacía
comercial y naval. A partir de 1710, pero sobre todo en los años 40 de ese
siglo, los banqueros holandeses se convirtieron en los financieros de
Inglaterra, en 1780 poseían 3/7 de la deuda nacional inglesa, pasando a
financiar también la naciente industria británica. Los empresarios holandeses
se habían convertido en rentistas[23].
Durante la hegemonía de la Gran
Bretaña, aparte del Banco de Pagos Internacionales creado en las postrimerías
de esa época (1930 ) y de la Organización Internacional del Trabajo (1919), no
hubo una extensa red de instituciones económicas multilaterales, aunque sí una
relativamente amplia de organizaciones internacionales de infraestructura[24], como la Unión Internacional de Telégrafos (1865), la Organización
Meteorológica Mundial (1873), la Unión Postal Universal (1874), la Oficina
Internacional de Pesos y Medidas (1875), etc. En el plano político los imperios
que se habían formado eran autosuficientes y tan sólo en los años 20 se formó
la Sociedad de las Naciones, de la que no formaban parte los Estados Unidos,
pero sí muchas de las naciones entonces independientes, principalmente
europeas.
Para asegurar la dominación
mundial, la Gran Bretaña construyó una extensa red de bases navales alrededor
del mundo. Sobre ésta y la preponderancia en los mares de la flota británica,
creó un enorme imperio colonial y otra área informal (comercial, financiera y
de inversiones directas), en la que ejercía su hegemonía (América del Sur,
grandes partes de China, etc.). Para favorecer su comercio e inversiones, los
británicos exportaron a todo el mundo la ideología del liberalismo, del librecambio
e intentaron eliminar las barreras a la libre circulación de las mercancías y
de los capitales. Pero el enorme esfuerzo de exportación de capitales convirtió
a la Gran Bretaña en un país de rentistas, de personas que vivían de sus
capitales en el exterior, inhibiendo la renovación de capitales al interior y
paulatinamente este país se fue quedando atrás de más poderosos competidores
como los Estados Unidos y Alemania.
Durante la preponderancia
norteamericana, las nuevas estructuras incluyeron toda una vasta red de
instituciones en todas los sectores de la sociedad. Su base fue la estructura
económica y el núcleo de ésta fueron los acuerdos de Bretton Woods (1944), que
equiparaban al dólar con el oro e instituían al Banco Mundial (Banco
Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo) y al Fondo Monetario
Internacional como los cancerberos de las esferas monetaria y financiera
internacional, de ellos derivaron bancos regionales como el BID (Banco
Interamericano de Desarrollo). En ellos, los EU dominaban a través del
mecanismo de la adquisición de la mayoría de las acciones y los votos. Estas
organizaciones, así como el sistema monetario y financiero internacionales
sufrieron modificaciones importantes durante la primera mitad de los años 70
del siglo pasado debido a la declinación económica de los Estados Unidos.
En el área política se formaron la
ONU (1947) y algunas organizaciones regionales como la OEA. De la ONU derivaron
muchas otras organizaciones como la UNCTAD (Conferencia sobre comercio y desarrollo),
la FAO (Organización de la Alimentación y la Agricultura, 1943), la UNESCO, la
WHO (Organización Mundial de la Salud), el GATT, ahora OMC, el ITU (Unión
Internacional de Telecomunicaciones), UNIDO (Organización de Desarrollo
Industrial), etc.
Además los Estados Unidos
establecieron un conjunto de bases militares y navales en el mundo,
especialmente alrededor de la URSS y los entonces países socialistas, amparados
en una serie de pactos militares con conjuntos de países, como el Pacto de Río
de Janeiro que englobaba a los países americanos (1947), el CEATO, el SENTO, la
OTAN (1949), el Tratado con Japón de 1951, etc. En total, los EU tenían, al
terminar la guerra, 2 417 bases para el
conjunto de sus fuerzas armadas. En el plano de la seguridad nacional de los EU
se formaron la CIA (1947) y la Comunidad de Inteligencia.
La relativa declinación productiva
y comercial de la actual potencia hegemónica no significa per se que esté próxima la substitución de su hegemonía global,
puesto que los restantes aspectos hegemónicos: el financiero, monetario,
político y militar son lo suficientemente poderosos como para permitirle
todavía sostener y eventualmente recomponer su preponderancia mundial en un
nuevo ciclo de ésta. Para que se dé su substitución es necesario primero
cambiar (o destruir) substancialmente las estructuras en las que se basa esa
hegemonía.
2.- El establecimiento de un modelo de desarrollo económico centenario.
Los ultimos dos periodos de hegemonía mundial se han basado en sendas
revoluciones energéticas que han transformado la economía y la sociedad humanas
durante un periodo largo (aproximadamente un siglo), originadas o desarrolladas
prioritariamente en los países hegemónicos. Una doble innovación se encuentra
en el origen de esas transformaciones: un nuevo energético principal y su motor
correspondiente, los que elevan a la productividad general de la economía a un
nivel más elevado. El modelo de desarrollo económico que ha surgido se ha
nutrido de la aplicación de esas innovaciones revolucionarios a la industria,
los transportes y otras ramas de la economía de estos países hegemónicos y
después de un ciclo largo Kondratiev se ha diseminado al resto de los países
centrales, sólo algunos aspectos de este modelo han arribado al resto de la economía
mundial en ese período.
La hegemonía holandesa, en realidad
una semi-hegemonía, porque el mundo todavía no había sido sometido a la
dinámica de la expansión mercantil europea, se basó en mejoras substanciales en
la construcción y transporte naval (fluyts), en la utilización de la turba,
cuyo contenido calorífico es de la mitad del carbón[25], así como en innovaciones en varias ramas de la economía, en las
agropecuarias, en la pesca, la textil: la fabricación, tinte y estampado de
telas, el refinamiento del azúcar y la sal, la industria del tabaco, las
destilerías, la edición y venta de libros, elaboración de baldosas, etc. Las
manufacturas holandesas se hallaban en una primera etapa subordinadas al
capital comercial, aunque Madddison y Wallerstein[26] han demostrado que la hegemonía de este país se encontraba basada en el
capital productivo en las industrias-líder. En palabras de Daniel Defoe (1728):
los holandeses “son los transportistas, intermediarios en el comercio,
comisionistas y manufactureros de Europa, compran para luego vender, importan
para después exportar”[27]. El
capital comercial de este país propició su rápido desarrollo, alcanzando la
hegemonía plena en el período 1648-1700, aplastando posteriormente a sus
propias manufacturas, para decaer durante la mayor parte del siglo XVIII.
Durante el periodo de la hegemonía
británica el mecanismo más poderoso de preponderancia productiva de ese país
sobre el mundo fue la revolución industrial, iniciada ahí, mientras que en el
plano monetario y financiero la transición del bimetalismo al patrón oro y la equivalencia de la libra
esterlina al oro, permitían la fluidez mundial de los pagos internacionales y de los flujos de capitales
y oro, controlados en gran medida por el Banco de Inglaterra y la City[28], barrio financiero de Londres. La revolución industrial se basó en la
utilización del carbón como fuente energética principal y de la máquina de
vapor y la difusión de ambas en las ramas de su economía, principalmente en la
industria textil, la siderurgia, la metalurgia, los ferrocarriles y los barcos
de vapor.
Las exportaciones y las inversiones
procedentes de la Gran Bretaña inundaban el mundo, en el año de 1914 las
inversiones británicas ascendían a más del doble de las de su más cercano
competidor, Francia. La Gran Bretaña se favorecía de y regulaba en gran medida
la división internacional del trabajo. Pero con la exportación de sus
innovaciones y empresas, la Gran Bretaña estaba creando su propia competencia.
Por un periodo de tiempo este país había creado un monopolio de esas
innovaciones, pero la tendencia de la tasa de beneficio a caer la obligó a
exportarlas. Después de 1848 una nueva ola de innovaciones o la generalización
de innovaciones anteriores renovó la potencia británica (aunque éstas también
fortalecieron a sus competidores), entre ellas se pueden mencionar los
ferrocarriles, la siderurgia, las máquinas-herramienta, los barcos de vapor,
etc. Los principales países competidores de la Gran Bretaña en el plano
económico fueron Alemania y los Estados Unidos, los que a la postre la
sobrepasaron en poderío económico ya a finales del siglo XIX.
La nueva revolución
tecnológico-económica que ocurrió a partir de las ultimas décadas del siglo XIX
comenzó al mismo tiempo en varios países europeos y los Estados Unidos, sin
embargo una serie de circunstancias (entre otras las dos guerras mundiales, la
saturación de algunas innovaciones anteriores como los ferrocarriles, la
dimensión menor del mercado de las pequeñas naciones europeas), provocaron su
desarrollo prioritario en este país.
La utilización de un nuevo tipo de
energía, con el cambio del carbón por el petróleo, la innovación del motor de
gasolina y la aparición de nuevos vehículos como el automóvil y el avión, la
aplicación masiva de la electricidad, el perfeccionamiento y uso generalizado
del acero, de la química pesada, de las máquinas-herramienta entre otras
innovaciones, provocaron el ascenso constante de la potencia del norte, la que
aprovechó el debilitamiento extraordinario de las estructuras británicas debido
a las dos guerras mundiales y la crisis del 29-33 para imponer un nuevo orden
mundial.
En los años posteriores a la
segunda guerra mundial una serie de innovaciones en el campo de la electrónica,
la petroquímica, las fibras ópticas, las telecomunicaciones, la computación,
los servicios de información, las redes satelitales y el descomunal desarrollo
de los mercados financieros hicieron posible un ulterior desarrollo de la
economía en los Estados Unidos, aunque su declinación relativa a partir del fin
de los años 60, en relación a Europa Occidental y el Japón se sustentaba en
numerosos indicadores de la economía productiva y de su debilidad en el
comercio exterior. A partir de 1992 la economía norteamericana tuvo un ascenso
sostenido, el que se terminó en el 2000 y se debió en gran parte a la succión
de capitales del exterior y al involucramiento de grandes sectores de la
población y las empresas en la economía financiero-especulativa[29].
3.- Sobre las bases del desarrollo
económico más avanzado del país hegemónico, se destacan las formas nacionales
mas perfeccionadas de las instituciones socioeconómicas y políticas de la
época, las que le sirven a aquél para extender su dominio: la forma más
avanzada del estado, de la empresa, de las relaciones laborales, etc.
En los años previos a la Pax Neerlandesa, ocurrió la primera
revolución burguesa en Europa (1566-1609), lo que le imprimió su sello al
estado surgido de esa revolución, estado modelo para Europa, copiado en algunos
aspectos por aquéllos países que intentaban ponerse a la vanguardia de su
tiempo. La república burguesa de las Provincias Unidas constituyó un modelo de
país capitalista del siglo XVII y sus capitales, a mediados de ese siglo
superaban a los capitales conjuntos del resto de Europa[30]. De las empresas estatutarias por acciones se ha hablado supra. Otras instituciones que formaron
un modelo internacional aunque no fueran las primeras de su tipo, fueron el
Banco de Amsterdam (1605), de acuñación de moneda, depósito y de préstamos y la
Bolsa de Valores (1611) en esa misma ciudad.
En el periodo de la Pax Britannica
la forma preponderante de la empresa fue la empresa familiar o de propiedad
individual. Las empresas industriales y bancarias se basaban en ésta, aunque en
los años 60 del siglo XIX aparecieron las sociedades anónimas por acciones y
éstas evolucionaron rápidamente en las grandes sociedades corporativas que hoy
conocemos como empresas transnacionales, las que se desarrollaron al mismo
tiempo en algunos países europeo-occidentales (Alemania) y los EU, alcanzando
su mayor perfeccionamiento en este país.
El modelo norteamericano de los
trusts y consorcios-empresas transnacionales es el que se ha impuesto en el
mundo, con los métodos del fordismo (ahora toyotismo) de producción en cadena,
aunque desde los años 70 del siglo pasado la expansión de las empresas europeas
y japonesas ha sido mayor que las norteamericanas. Otras instituciones que se
impusieron y exportaron al mundo fueron el estado liberal británico y
posteriormente el estado del bienestar que alcanzó su mayor desarrollo en
Europa occidental (comenzando en Alemania en la época de Bismarck) y los EU.
4.- Otros aspectos económicos. Aquí
habría que añadir a lo dicho por Wallerstein, que la superioridad simultánea
que un país demuestra sobre el resto del mundo[31], presupone una tendencia a acentuar ésta en las ramas de punta: en este
nuevo periodo en la informática, la microelectrónica, la robótica,
biotecnología, etc., pero sobre todo, en el nuevo paradigma energético (la
substitución del petróleo por el gas natural) y sus derivaciones en los
transportes, las comunicaciones, etc. De manera paralela, el sector de la
informática, ha adquirido importancia en el mas reciente periodo, aunque ésta
ha sido exagerada y deformada por los autores de la “nueva economía”, una
corriente de interpretación de la expansión económica de los EU en los años
noventa[32], y también por algunos autores latinoamericanos[33]. El sector financiero norteamericano ha absorvido grandes capitales del
país y del resto del mundo y en el periodo 1999-2000 contribuyó al crecimiento
de la economía de ese país, aunque su influencia general en ésta ha sido
negativa al evitar la inversión en el sector productivo.
Los estados hegemónicos establecen
redes de dominación económica, comercial y financiera que abarcan el mundo, así
como instituciones multilaterales que les permiten el dominio sobre las
materias primas, en especial las estratégicas, dentro de las que destacan los
energéticos, el petróleo, el gas natural y las energéticas-destructivas como el
uranio (sobre la mayor parte de estas detentan un virtual monopolio), la fuerza
de trabajo nativa, los mercados nacionales, la moneda y las finanzas de las
diferentes naciones, así como sobre las transacciones financieras internacionales
(al menos durante un periodo), con el fin de que sus empresas y negocios
obtengan una posición privilegiada y las máximas tasas de ganancia posibles.
Como señalan acertadamente Joyce y
Gabriel Kolko, en referencia a las condiciones en que despuntó el inicio de la
hegemonía norteamericana[34]: después
de la gran conflagración bélica y el caos resultante, los EU eran la nación mas
rica del orbe y no tenían rivales de consideración...Los EUA establecieron objetivos para reconstruir el mundo. “Esencialmente, el objetivo de los Estados
Unidos consistía en reestructurar el mundo de tal manera que los negocios
norteamericanos pudieran comerciar, operar y obtener ganancias por todas partes
sin restricciones”. Este aspecto provocó unanimidad entre los líderes norteamericanos
y sobre esta base se elaboraron políticas y programas en un mundo capitalista
de naciones “políticamente seguras y
estables, y con libre acceso a las materias primas esenciales. Tal orden
universal excluía a la izquierda del poder y necesitaba un control conservador
y finalmente subordinado a través del globo. Este objetivo esencial también
requería limitaciones en la independencia y desarrollo en el Tercer Mundo que
pudieran entrar en conflicto con los intereses del capitalismo (norte)americano”
Por otra parte, la creación de
tecnología, particularmente de alta tecnología, y la producción de los
productos derivados de ésta es un aspecto clave en la dominación de los países
centrales y es una actividad altamente monopolizada por éstos. El poder hegemónico
desestimula constantemente la creación autónoma y sistemática de tecnologías de
punta por las universidades, centros de investigación y empresas públicas o
privadas de los países dependientes, (no siempre con éxito), aunque en el
último periodo traslade una parte pequeña de sus operaciones de high technology a estos mismos países,
pero parcialmente y siempre bajo su control. En fases previas, la producción de
máquinas para producir máquinas era estrictamente monopolizada por los países
centrales (ya que entonces esto servía para fortalecer la hegemonía), pero
ahora varios países subordinados, los más avanzados de entre ellos: Brasil,
México, India, Corea del Sur, Argentina, Taiwan, etc. han desarrollado partes
de dicho sector, inclusive algunos de ellos incursionaron en los 70 y 80 en
algunos rubros de la alta tecnología militar, aunque después su participación
en el ramo declinó.
Pero la parte principal de las
redes antes mencionadas son las empresas transnacionales. Las norteamericanas
ejercieron un dominio abrumador en la etapa de hegemonía indiscutida (1945-75),
posteriormente fueron desplazadas en su posición líder en múltiples ramas por
sus competidoras europeo-occidentales y japonesas y a partir de los 90
repuntaron nuevamente[35].
Una serie de tratados y acuerdos
del país hegemónico con los países-clientes dependientes, aseguran el control
ahí de las posiciones claves antes señaladas. Los mercados internacionales de
los productos de exportación de los países subordinados son regulados por las Bolsas
de valores de los países centrales (en especial las de Londres y Nueva York), o
por acuerdos bi- o multilaterales o por convenios especiales que delimitan las
cuotas producidas por los distintos países; etc. Las empresas transnacionales
(u otro tipo de empresas de esos países) de los países centrales se encuentran
en el origen o proceso y/o destino de la inmensa mayoría de los productos de
exportación de los países dominados y en una parte substantiva de aquéllos que
se producen para el mercado interno.
El país hegemónico ha propiciado la
conformación de élites subordinadas en los países dependientes para que
colaboren con él (las reglas del juego son cambiantes y flexibles, en sus
aspectos básicos están bien delimitadas) y ejerzan la dominación política
económica y militar en sus países[36],
conformando una clase dominante-dominada[37]. En los
otros países del centro aquél forma poderosos “lobbies” de presión en su
interés y emplea otras formas de manipulación sobre los círculos locales de
poder.
Cuando miembros de estas élites, o
como excepción, líderes populares, en las regiones subordinadas, han llegado al
poder y han intentado imponer otras reglas o un curso nacionalista, los
aparatos de inteligencia y represión de las potencias hegemónicas no han dudado
en utilizar la fuerza, el chantaje, la persuasión, etc. para eliminarlos del
poder, corromperlos o anularlos. Sin embargo, la complejidad de la escena
mundial y de las luchas de clases es tal, que no siempre han tenido éxito o
incluso se han dado coyunturas en las que la situación política cambió
substancialmente en las mismas potencias (por ejemplo durante el periodo de
F.D. Roosevelt).
Las élites subordinadas han
conformado sistemas gangsteriles o semi-gangsteriles de control de los
trabajadores, empleando verdaderos ejércitos de controladores, glopeadores y
agentes con este fin. Es en gran parte en dependencia de estas ventajas represivas (cuya vigencia es
temporal y provocan finalmente ciclos de convulsiones políticas, dando lugar a
la emigración de los capitales extranjeros a nuevos países) así creadas, de su capacidad de imponer “la paz y el orden” y no tanto de las llamadas ventajas
comparativas o competitivas, lo que atrae a los capitales extranjeros.
Por otra parte, la hegemonía
indisputada es transitoria y provoca un ascenso de otras potencias del centro.
El porqué declinan las potencias hegemónicas es un vasto tema y ya hemos
indicado algunas ideas al respecto, aquí solo añadiremos algunas otras,
referidas principalmente a la etapa de la hegemonía indisputada. Una de ellas
tiene que ver con los efectos de la ley del desarrollo desigual y combinado,
entre otros, al hecho de que las monedas de los competidores en el periodo de
la hegemonía indisputada generalmente están subvaluadas con respecto a la potencia
principal. Otro aspecto consiste en que las ramas de la economía hegemónica
tienen una mayor obsolescencia relativa, que dificulta la renovación dinámica
de éstas, en contraposición con las de sus competidores, más nuevas y ágiles;
de que los salarios de los trabajadores de estos países son menores, etc., lo
que en el largo plazo hace que se presenten rivales de envergadura a la
dominación hegemónica de la potencia en turno.
Las potencias hegemónicas han
delimitado áreas especiales de importancia estratégica para ellas, en el
pasado, la mayor parte de éstas las incorporaron a su dominio bajo la forma de
imperios coloniales o semicolonias, en la actualidad los EUA han delimitado una
Gran Area, estratégicamente indispensable para ella, que incluye principalmente
a los países de América Latina y a los países petroleros del Medio Oriente.
El paso de la etapa de la hegemonía
plena a la compartida en los EUA y la ulterior declinación de ramas
industriales enteras (sobre todo en los años 70 y 80) ha provocado la creación
de una estrategia múltiple de ese país para recuperar la hegemonía plena, así
como una gran polémica dentro de la sociedad norteamericana sobre las causas,
evolución y consecuencias de la declinación o de si ésta realmente existe y no
es una exageración de algunos autores[38]. A finales
del 2000 el país comenzó a entrar a una recesión, inicio de un período
prolongado de recesiones económicas y convulsiones socio-políticas que
probablemente dure una década.
5.- Otros aspectos políticos. Estos
incluyen la formación de un sistema de dominación política sobre la mayor parte
del resto del mundo (fase de hegemonía plena), que incluye el predominio de la
potencia principal y sus potencias aliadas en los organismos internacionales
(Sociedad de las Naciones en el pasado, ahora la ONU, OEA, etc.), un sistema de
estados-clientes y la limitación al
máximo (durante el período de la hegemonía indisputada), de las esferas de
influencia de las restantes potencias del centro. Con estas últimas, el país
hegemónico prefiere recurrir a la alternancia del consenso, de liderazgo a
través de políticas sofisticadas y sutiles, sobre todo en su etapa de hegemonía
compartida, pero también utiliza guerras económicas, fuertes presiones
político-militares y golpes bajos de toda índole. La tendencia de largo plazo,
sin embargo, es hacia el fortalecimiento de las contradicciones y roces
interpotencias. La desaparición, a partir de la terminación de la segunda
guerra mundial, de conflictos bélicos entre las potencias del centro y la extrema
destructividad de las armas atómicas, químicas, biológicas, replantea la
posibilidad de la aparición de los ciclos de guerras hegemónicas[39]. Pero de algún modo habrá de resolverse de manera violenta la rivalidad
entre las potencias por la nueva hegemonía sobre el mundo.
Mientras que en el país hegemónico
(y en general en el centro), se han desarrollado (en un proceso contradictorio
y con altibajos, con retrocesos, en ciclos), formas modernas y avanzadas del
sistema político-estatal[40], a la vez
que los más sofisticados mecanismos de manipulación político-ideológica, en la
periferia y la semiperiferia aquél ha tendido a apoyar diversos tipos de
régimen político, incluyendo a las más represivas dictaduras, siempre que
sirvan a sus intereses de dominación. Después del 11 de septiembre del 2001 se
abre una etapa de transición política en el mundo en la que se afirman las
tendencias militaristas y policiacas.
En los años 80 y 90 del siglo
pasado, después de quiebres importantes como la revolución iraní, la caída del
sistema soviético y otros factores, los EUA en dependencia del grado de
agudización de la lucha de clases en los distintos países, tendió a favorecer
formas de manipulación política próximas a las democráticas. Pero la democracia
política real en estos países (si es que alguna vez pudiera darse aquí)
únicamente será posible con un cambio radical de las capas dirigentes por capas
con vocación democrática, en el aparato del estado y la reestructuración
democrática de éste, sin excluír las estructuras represivas puesto que
actualmente se tiende a substituir a la democracia real por una “democracia protegida”[41], con el
fin de evitar la llegada al poder de movimientos nacionalista-democráticos.
El sistema electoral de los países
latinoamericanos está fuertemente condicionado por los “apoyos” que le
proporcionan toda clase de entes internacionales, especialmente los EUA y las
instituciones multilaterales dominadas por éstos. El FMI elabora programas y
proporciona créditos para el combate a la “pobreza”, para la asistencia social,
para “ayudas” al campesinado, que en realidad son utilizados para mantener
clientelas cautivas y comprar votos baratos de manera encubierta por los
partidos del status quo. Estos créditos se proporcionan de manera preferente
durante el proceso electoral. Pero las agencias gubernamentales norteamericanas
también han intervenido de manera decisiva para enfrentar y en su caso derrocar
o por lo menos tratar de hacerlo, a coaliciones de izquierda, como en el caso
de Allende en Chile, la Nicaragua sandinista y la Cuba socialista.
Otras organizaciones, sobre todo
las europeas, también han participado apoyando a sus congéneres, como es el
caso de las organizaciones internacionales demócrata-cristianas y socialistas,
que proporcionan asistencia teórico-organizativa y monetaria.[42]
Una vez establecidas las reglas del
juego en los países subordinados y cuando en el poder se encuentran “aliados”,
la conducción de los asuntos políticos cotidianos se deja a estos últimos, bajo
la estrecha vigilancia (e intervención directa e indirecta, según el caso), de
distintos organismos (Departamento de Estado, Embajada local, CIA, FBI, DEA,
Pentágono, Departamento del Tesoro, Secretaría de Agricultura, etc.). La
política seguida por estas organizaciones incluye una gran dosis de hipocresía estatal imperial[43], la cual ha
sido una constante en las relaciones con los países subordinados (en los siglos
XIX-XX también la Gran Bretaña llevó a cabo una política similar, por lo que se
le conocía como “la pérfida Albión”).
Se sostienen públicamente políticas
“democráticas” o de defensa de los derechos humanos que están en abierta
contradicción con las relaciones reales que se establecen con los aparatos
represivos de las dictaduras o semidictaduras, con partidos gobernantes no
democráticos, etc. En un contexto similar se inscribe la crítica que se hace
desde organismos gubernamentales o medios de comunicación masivos de aquel país
a la profunda corrupción de los aparatos gubernamentales de los países
subordinados o a la ola de crímenes políticos de opositores políticos en tal o
cual país, cuando son precisamente los Estados Unidos los que propician la
aparición de estos fenómenos.
Sin embargo, en el aspecto
económico, la supervisión e intromisión directa e indirecta es mayor. Aquí el
número de organismos y agencias que intervienen es muy grande, pues aparte de
los gubernamentales de la superpotencia[44] y de las
organizaciones internacionales (FMI, Banco Mundial, BID, etc.), se inmiscuyen
también de manera directa los organismos privados: las corporaciones
transnacionales, para moldear la política que finalmente se adopta en los
países de referencia[45]. Pero
también aparecen como sujetos de presión los consorcios transnacionales de
otras potencias. El peso de los negocios y agentes nativos es, por lo general y
en los aspectos fundamentales, pequeño (salvo excepciones), en la elaboración y
ejecución de las políticas económicas de los gobiernos señalados. Las
contradicciones que aparecen debido a la gran cantidad de actores y organismos
que intervienen son conciliadas por los funcionarios gubernamentales nativos,
dándole a ellos por ésto, en ocasiones, la apariencia de estar por encima de
aquéllos. El estado, tanto en los países desarrollados como en los
dependientes, ha venido a ser controlado por el capital financiero
internacional, debido a las enormes dimensiones de éste.
La corrupción que aflora por todos
los poros de las sociedades subordinadas y que actualmente alcanza proporciones
mayúsculas, el “arte” gubernamental de hacer la mayor parte de las cosas mal,
el desastre de la vida socioeconómica que diferencia a estas sociedades de las
desarrolladas, es en medida fundamental debido a la posición de hegemonía y
dominación de la potencia señalada, así como a todos los fenómenos de
descomposición y desorden de la vida de las sociedades de estos países en la
etapa presente. Se ha propiciado la aparición de poderosas mafias del
narcotráfico, otros negocios ilícitos, etc., cuyos representantes se han
infiltrado en posiciones clave del aparato estatal.
6.- Los aspectos
militar-represivos. Por la fuerza y dinámica de su dominación, la potencia
hegemónica desarrolla un gran potencial bélico y tiende a adueñarse o tener
bajo su control a todos los principales puntos estratégicos del globo. Desarrolla
un sistema de alianzas militares con las potencias del centro y los países
dependientes. Por ello, sobre todo en la etapa de su hegemonía indisputada,
debe de crear un sistema de bases militares, navales, aeropuertos y puntos de
aprovisionamiento que permitan su efectivo dominio. Es el garante `en última
instancia´ del capital en el mundo, el gendarme mundial. El peso de la
industria y servicios militares en la economía y sociedad norteamericanas es
enorme y sus necesidades afectan a esa sociedad, hasta el grado de que se han
producido guerras y conflictos bélicos con el solo propósito de renovar
existencias o elevar la tasa de ganancia de las empresas de este ramo.
Además, por una serie de tratados,
por el monopolio (junto con otras potencias centrales) en la producción de
muchos tipos avanzados de armamento y el conocimiento para emplearlos, por el
entrenamiento de oficiales y cuadros de las fuerzas armadas[46] de los estados dependientes (y el reclutamiento de parte de éstos por
los organismos de inteligencia de la potencia mencionada), y asesoramiento
constante en multitud de operaciones especiales (lucha contra el narcotráfico[47], creación y entrenamiento de batallones de élite, etc.), se crea una
importante dependencia militar de los países subordinados y éstos le someten
aspectos claves de sus aparatos militares. La potencia hegemónica establece
prioridades estratégicas en la porción del orbe bajo su control.
Sin embargo, la mayor parte de los
armamentos que vende esta potencia a sus clientes, en especial a los
latinoamericanos, son deshechos de sus fuerzas armadas o equipos y armas que no
son consideradas un peligro para su seguridad nacional.
Los restantes aparatos
gubernamentales de control-represión de los países clientes, es decir, las
diversas policías, los Ministerios del Interior (Gobernación), los organismos
de lucha antidrogas, etc., han sido formados, en sus núcleos centrales, por los
correspondientes organismos de la potencia de marras. Ellos les proporcionan
asesoramiento constante, armamento, equipos y entrenamiento en escuelas
especializadas, algún financiamien”, a la vez que las utilizan en las tareas u
objetivos que les interesan.
En los EUA, el aparato de
inteligencia, el cerebro colectivo encargado de la seguridad nacional, es la Comunidad de Inteligencia de los Estados
Unidos, (Intelligence Community)[48], en la que
participan trece organizaciones de
inteligencia: la CIA, la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), la Agencia
de Inteligencia de Defensa (DOD) del Departamento de Defensa, la Agencia de
Seguridad Nacional (NSA)[49], la
Oficina de Investigaciones e Inteligencia del Departamento de Estado, la
Agencia Nacional de Imágenes y Mapas, la Oficina Nacional de Reconocimiento,
las unidades de inteligencia de los Departamentos del Tesoro y de Energía,
además de los servicios de inteligencia de las tres ramas de las Fuerzas
Armadas y de la Infantería de Marina y una red no oficial de ex-agentes o
personal retirado de estas agencias de inteligencia.
Para los aspectos exteriores de la
actividad gubernamental de los EUA, la CIA es el instrumento más importante.
Como señala Vuskovic, “ Roger Morris, ex miembro del Consejo de Seguridad y
actual director de Estudios Humanitarios del programa Carnegie para la Paz,
sostuvo en una conferencia sobre la CIA y sus actividades,... en septiembre de
1974,...,que ` la penetración de la CIA abarca todos los campos; influye en los
políticos, se infiltra en los medios periodísticos y ejerce influencia en los
militares´, agregando que la CIA fue el eje principal en la década de los 60
del derrocamiento de los presidentes Goulart y Velasco Ibarra, y que `una de
las mayores infiltraciones de la CIA es en las organizaciones obreras
latinoamericanas´. Esta institución ha organizado innumerables actos político-militares
para influir y modificar en beneficio de los EU las políticas de los gobiernos
latinoamericanos, ha impulsado golpes de estado y se ha destacado en
actividades en contra de Cuba y Nicaragüa, instrumentando golpes de estado como
el que derrocó al gobierno de Salvador Allende, etc.
En la política exterior de los EUA
se puede observar la alternancia de ciclos en los que predomina la utilización
de métodos “pacíficos”, político-diplomáticos para resolver las contradicciones
de ese país con gobiernos nacionalistas, democráticos o simplemente no
subordinados totalmente a éste y ciclos en los que esta potencia recurre a la
violencia, a la intervención militar directa (política del `gran garrote´), en
otros países. Los casos de intervención a fines de los años 90 del siglo pasado
en Panamá, Irak, Haití, Bosnia, Yugoslavia y Afganistán evidencian que nos
encontramos en uno de estos ultimos ciclos y que esa tendencia se reforzará en
el próximo futuro.
Por otra parte, es de subrayar que
las potencias hegemónicas han sido siempre las más grandes potencias navales
(ahora también cuentan de manera fundamental los aspectos aero-espaciales) de
su época, además de que el hecho de ser islas o cuasi-islas, las aísla y
preserva de los ataques de las potencias continentales.
7.- Los aspectos ideológicos. Estos
comprenden toda una serie de ideologías, corrientes, escuelas y mitos que
ayudan a justificar y reforzar la dominación hegemónica, pero también la
reproducción global del capitalismo (y son producidas también en otros países
del centro). Incluyen igualmente a grandes sectores de la actividad humana
altamente lucrativos y de proyección universal: los medios masivos de
comunicación, es decir, el cine (en el cual Hollywood posee el cuasi-monopolio
mundial, con las excepciones de la India y China), la televisión, la prensa, la
radio[50], etc., pero también la publicidad, el arte, las modas, las universidades
(privadas, sobre todo) etc[51]. El
“american way of life” es un poderoso medio y mito que coadyuva a la aceptación
de los productos y servicios norteamericanos y también de la hegemonía mundial
de ese país.
En especial los países dependientes
se ven bombardeados por una avalancha masiva de ideología[52] procedente sobre todo del país hegemónico, ya que la producción nativa
de ideología es aceptada cuando sirve al “sistema“ o es relativamente fácil de
ser controlada y subordinada o reprimida, cuando es independiente y masiva, con
el apoyo de las autoridades locales, o incluso permitida cuando llega solo a
grupos relativamente pequeños.
Las universidades, centros de enseñanza superior y los
centros de investigación del país hegemónico tienen un peso creciente en la
etapa actual. La interacción de la investigación con las corporaciones
transnacionales y los gobiernos es un aspecto clave en la contienda económica
internacional. Pero también lo es la captación de “cerebros” que pasarán a
ocupar puestos importantes en la administración y las empresas tanto del
hegemón como de los países subordinados. En estos últimos, el ascenso a altos
puestos gubernamentales es favorecido por redes de inteligencia del país
dominante que operan tanto directamente como a través de hermandades,
sociedades secretas, etc. El ascenso es facilitado si se han realizado
posgrados en las universidades de élite en el país rector y si se comparten sus
valores y principios predominantes.
Las redes mencionadas realizan una amplia labor de
captación de los más capaces elementos en la mayor parte de las ramas del saber
(sobre todo en países estratégicos), a través de un complejo y sutil sistema de
subsidios, becas, promociones, etc. Sin embargo, y a pesar de ésto, una parte
de los elementos pensantes de la sociedad de los países dominados escapa a su
cooptación.
En el país hegemónico un conjunto
de ideas o patrones ideológicos (compartidos por las clases
dominantes-dominadas de los países subordinados), contribuyen a mantener el
papel de país líder: el mito del gran
sueño (norte)americano en los EUA (roto parcialmente después de 1968-73, es
decir, después de la gran agitación en contra de la guerra de Vietnam y de
Watergate). El ideológico es un aspecto fundamental para explicar el ascenso y
la declinación de los países hegemónicos. La llamada “enfermedad inglesa”, es
decir el agotamiento del impulso para trabajar más y mejor (incremento de la
productividad), de los trabajadores ingleses, su creciente enajenación y
rechazo a un esfuerzo suplementario, es un fenómeno que se da primero en ese
país porque fue el que inició la ruta hacia el capitalismo contemporáneo, pero
de ahí se extendió a los EUA, a pesar de los múltiples esfuerzos que se han
realizado por reforzar el incremento de la productividad en este país.
Un aspecto fundamental dentro de
los ideológico-políticos lo es el control de las clases sociales, en especial
de los trabajadores urbanos y dentro de ellos el proletariado industrial. Por
ello, desde la terminación de la segunda guerra, la potencia norteamericana
elaboró una estrategia global de penetración de las agrupaciones obreras y
sindicales, para debilitarlas, corromperlas e imbuirles ideologías acordes con
el “establishment”. Los mecanismos han sido múltiples, uno de ellos ha sido la
fundación de la ORIT (Organización Regional Interamericana del Trabajo), bajo
los auspicios de la AFL-CIO norteamericana[53]. Esta organización, que ha estado cambiando en las ultimas décadas, a
través del Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre (que
ha recibido aportaciones cuantiosas de las grandes corporaciones
norteamericanas), ha organizado conferencias, cursos, seminarios, etc, en los
cuales han participado decenas de miles de trabajadores latinoamericanos.
hegemonía mundial de las potencias. Una aproximación
teórica.
Luis Sandoval Ramírez
Instituto de Investigaciones Económicas-UNAM
La hegemonía mundial de las
potencias ha seguido un patrón cíclico, por lo menos desde que las Provincias
Unidas (Holanda) ejercieran ese papel en el siglo XVII-XVIII. El orden
establecido por los hegemones ha incluído principalmente un nuevo modelo de
desarrollo económico y una estructura económica nacional e internacional, los
que también han seguido un ciclo largo secular.
La palabra hegemonía procede del
griego (hegemón: jefe, líder o gobernante), de ahí pasó al latín y a los
idiomas contemporáneos, en su acepción original significaba “dirección suprema”
de un estado en relación a otros. La hegemonía se manifestaba en la dirección
de empresas militares conjuntas, por ejemplo en el s. V, se da la guerra por la
hegemonía griega entre las ligas de ciudades lidereadas por Atenas y Esparta.
Para algunos teóricos es “una subespecie
del concepto más general de dirección”[1], pero en el sentido que A. Gramsci
le aplicó, la hegemonía es principalmente un liderazgo por consentimiento,
aunque incluye también la noción de dominación, coerción.
En el presente trabajo se considera
que de cualquier manera hay una cierta ambigüedad en el uso del concepto de
hegemonía, pues en la mayor parte de los trabajos sobre el tema, ésta implica
sobre todo liderazgo de las clases gobernantes y consenso, consentimiento de
las clases subordinadas hacia éste, mientras que en otros ensayos se incluye de
manera importante el factor coerción[2].
La hegemonía mundial de una
potencia en el sentido de “dirección suprema”, en el plano económico, político,
militar e ideológico, en este ensayo se refiere sobre todo a las relaciones del
hegemón (de sus clases dirigentes, sus empresas e instituciones) con el resto
de los países desarrollados (también sobre las clases subordinadas de su propio
país), aunque en ellas también existe coerción ejercida por aquél. En sus
relaciones con los países dependientes, aunque el aspecto principal es el de la
hegemonía, la dosis de dominio, coerción (económica y política) y violencia
militar se incrementa, asemejándose en algunos casos y períodos a las relaciones
imperiales clásicas entre la metrópoli y las colonias. Los rasgos fundamentales
de esta relación se han sucedido de manera reiterada y cada grupo de
reiteraciones se ha producido en un plano superior en forma de ciclos largos de
hegemonía mundial.
El sistema-mundo construído sobre
esta base permite que se produzcan intercambios entre los distintos componentes
del sistema: bienes, servicios y dos flujos de capitales con direcciones
opuestas: por una parte la inversión de capitales desde el centro y
principalmente sobre esta base la succión del plusvalor (el otro flujo de
capital) desde los países de la periferia (los más pobres y atrasados) y la
semiperiferia (los que combinan rasgos de atraso y desarrollo) hacia el centro
y sobre todo hacia el país hegemónico. Este flujo de plusvalor se produce a
través del comercio desigual[3]; de las
ganancias derivadas de las inversiones extranjeras directas, de los préstamos
extranjeros y de las inversiones de cartera[4]; así como
mediante la fuga de capitales y la migración de cerebros y de trabajadores.
Dichos intercambios han permitido un desarrollo con diversas fluctuaciones del
capitalismo, llevándolo a estados
cada vez más elevados.
La literatura sobre el tema de la
hegemonía es sumamente vasta y los puntos de vista, encontrados, ver entre
otros: Klingberg, Frank L. (1970); Organsky A.F.K. (1968); Modelski, George,
(1984,1992,1996);
Doran y Parsons, (1980);
Keohane, Robert O., (1984); Raimo Väyrynen (1992); Maira, Luis (1986); J.S. Goldstein y David
P. Rapkin, (1991);
T.K. Hopkins, (1990);
Ana Esther Ceceña y Andrés Barreda, (1995), etc.
De acuerdo a Thompson (1983),
Boswell y Sweat (1991), la literatura sobre hegemonía puede dividirse en dos
escuelas: la realista y la sistémica, bifurcándose a su vez cada una de ellas:
la sistémica tiene a la teoría de la economía-mundo (Wallerstein 1974, 1984(b),
Frank 1978) y la teoría de los ciclos largos (Modelski, 1987, Modelski y
Thompson, 1988); la realista tiene como variantes la teoría de la estabilidad
hegemónica (Gilpin, 1981) y la teoría de la transición del poder (Organski,
1968, Organski y Kugler, 1980). La unidad de análisis en ambas escuelas varia considerablemente,
pues en la sistémica es el conjunto de la economía mundial, mientras que en la
realista es el estado-nación. Pero en dos artículos posteriores (1995a y
1995b), Boswell, indica una aproximación reciente en los estudios de las ramas
sistémicas, además de que sus propios ensayos son un intento de síntesis de
ambas.
Dos de los
mas relevantes autores sobre el tema de la hegemonía mundial han sido Fernand Braudel e Immanuel Wallerstein, así
como los investigadores alrededor de este último[5]. En este texto abordaremos críticamente de manera principal los
señalamientos de este autor, y luego proponemos algunos elementos propios sobre
el tema. Wallerstein (1988), señala los tres casos de hegemonía en la
sociedad-mundo contemporánea: la de las Provincias Unidas (Países
Bajos-Holanda), a mediados del siglo XVII, la de la Gran Bretaña a mediados del
siglo XIX y la de los Estados Unidos a mediados del siglo XX, aunque en otra
parte de su vasta obra menciona uno primero, inicial, en el que la potencia
hegemónica fue el Imperio de los Habsburgo (1450-1559-75).
Modelski y
Thompson (1992), ven de manera diferente los ciclos largos de hegemonía: desde
1430 hasta el presente, han sido 5 y nos encontramos en medio de un sexto. Las
potencias hegemónicas fueron: Portugal (1430-1540), Holanda (1540-1640), Gran
Bretaña I (1640-1740), Gran Bretaña II (1740-1850), EUA I (1850-1973), EUA II
(1973-2080). Puesto que las pruebas para aducir la hegemonía mundial de Portugal,
así como las que indicarían un predominio británico ya desde 1640, antes de las
grandes batallas por la supremacía mundial de 1756-63 y las guerras
napoleónicas, pero también las que señalarían una supremacía norteamericana
desde 1850, en plena Pax Británnica, necesitan
un examen extenso, no pasamos a analizar detalladamente aquí las posiciones de
estos autores, cuyas teorías del ciclo largo y de los sectores líder también
merecen una particular atención.
Otros ensayistas[6], introducen un período de hegemonía francesa de 1647 a 1715,
precisamente cuando los holandeses estaban en el apogeo de su dominación
comercial y financiera. Pero es necesario señalar que en su conjunto, desde el
siglo XVI se va perfilando una hegemonía mundial de carácter europeo-occidental,
ejercida a través de algunas de las potencias de esta región a lo largo de los
siglos, hasta que en el XX, debido a las rivalidades y debilitamiento de las
potencias europeas, ésta pasa a manos de los Estados Unidos.
A principios del nuevo milenio, con
la formación de la Unión Europea se perfila un posible heredero hegemónico de
la potencia norteamericana, que hasta ahora ha permanecido como su aliado. La
potencia que para muchos analistas se vislumbra como el futuro rival hegemónico
es la República Popular China[7], aunque el
cúmulo de contradicciones que ha ido acumulando ahí es mayúsculo y no pasará
mucho tiempo sin que éste explote, existiendo el peligro de grandes
desgajamientos del cuerpo central de la nación china. Por otra parte la
inexistencia de un conjunto importante de empresas transnacionales propias de
ese país acentúa la interrogación sobre su posible preponderancia en el mundo.
Las tendencias hacia la hegemonía mundial se han derivado de la existencia de
un conjunto de empresas privadas que han empujado a sus estados a luchar por
ésta, pero en el caso chino aquéllas son extremadamente débiles. Pero el futuro
de la pugna hegemónica se irá decidiendo en los próximos 15-20 años, durante
los primeros años de la nueva onda larga expansiva del Kondrátiev, cuando quede
claro en qué país o países se están desarrollando prioritariamente las
innovaciones revolucionarias en el area de la energía y las empresas y éstas
comiencen a propagarse en el conjunto de esas economías, culminando la tercera
revolución tecnológica.
Según Wallerstein (1989), para
acceder a los respectivos ciclos de hegemonía mundial se desataron fuertes y
prolongados conflictos bélicos mundiales (guerra mundial), los que duraron
treinta años en promedio y terminaron con la derrota militar de los rivales
(los Habsburgo, Francia, Alemania), en un conflicto que involucró a todas las
potencias militares contemporáneas: ellos fueron, la guerra de los Treinta Años
de 1618-48, las guerras napoleónicas (1792-1815) y las dos guerras mundiales
del siglo XX (1914-45), que deberían ser concebidos como una única y larga
“guerra mundial”. Antes de este
evento, el país que despues se convirtió en hegemónico, había sido
primordialmente el mayor poder marítimo, pero por la fuerza de las circunstancias
se había convertido en potencia terrestre para hacer frente al reto planteado
por el rival, que era una formidable potencia terrestre.
Sin
embargo, no está de más recalcar que los participantes en este proceso fueron
tres: el país hegemónico, el rival (potencia terrestre) y el heredero de la
hegemonía (potencia marítima). Este último en el caso de la alianza militar
entre los Estados Unidos y la Gran Bretaña en el par de conflictos bélicos
mundiales del siglo pasado fue aliado y no rival militar del primero. En el
ejemplo opuesto de Inglaterra-Holanda en el ciclo previo, este ultimo país, el
hegemón de su tiempo, había sido subyugado militarmente por los franceses (los
rivales hegemónicos) en el ocaso de su preponderancia y por ello fue su aliado
durante las guerras napoleónicas, aunque parte importante de la superioridad
militar inglesa se debió a la prolongada alianza anglo-holandesa anterior a
esas guerras.
Para el autor que venimos
considerando, la hegemonía implica
tanta eficiencia y competitividad en la producción de los productos del estado
del centro que éste es el principal beneficiario del mercado mundial. Este
estado fomenta la reducción extrema o incluso impide la formación de barreras
políticas que se contraponen al libre comercio e inversión, así como el impulso
de ideologías intelectuales y culturales favorables a sus principios. Para él, la hegemonía es pasajera y la
decadencia de ésta comienza cuando se alcanza su cenit “ya que un Estado deja de ser hegemónico no sólo porque pierde fuerza
(al menos hasta que no ha transcurrido un largo periodo de tiempo), sino porque
otros la adquieren...”[8]. La
superioridad productiva agroindustrial conduce a la superioridad comercial, con
las esferas “invisibles” adjuntas a ésta: el transporte, las comunicaciones y
los seguros y posteriormente a la superioridad financiera (banca e inversión). Una vez que se han superpuesto las
diferentes hegemonías en el tiempo, se van perdiendo éstas, siguiendo el mismo
orden (en buena parte sucesivo), de la productiva a la comercial y finalmente
la financiera. El efímero apogeo en el que una potencia central puede “manifestar simultáneamente su superioridad
productiva, comercial y financiera sobre todas las otras potencias del
centro... es lo que llamamos hegemonía”[9].
Pero la hegemonía no es de ninguna
manera un efímero apogeo, sino un ciclo largo de aproximadamente 100-150 años,
según se ha visto desde que Inglaterra asumió ese papel al inicio de la
revolución industrial. Aquí parece haber una importante ambigüedad en la
definición de Wallerstein. Al parecer él utiliza el concepto de hegemonía en un
doble sentido: amplio y estrecho (la “verdadera hegemonía”). Creo que
igualmente habría que afinar su afirmación, por otra parte limitada en el
tiempo, de que la hegemonía presupone una mayor eficiencia productiva que hace
que los productos del país hegemónico sean competitivos incluso en los
restantes países del centro, puesto que eso implicaría que los EUA no serían
desde hace ya algunas décadas el país hegemónico mundial, porque su balanza
comercial ha sido durante muchos años
deficitaria (y por lo tanto su eficiencia productiva relativa ha sido
negativa).
Por otra parte lo que impulsa la
máxima competitividad de los productos del país hegemónico son principalmente
las innovaciones revolucionarias, que ponen en un plano superior de
productividad, calidad, materiales empleados, venta y por lo tanto, precio a
esos productos, abriendo también el abanico de los mismos y que se han
desarrollado prioritariamente en el país hegemónico.
En cuanto a las causas de la
declinación de las potencias hegemónicas, él señala la aparición, en la
posguerra hegemónica, de un “liberalismo global” que tiene como objetivo el
“libre flujo de los factores productivos en toda la economía-mundo”. Pero este
“liberalismo global” permite la “difusión de la pericia tecnológica” a los
competidores y en una etapa expansiva, impulsa “el aumento rampante de ingresos
reales tanto de las capas de trabajadores como de los cuadros incorporados al
bloque hegemónico”. En un largo período estas dos tendencias minan las ventajas
competitivas de las empresas del país hegemónico y propician el ascenso de
competidores, uno de los cuales asume posteriormente la triple ventaja
competitiva que encierra la hegemonía[10].
En cuanto al “liberalismo global”,
habría que señalar que durante las primeras décadas de la preponderancia plena
norteamericana, debido a la confluencia de dos factores: la presencia de
empresas transnacionales de la industria manufacturera en los países pobres y
la existencia de una tendencia interna hacia la “substitución de
importaciones”, surgida en el período de
entreguerras, principalmente en los más desarrollados países de América Latina,
Asia y Africa, las empresas y el gobierno estadunidenses, consideraron factible
“cerrar” esos países a la competencia externa, con el fin de obtener altas
tasas de beneficio para éstas. El proteccionismo que así se estableció, comenzó
a resquebrajarse en la década de los 70[11].
En una primera síntesis,
concordando o no con el autor de referencia, algunos aspectos centrales sobre
el tema que es necesario subrayar son los siguientes (abordaré otros aspectos
posteriormente):
Primero, el sistema-mundo
capitalista surgió estrechamente ligado a la expansión europea en el resto del
orbe[12] (a partir de los ultimos decenios del siglo XV) y condujo
inevitablemente a la hegemonía mundial, la cual ha adoptado estructuras
socioeconómicas y políticas que han ido evolucionando cíclicamente,
expandiéndose y adquiriendo analogías y diferencias marcadas a través del
tiempo, en un ascenso cualitativo en cada escalón sucesivo. En algun momento
futuro las estructuras de hegemonía del sistema-mundo y el propio capitalismo
tenderán a transformarse de tal manera que desaparezcan.
El rasgo básico inicial del sistema
arriba señalado fue la dominación violenta del centro europeo-occidental sobre
la periferia (conquista, exterminio de las poblaciones nativas, saqueo y
colonización, dominación sobre los restos de las civilizaciones conquistadas) y
la creación de imperios mundiales (principalmente el español, el portugués, el
holandés y el inglés), evolucionando a la de hegemonia mundial sobre todo a
partir de la primacía mundial holandesa. La mera existencia de los imperios
coloniales holandés e inglés (el inglés fue el más vasto conocido en la
historia), indica la presencia de una gran dosis de violencia y coerción en su
liderazgo mundial. Los Estados Unidos, a la vez que perfeccionaron estas
estructuras y evitaron el imperio formal, se anexaron durante su ascenso
hegemónico territorios como Hawaii, Puerto Rico y Guam, incluyendo en una
situación semicolonial a los países del Caribe, Filipinas y Centroamérica, para
posteriormente incluir en una situación de subordinación a la mayor parte de
los países pobres.
Segundo, los ejes centrales de la
dominación hegemónica sobre el mundo se inscriben en los campos de la economía,
la política, la guerra y la ideología. El estado que ha devenido hegemónico ha
desarrollado en ellos un esfuerzo secular continuo de mejoramiento e innovación
antes de lograr la hegemonía. En cada uno de estos aspectos el estado
hegemónico ha logrado desarrollar innovaciones revolucionarias cuyo impulso de
aproximadamente cien años (ciclos largos centenarios) se ha traducido en una
mayor productividad y eficiencia y en un conjunto de instituciones resultantes
que han producido una expansión de la economía y de la sociedad mundiales,
desarrollando también las estructuras del sistema capitalista en el orbe. Pero
el impacto global de estas innovaciones ha sido escalonado, se ha dejado sentir
primero (durante un ciclo Kondratiev) principalmente en la sociedad de la
potencia hegemónica, en un periodo posterior (en el siguiente ciclo Kondratiev)
en los restantes países centrales y finalmente en los países pobres. El
potencial de arrastre de esas innovaciones se ha dado principalmente en la fase
A del ciclo largo Kondratiev, ha provocado la expansión del comercio y la
economía mundiales, seguida por la tendencia a su declinación durante la fase B
del ciclo largo indicado, durante la cual se produce una tendencia a la
racionalización de dichas innovaciones y a la preponderancia del capital
financiero-especulativo.
La relativa obsolescencia[13] de las innovaciones revolucionarias apuntadas (al final del ciclo largo
centenario), la sobreextensión de la hegemonía[14], la asimilación de aquéllas por los competidores y la mayor
preponderancia general en ese país de la economía financiero-especulativa,
entre otros aspectos, han provocado la decadencia del hegemón. En el caso
futuro de que existiese en el seno de la actual potencia dominante, los Estados
Unidos (con su extensión al conjunto de América del Norte), un nuevo conjunto
de innovaciones revolucionarias, lo más probable es de que se renueve dicha
hegemonía-dominación, aunque por ahora lo predominante en ese país son los
signos de su decadencia.
Por otra parte, la aparición de
múltiples indicadores del renacimiento de la actividad de los trabajadores en
el mundo indican que en este proceso sectores de las clases subordinadas
también tendrán la palabra y ejercerán su influencia sobre éste, sobre todo
para la realización de reformas estructurales al sistema, que la propia
oligarquía dominante teme realizar, así como para la defensa de sus conquistas
históricas y su derecho al empleo y una vida digna[15].
Tercero, que se trata en el
presente de un sistema mundial de dirección-dominación de un conjunto
heterogéneo de países, en el que han confluído por lo menos los siguientes
tipos de éstos: a) el país hegemónico, b) los restantes países del centro,
dentro de los cuales podemos distinguir a los países aliados, el país o
conjunto de países hegemónicos rivales,
c) los países de la semiperiferia, muchos de los cuales ya durante la supremacía
británica adquirieron su independencia política y conformaron el imperio informal de la Gran Bretaña: los
países mas desarrollados de América Latina[16] y ahora algunos asiáticos y d) aquéllos de la periferia que integraron
los imperios coloniales en el siglo XIX o ahora el conjunto de los paises mas
pobres.
Dentro de las dos categorías
últimas podemos ubicar a los países pobres “enemigos” del país hegemónico
actual, los “rogue states”[17], países
rebeldes y constantemente excluídos del sistema internacional. Esta categoría
ha existido durante el periodo de 200 años que examinamos, constatando la
existencia de una tendencia centrífuga-contractiva del sistema, que ha ocurrido
a la par de la de expansión del mismo[18].
Algunos de estos países pudieron
formar un sistema relativamente diferente al capitalista: cuando se formó el
“bloque soviético”, de socialismo estatal, que por su fuerza e importancia fue
aceptado en la comunidad internacional. Este sistema tuvo su periodo de auge y
en su declinación-desaparición desarrolló crecientes tendencias a la
integración con el sistema mundial capitalista, que a la postre ayudaron
fuertemente a propiciar su regreso-transformación al capitalismo. Un remanente
de ese sistema es el socialismo estatal de China, Vietnam, Norcorea y Cuba. Los
actuales “estados canallas” incluyen a Irak, Afganistán, Libia, Norcorea, Cuba,
Irán, etc. Excepciones históricas a la absorción en un sistema mundial de
hegemonía han sido en algunas etapas: el Japón, que se cerró a las relaciones
con las potencias occidentales hasta 1853-54, cuando las cañoneras
norteamericanas del Comodoro Perry lo obligaron a abrirse al comercio
occidental, el Paraguay del Dr. Francia, etc.
Cuarto.- Para lograr la hegemonía
mundial el hegemón debe también subordinar a su favor la esfera
político-estatal de los países del tercer y cuarto grupos anteriormente
indicados y asegurarse la lealtad no exenta de contradicciones de las elites
políticas de los países desarrollados.
En quinto lugar, la instancia (es
una de las ultimas en desaparecer) que ha preservado históricamente la
hegemonía mundial de un determinado país es el sistema militar que éste
desarrolla en la sociedad mundial, a través de alianzas, bases militares,
entrenamiento de cuadros, suministro y perfeccionamiento constante de sus
armas, etc.
En sexto lugar, existe también una
esfera no mencionada por Wallerstein, la monetaria, que es importante para la
consecución de la hegemonía. El predominio del dólar en las transacciones
internacionales es incontrastable hasta el dia de hoy.
Sintetizando, señalaremos que,
según nuestro punto de vista la hegemonía en la sociedad-mundo contemporánea es
un proceso cíclico de establecimiento de un orden de dirección-dominación
informal (y en éso se diferencia de los imperios, aunque algunos de los que
fueron países hegemónicos también hayan sido imperios), de una potencia (de sus
clases dominantes, sus empresas e instituciones), sobre la mayor parte del
mundo (incluyendo a las clases subordinadas de su propio país) y sobre la mayor
parte de las esferas de la actividad humana (economía, política, militar,
ideológica), con el fin de que las empresas, personas e instituciones de aquélla (y en el proceso
de decadencia de ésta de manera compartida con las de las restantes potencias centrales)
puedan operar sin obstáculos (y con ciertos privilegios, principalmente en la
economía) y puedan obtener los mayores beneficios, pero también para que el
sistema capitalista en su conjunto pueda operar y beneficiar de distinta manera
a todos los integrantes del mismo. Cada uno de estos ciclos largos se podría
dividir en tres fases:
1).-Hegemonía
en disputa. Desplazamiento de la antigua potencia y ascenso (aparición de las
innovaciones revolucionarias), seguido de la victoria hegemónica de la nueva.
2).- Hegemonía plena o indisputada
3).- Hegemonía compartida o en declinación (vieja
potencia). Hegemonía en ascenso (nueva potencia y rival hegemónico).
La variación temporal de estos
ciclos es grande, pero la mayoría de los autores y el promedio de los tres
ciclos ultimos indican un término de cien-ciento cincuenta años. A la primera
fase señalada le antecede la de hegemonía compartida o en declinación de la
antigua potencia y de ascenso de la nueva, en el ciclo anterior. La primera
fase es una en la que el papel principal lo tienen tres países: el hegemón en
declinación, el rival hegemónico y el heredero de la hegemonía, como sucedió
durante las dos primeras guerras mundiales, en las que el rival hegemónico
beligerante era Alemania (en la segunda, junto con Japón) y el aliado, pero a
la postre, heredero de la hegemonía, los EUA; asimismo ésta coincide en el
tiempo con la declinación definitiva de la vieja potencia hegemónica. Por ello,
a diferencia de Wallerstein, quien destaca la sucesión de cuatro fases:
hegemonía en ascenso, victoria hegemónica, maduración hegemónica, hegemonía en
declinación, y, basándome en su propia definición de este concepto, aquí se
proponen las tres fases señaladas, que en sí mismas forman un ciclo, agrupando
en una sola fase la primera y la última del autor señalado.
Wallerstein (junto con Hopkins),
relacionan los periodos de sucesión hegemónica con pares de ondas largas del
ciclo Kondratiev:
A1 (ascenso) Hegemonía en
ascenso-agudo conflicto entre los rivales a la sucesión. Por ejemplo:
1897-1913/20
B1 (declinación) Victoria hegemónica-el “nuevo” poder sobrepasa al “viejo”
en declinación. 1920-1945 (T=1920-29).
A2 (ascenso) Madurez
hegemónica-verdadera hegemonía.1945-1967
B2 (declinación) Hegemonía en declinación-conflicto agudo del poder
hegemónico en contra de sus sucesores. 1967-2025 (T=1967).
El esquema anterior es interesante,
aunque a mi parecer no forma un ciclo, ya que la fase de declinación, B2 se superpone con la de ascenso del A1 y por otra parte debido a su relativa rigidez puede no haber coincidido
con la evolución histórica real, por lo menos en el par de ciclos Kondratiev
más recientes: la primera guerra de hegemonía (1a. guerra mundial), vino a
interrumpir la onda de ascenso A1, su
terminación dió paso a la onda de declinación económica B1, y ya desde 1918 a la declinación económica y financiera de la Gran
Bretaña, el centro financiero mundial pasó de Londres a Nueva York, sobre todo
después de 1931, aunque debido al peso de los factores estructurales y del
predominio monetario y político-militar, siguieron prevaleciendo algunos rasgos
de la hegemonía británica. A partir de la segunda guerra de hegemonía se
produce la siguiente onda de ascenso A2. Es decir, en éste caso las guerras de hegemonía resultaron parteaguas
de distintas ondas largas, por otra parte la completa victoria hegemónica de
los EUA, se da tan sólo en las postrimerías de la segunda conflagración bélica,
por lo que los esquemas señalados no son completamente válidos para aprehender
la compleja evolución del ascenso, madurez y declinación de las hegemonías.
Resulta que el ascenso y la disputa
hegemónicas, tanto del rival como del heredero hegemónicos se entremezclaron y
duraron por lo menos 52 años (de 1893 a 1945), un ciclo largo Kondratiev y no
solamente una fase u onda de ese ciclo de manera sucesiva. Por otra parte es de
subrayar que la hegemonía productiva de los Estados Unidos duró no solo todo
ese periodo sino el siguiente, de hegemonía indisputada, hasta que comenzó su
evidente declinación productiva en 1971. La duración del predominio productivo
fue de aproximadamente 80 años, un ciclo y medio Kondratiev.
Han sido siete los aspectos
fundamentales en los que se ha basado históricamente el ciclo de hegemonía. En
cada fase, estos aspectos adquieren connotaciones diferentes. Las tres potencias
que han ejercido una clara hegemonía en la sociedad-mundo capitalista de los
últimos casi cuatro siglos: Holanda, Gran Bretaña y los EUA, han venido
perfeccionando el sistema de hegemonía, elevándolo cada vez en un escalón
cualitativamente más alto. La hegemonía holandesa fue más bien una etapa de
transición hacia la hegemonía mundial, ya que en ese periodo apenas se estaba
expandiendo la economía capitalista europea hacia la periferia y sus rasgos
principales se estaban apenas delineando, mientras que la británica y
norteamericana ya se basaron en la sumisión de esta extensa zona a la
acumulación de capital y se formaron estructuras internacionales.
Al final de esta nueva etapa de
extrema internacionalización de la economía y la sociedad (la así llamada
globalización), ¿se prolongará indefinidamente un cierto empate entre dos-tres
conjuntos de países? ¿Podrán recomponer los EUA su hegemonía (con una
estrategia que incluya, por ejemplo el absorver al resto de las naciones de
Norteamérica), comenzando un nuevo ciclo de ésta? Son preguntas abiertas para
las que no existen respuestas definitivas.
Los siguientes son los aspectos más
generales, comunes para todas las fases de la hegemonía, pero en especial para
la de hegemonía indisputada, presentes sobre todo en el ciclo hegemónico más
reciente:
1.- El establecimiento de una estructura de dominación hegemónica mundial, basada en
instituciones multilaterales, así como en empresas e instituciones del país
hegemónico (mas las de los otros países desarrollados sobre todo en la etapa de
hegemonía compartida) y un sistema de principios, privilegios y reglas de
operación a través de las cuales se ejerce dicha hegemonía. Dichas estructuras
han crecido en cada ciclo hegemónico, hasta abarcar el conjunto de los sectores
de la sociedad humana, siendo su núcleo la estructura económica mundial.
Estas estructuras tienden a perpetuar la
dominación-explotación no solo del país hegemónico sobre el resto del mundo,
sino también la del conjunto de los países desarrollados (sus empresas e
instituciones) sobre los de la periferia y semiperiferia, permitiendo solo por
excepción la promoción de algunos países de esta última hacia el centro (por
ejemplo España e Irlanda en el mas reciente periodo o Finlandia después de la
segunda guerra mundial[19]), asimismo
de países de la periferia hacia la semiperiferia (por ejemplo los tigres
asiáticos o algunos de los países petroleros del oriente medio), auspiciando la
permanencia de las estructuras dependientes en los países atrasados. En el seno
de ese sistema se producen cambios en el poder relativo de las potencias.
Después de la maduración hegemónica, viene su decadencia y el ascenso de los
rivales, creando un creciente desequilibrio.
Pero el conjunto de este sistema estructural es tan poderoso,
que este desequilibrio de poderes y el sistema aludido solamente han podido ser
suprimidos (dando lugar a la aparición de un nuevo hegemón y su sistema
respectivo) por fuertes crisis aunadas a grandes conflagraciones bélicas, las
últimas de las cuales alcanzaron magnitudes enormemente destructivas. Con la
aparición de las bombas nucleares, las armas químicas y biológicas se hace
impensable que en el futuro vuelvan a producirse esos conflictos mundiales.
En la preponderancia holandesa sobre el mundo no existió una
red de instituciones multilaterales, aunque las empresas creadas por ese país
jugaron un papel principal en el comercio mundial y se esparcieron por el orbe.
La Compañía Holandesa de las Indias Orientales (VOC) y su similar para
occidente (WIC), sirvieron de modelo para otros países, aunque Inglaterra había
fundado una empresa similar dos años antes de ésta (1602). Fueron empresas
estatutarias por acciones, semi-estatales, semi-privadas, de proporciones
colosales para la época (la VOC), verdaderas empresas transnacionales de la
época[20].
A la VOC le fue otorgado el monopolio del comercio en el
vasto territorio comprendido en los océanos Índico y Pacífico, desalojando de
las rutas comerciales a españoles y portugueses. La compañía constituía prácticamente
un pequeño estado, teniendo el derecho de poseer flotas y fuerzas armadas,
establecer colonias, fuertes, arreglar tratados, declarar la guerra[21], firmar la paz, incorporar territorios y administrar los enclaves
coloniales. Las enormes ganancias comerciales se complementaban con las
ganancias provenientes de la explotación colonial de tal manera que en sus 198
años de existencia pagó 3 600% de dividendos a sus accionistas comunes, o un
18% anual, pero los dirigentes obtuvieron un 100%[22]. Los holandeses establecieron una red de enclaves en el mar Báltico, en
el Mediterráneo, Africa, Asia y el Caribe, llegando a establecer colonias en el
continente americano (New Netherlands: Nueva York, New Amsterdam: Manhattan,
Surinam) y a conquistar temporalmente Brasil durante 1624-1630-1654.
La preponderancia financiera de los Países Bajos persistió
hasta fines del siglo XVII, cuando este país ya había perdido su primacía
comercial y naval. A partir de 1710, pero sobre todo en los años 40 de ese
siglo, los banqueros holandeses se convirtieron en los financieros de
Inglaterra, en 1780 poseían 3/7 de la deuda nacional inglesa, pasando a
financiar también la naciente industria británica. Los empresarios holandeses
se habían convertido en rentistas[23].
Durante la hegemonía de la Gran
Bretaña, aparte del Banco de Pagos Internacionales creado en las postrimerías
de esa época (1930 ) y de la Organización Internacional del Trabajo (1919), no
hubo una extensa red de instituciones económicas multilaterales, aunque sí una
relativamente amplia de organizaciones internacionales de infraestructura[24], como la Unión Internacional de Telégrafos (1865), la Organización
Meteorológica Mundial (1873), la Unión Postal Universal (1874), la Oficina
Internacional de Pesos y Medidas (1875), etc. En el plano político los imperios
que se habían formado eran autosuficientes y tan sólo en los años 20 se formó
la Sociedad de las Naciones, de la que no formaban parte los Estados Unidos,
pero sí muchas de las naciones entonces independientes, principalmente
europeas.
Para asegurar la dominación
mundial, la Gran Bretaña construyó una extensa red de bases navales alrededor
del mundo. Sobre ésta y la preponderancia en los mares de la flota británica,
creó un enorme imperio colonial y otra área informal (comercial, financiera y
de inversiones directas), en la que ejercía su hegemonía (América del Sur,
grandes partes de China, etc.). Para favorecer su comercio e inversiones, los
británicos exportaron a todo el mundo la ideología del liberalismo, del librecambio
e intentaron eliminar las barreras a la libre circulación de las mercancías y
de los capitales. Pero el enorme esfuerzo de exportación de capitales convirtió
a la Gran Bretaña en un país de rentistas, de personas que vivían de sus
capitales en el exterior, inhibiendo la renovación de capitales al interior y
paulatinamente este país se fue quedando atrás de más poderosos competidores
como los Estados Unidos y Alemania.
Durante la preponderancia
norteamericana, las nuevas estructuras incluyeron toda una vasta red de
instituciones en todas los sectores de la sociedad. Su base fue la estructura
económica y el núcleo de ésta fueron los acuerdos de Bretton Woods (1944), que
equiparaban al dólar con el oro e instituían al Banco Mundial (Banco
Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo) y al Fondo Monetario
Internacional como los cancerberos de las esferas monetaria y financiera
internacional, de ellos derivaron bancos regionales como el BID (Banco
Interamericano de Desarrollo). En ellos, los EU dominaban a través del
mecanismo de la adquisición de la mayoría de las acciones y los votos. Estas
organizaciones, así como el sistema monetario y financiero internacionales
sufrieron modificaciones importantes durante la primera mitad de los años 70
del siglo pasado debido a la declinación económica de los Estados Unidos.
En el área política se formaron la
ONU (1947) y algunas organizaciones regionales como la OEA. De la ONU derivaron
muchas otras organizaciones como la UNCTAD (Conferencia sobre comercio y desarrollo),
la FAO (Organización de la Alimentación y la Agricultura, 1943), la UNESCO, la
WHO (Organización Mundial de la Salud), el GATT, ahora OMC, el ITU (Unión
Internacional de Telecomunicaciones), UNIDO (Organización de Desarrollo
Industrial), etc.
Además los Estados Unidos
establecieron un conjunto de bases militares y navales en el mundo,
especialmente alrededor de la URSS y los entonces países socialistas, amparados
en una serie de pactos militares con conjuntos de países, como el Pacto de Río
de Janeiro que englobaba a los países americanos (1947), el CEATO, el SENTO, la
OTAN (1949), el Tratado con Japón de 1951, etc. En total, los EU tenían, al
terminar la guerra, 2 417 bases para el
conjunto de sus fuerzas armadas. En el plano de la seguridad nacional de los EU
se formaron la CIA (1947) y la Comunidad de Inteligencia.
La relativa declinación productiva
y comercial de la actual potencia hegemónica no significa per se que esté próxima la substitución de su hegemonía global,
puesto que los restantes aspectos hegemónicos: el financiero, monetario,
político y militar son lo suficientemente poderosos como para permitirle
todavía sostener y eventualmente recomponer su preponderancia mundial en un
nuevo ciclo de ésta. Para que se dé su substitución es necesario primero
cambiar (o destruir) substancialmente las estructuras en las que se basa esa
hegemonía.
2.- El establecimiento de un modelo de desarrollo económico centenario.
Los ultimos dos periodos de hegemonía mundial se han basado en sendas
revoluciones energéticas que han transformado la economía y la sociedad humanas
durante un periodo largo (aproximadamente un siglo), originadas o desarrolladas
prioritariamente en los países hegemónicos. Una doble innovación se encuentra
en el origen de esas transformaciones: un nuevo energético principal y su motor
correspondiente, los que elevan a la productividad general de la economía a un
nivel más elevado. El modelo de desarrollo económico que ha surgido se ha
nutrido de la aplicación de esas innovaciones revolucionarios a la industria,
los transportes y otras ramas de la economía de estos países hegemónicos y
después de un ciclo largo Kondratiev se ha diseminado al resto de los países
centrales, sólo algunos aspectos de este modelo han arribado al resto de la economía
mundial en ese período.
La hegemonía holandesa, en realidad
una semi-hegemonía, porque el mundo todavía no había sido sometido a la
dinámica de la expansión mercantil europea, se basó en mejoras substanciales en
la construcción y transporte naval (fluyts), en la utilización de la turba,
cuyo contenido calorífico es de la mitad del carbón[25], así como en innovaciones en varias ramas de la economía, en las
agropecuarias, en la pesca, la textil: la fabricación, tinte y estampado de
telas, el refinamiento del azúcar y la sal, la industria del tabaco, las
destilerías, la edición y venta de libros, elaboración de baldosas, etc. Las
manufacturas holandesas se hallaban en una primera etapa subordinadas al
capital comercial, aunque Madddison y Wallerstein[26] han demostrado que la hegemonía de este país se encontraba basada en el
capital productivo en las industrias-líder. En palabras de Daniel Defoe (1728):
los holandeses “son los transportistas, intermediarios en el comercio,
comisionistas y manufactureros de Europa, compran para luego vender, importan
para después exportar”[27]. El
capital comercial de este país propició su rápido desarrollo, alcanzando la
hegemonía plena en el período 1648-1700, aplastando posteriormente a sus
propias manufacturas, para decaer durante la mayor parte del siglo XVIII.
Durante el periodo de la hegemonía
británica el mecanismo más poderoso de preponderancia productiva de ese país
sobre el mundo fue la revolución industrial, iniciada ahí, mientras que en el
plano monetario y financiero la transición del bimetalismo al patrón oro y la equivalencia de la libra
esterlina al oro, permitían la fluidez mundial de los pagos internacionales y de los flujos de capitales
y oro, controlados en gran medida por el Banco de Inglaterra y la City[28], barrio financiero de Londres. La revolución industrial se basó en la
utilización del carbón como fuente energética principal y de la máquina de
vapor y la difusión de ambas en las ramas de su economía, principalmente en la
industria textil, la siderurgia, la metalurgia, los ferrocarriles y los barcos
de vapor.
Las exportaciones y las inversiones
procedentes de la Gran Bretaña inundaban el mundo, en el año de 1914 las
inversiones británicas ascendían a más del doble de las de su más cercano
competidor, Francia. La Gran Bretaña se favorecía de y regulaba en gran medida
la división internacional del trabajo. Pero con la exportación de sus
innovaciones y empresas, la Gran Bretaña estaba creando su propia competencia.
Por un periodo de tiempo este país había creado un monopolio de esas
innovaciones, pero la tendencia de la tasa de beneficio a caer la obligó a
exportarlas. Después de 1848 una nueva ola de innovaciones o la generalización
de innovaciones anteriores renovó la potencia británica (aunque éstas también
fortalecieron a sus competidores), entre ellas se pueden mencionar los
ferrocarriles, la siderurgia, las máquinas-herramienta, los barcos de vapor,
etc. Los principales países competidores de la Gran Bretaña en el plano
económico fueron Alemania y los Estados Unidos, los que a la postre la
sobrepasaron en poderío económico ya a finales del siglo XIX.
La nueva revolución
tecnológico-económica que ocurrió a partir de las ultimas décadas del siglo XIX
comenzó al mismo tiempo en varios países europeos y los Estados Unidos, sin
embargo una serie de circunstancias (entre otras las dos guerras mundiales, la
saturación de algunas innovaciones anteriores como los ferrocarriles, la
dimensión menor del mercado de las pequeñas naciones europeas), provocaron su
desarrollo prioritario en este país.
La utilización de un nuevo tipo de
energía, con el cambio del carbón por el petróleo, la innovación del motor de
gasolina y la aparición de nuevos vehículos como el automóvil y el avión, la
aplicación masiva de la electricidad, el perfeccionamiento y uso generalizado
del acero, de la química pesada, de las máquinas-herramienta entre otras
innovaciones, provocaron el ascenso constante de la potencia del norte, la que
aprovechó el debilitamiento extraordinario de las estructuras británicas debido
a las dos guerras mundiales y la crisis del 29-33 para imponer un nuevo orden
mundial.
En los años posteriores a la
segunda guerra mundial una serie de innovaciones en el campo de la electrónica,
la petroquímica, las fibras ópticas, las telecomunicaciones, la computación,
los servicios de información, las redes satelitales y el descomunal desarrollo
de los mercados financieros hicieron posible un ulterior desarrollo de la
economía en los Estados Unidos, aunque su declinación relativa a partir del fin
de los años 60, en relación a Europa Occidental y el Japón se sustentaba en
numerosos indicadores de la economía productiva y de su debilidad en el
comercio exterior. A partir de 1992 la economía norteamericana tuvo un ascenso
sostenido, el que se terminó en el 2000 y se debió en gran parte a la succión
de capitales del exterior y al involucramiento de grandes sectores de la
población y las empresas en la economía financiero-especulativa[29].
3.- Sobre las bases del desarrollo
económico más avanzado del país hegemónico, se destacan las formas nacionales
mas perfeccionadas de las instituciones socioeconómicas y políticas de la
época, las que le sirven a aquél para extender su dominio: la forma más
avanzada del estado, de la empresa, de las relaciones laborales, etc.
En los años previos a la Pax Neerlandesa, ocurrió la primera
revolución burguesa en Europa (1566-1609), lo que le imprimió su sello al
estado surgido de esa revolución, estado modelo para Europa, copiado en algunos
aspectos por aquéllos países que intentaban ponerse a la vanguardia de su
tiempo. La república burguesa de las Provincias Unidas constituyó un modelo de
país capitalista del siglo XVII y sus capitales, a mediados de ese siglo
superaban a los capitales conjuntos del resto de Europa[30]. De las empresas estatutarias por acciones se ha hablado supra. Otras instituciones que formaron
un modelo internacional aunque no fueran las primeras de su tipo, fueron el
Banco de Amsterdam (1605), de acuñación de moneda, depósito y de préstamos y la
Bolsa de Valores (1611) en esa misma ciudad.
En el periodo de la Pax Britannica
la forma preponderante de la empresa fue la empresa familiar o de propiedad
individual. Las empresas industriales y bancarias se basaban en ésta, aunque en
los años 60 del siglo XIX aparecieron las sociedades anónimas por acciones y
éstas evolucionaron rápidamente en las grandes sociedades corporativas que hoy
conocemos como empresas transnacionales, las que se desarrollaron al mismo
tiempo en algunos países europeo-occidentales (Alemania) y los EU, alcanzando
su mayor perfeccionamiento en este país.
El modelo norteamericano de los
trusts y consorcios-empresas transnacionales es el que se ha impuesto en el
mundo, con los métodos del fordismo (ahora toyotismo) de producción en cadena,
aunque desde los años 70 del siglo pasado la expansión de las empresas europeas
y japonesas ha sido mayor que las norteamericanas. Otras instituciones que se
impusieron y exportaron al mundo fueron el estado liberal británico y
posteriormente el estado del bienestar que alcanzó su mayor desarrollo en
Europa occidental (comenzando en Alemania en la época de Bismarck) y los EU.
4.- Otros aspectos económicos. Aquí
habría que añadir a lo dicho por Wallerstein, que la superioridad simultánea
que un país demuestra sobre el resto del mundo[31], presupone una tendencia a acentuar ésta en las ramas de punta: en este
nuevo periodo en la informática, la microelectrónica, la robótica,
biotecnología, etc., pero sobre todo, en el nuevo paradigma energético (la
substitución del petróleo por el gas natural) y sus derivaciones en los
transportes, las comunicaciones, etc. De manera paralela, el sector de la
informática, ha adquirido importancia en el mas reciente periodo, aunque ésta
ha sido exagerada y deformada por los autores de la “nueva economía”, una
corriente de interpretación de la expansión económica de los EU en los años
noventa[32], y también por algunos autores latinoamericanos[33]. El sector financiero norteamericano ha absorvido grandes capitales del
país y del resto del mundo y en el periodo 1999-2000 contribuyó al crecimiento
de la economía de ese país, aunque su influencia general en ésta ha sido
negativa al evitar la inversión en el sector productivo.
Los estados hegemónicos establecen
redes de dominación económica, comercial y financiera que abarcan el mundo, así
como instituciones multilaterales que les permiten el dominio sobre las
materias primas, en especial las estratégicas, dentro de las que destacan los
energéticos, el petróleo, el gas natural y las energéticas-destructivas como el
uranio (sobre la mayor parte de estas detentan un virtual monopolio), la fuerza
de trabajo nativa, los mercados nacionales, la moneda y las finanzas de las
diferentes naciones, así como sobre las transacciones financieras internacionales
(al menos durante un periodo), con el fin de que sus empresas y negocios
obtengan una posición privilegiada y las máximas tasas de ganancia posibles.
Como señalan acertadamente Joyce y
Gabriel Kolko, en referencia a las condiciones en que despuntó el inicio de la
hegemonía norteamericana[34]: después
de la gran conflagración bélica y el caos resultante, los EU eran la nación mas
rica del orbe y no tenían rivales de consideración...Los EUA establecieron objetivos para reconstruir el mundo. “Esencialmente, el objetivo de los Estados
Unidos consistía en reestructurar el mundo de tal manera que los negocios
norteamericanos pudieran comerciar, operar y obtener ganancias por todas partes
sin restricciones”. Este aspecto provocó unanimidad entre los líderes norteamericanos
y sobre esta base se elaboraron políticas y programas en un mundo capitalista
de naciones “políticamente seguras y
estables, y con libre acceso a las materias primas esenciales. Tal orden
universal excluía a la izquierda del poder y necesitaba un control conservador
y finalmente subordinado a través del globo. Este objetivo esencial también
requería limitaciones en la independencia y desarrollo en el Tercer Mundo que
pudieran entrar en conflicto con los intereses del capitalismo (norte)americano”
Por otra parte, la creación de
tecnología, particularmente de alta tecnología, y la producción de los
productos derivados de ésta es un aspecto clave en la dominación de los países
centrales y es una actividad altamente monopolizada por éstos. El poder hegemónico
desestimula constantemente la creación autónoma y sistemática de tecnologías de
punta por las universidades, centros de investigación y empresas públicas o
privadas de los países dependientes, (no siempre con éxito), aunque en el
último periodo traslade una parte pequeña de sus operaciones de high technology a estos mismos países,
pero parcialmente y siempre bajo su control. En fases previas, la producción de
máquinas para producir máquinas era estrictamente monopolizada por los países
centrales (ya que entonces esto servía para fortalecer la hegemonía), pero
ahora varios países subordinados, los más avanzados de entre ellos: Brasil,
México, India, Corea del Sur, Argentina, Taiwan, etc. han desarrollado partes
de dicho sector, inclusive algunos de ellos incursionaron en los 70 y 80 en
algunos rubros de la alta tecnología militar, aunque después su participación
en el ramo declinó.
Pero la parte principal de las
redes antes mencionadas son las empresas transnacionales. Las norteamericanas
ejercieron un dominio abrumador en la etapa de hegemonía indiscutida (1945-75),
posteriormente fueron desplazadas en su posición líder en múltiples ramas por
sus competidoras europeo-occidentales y japonesas y a partir de los 90
repuntaron nuevamente[35].
Una serie de tratados y acuerdos
del país hegemónico con los países-clientes dependientes, aseguran el control
ahí de las posiciones claves antes señaladas. Los mercados internacionales de
los productos de exportación de los países subordinados son regulados por las Bolsas
de valores de los países centrales (en especial las de Londres y Nueva York), o
por acuerdos bi- o multilaterales o por convenios especiales que delimitan las
cuotas producidas por los distintos países; etc. Las empresas transnacionales
(u otro tipo de empresas de esos países) de los países centrales se encuentran
en el origen o proceso y/o destino de la inmensa mayoría de los productos de
exportación de los países dominados y en una parte substantiva de aquéllos que
se producen para el mercado interno.
El país hegemónico ha propiciado la
conformación de élites subordinadas en los países dependientes para que
colaboren con él (las reglas del juego son cambiantes y flexibles, en sus
aspectos básicos están bien delimitadas) y ejerzan la dominación política
económica y militar en sus países[36],
conformando una clase dominante-dominada[37]. En los
otros países del centro aquél forma poderosos “lobbies” de presión en su
interés y emplea otras formas de manipulación sobre los círculos locales de
poder.
Cuando miembros de estas élites, o
como excepción, líderes populares, en las regiones subordinadas, han llegado al
poder y han intentado imponer otras reglas o un curso nacionalista, los
aparatos de inteligencia y represión de las potencias hegemónicas no han dudado
en utilizar la fuerza, el chantaje, la persuasión, etc. para eliminarlos del
poder, corromperlos o anularlos. Sin embargo, la complejidad de la escena
mundial y de las luchas de clases es tal, que no siempre han tenido éxito o
incluso se han dado coyunturas en las que la situación política cambió
substancialmente en las mismas potencias (por ejemplo durante el periodo de
F.D. Roosevelt).
Las élites subordinadas han
conformado sistemas gangsteriles o semi-gangsteriles de control de los
trabajadores, empleando verdaderos ejércitos de controladores, glopeadores y
agentes con este fin. Es en gran parte en dependencia de estas ventajas represivas (cuya vigencia es
temporal y provocan finalmente ciclos de convulsiones políticas, dando lugar a
la emigración de los capitales extranjeros a nuevos países) así creadas, de su capacidad de imponer “la paz y el orden” y no tanto de las llamadas ventajas
comparativas o competitivas, lo que atrae a los capitales extranjeros.
Por otra parte, la hegemonía
indisputada es transitoria y provoca un ascenso de otras potencias del centro.
El porqué declinan las potencias hegemónicas es un vasto tema y ya hemos
indicado algunas ideas al respecto, aquí solo añadiremos algunas otras,
referidas principalmente a la etapa de la hegemonía indisputada. Una de ellas
tiene que ver con los efectos de la ley del desarrollo desigual y combinado,
entre otros, al hecho de que las monedas de los competidores en el periodo de
la hegemonía indisputada generalmente están subvaluadas con respecto a la potencia
principal. Otro aspecto consiste en que las ramas de la economía hegemónica
tienen una mayor obsolescencia relativa, que dificulta la renovación dinámica
de éstas, en contraposición con las de sus competidores, más nuevas y ágiles;
de que los salarios de los trabajadores de estos países son menores, etc., lo
que en el largo plazo hace que se presenten rivales de envergadura a la
dominación hegemónica de la potencia en turno.
Las potencias hegemónicas han
delimitado áreas especiales de importancia estratégica para ellas, en el
pasado, la mayor parte de éstas las incorporaron a su dominio bajo la forma de
imperios coloniales o semicolonias, en la actualidad los EUA han delimitado una
Gran Area, estratégicamente indispensable para ella, que incluye principalmente
a los países de América Latina y a los países petroleros del Medio Oriente.
El paso de la etapa de la hegemonía
plena a la compartida en los EUA y la ulterior declinación de ramas
industriales enteras (sobre todo en los años 70 y 80) ha provocado la creación
de una estrategia múltiple de ese país para recuperar la hegemonía plena, así
como una gran polémica dentro de la sociedad norteamericana sobre las causas,
evolución y consecuencias de la declinación o de si ésta realmente existe y no
es una exageración de algunos autores[38]. A finales
del 2000 el país comenzó a entrar a una recesión, inicio de un período
prolongado de recesiones económicas y convulsiones socio-políticas que
probablemente dure una década.
5.- Otros aspectos políticos. Estos
incluyen la formación de un sistema de dominación política sobre la mayor parte
del resto del mundo (fase de hegemonía plena), que incluye el predominio de la
potencia principal y sus potencias aliadas en los organismos internacionales
(Sociedad de las Naciones en el pasado, ahora la ONU, OEA, etc.), un sistema de
estados-clientes y la limitación al
máximo (durante el período de la hegemonía indisputada), de las esferas de
influencia de las restantes potencias del centro. Con estas últimas, el país
hegemónico prefiere recurrir a la alternancia del consenso, de liderazgo a
través de políticas sofisticadas y sutiles, sobre todo en su etapa de hegemonía
compartida, pero también utiliza guerras económicas, fuertes presiones
político-militares y golpes bajos de toda índole. La tendencia de largo plazo,
sin embargo, es hacia el fortalecimiento de las contradicciones y roces
interpotencias. La desaparición, a partir de la terminación de la segunda
guerra mundial, de conflictos bélicos entre las potencias del centro y la extrema
destructividad de las armas atómicas, químicas, biológicas, replantea la
posibilidad de la aparición de los ciclos de guerras hegemónicas[39]. Pero de algún modo habrá de resolverse de manera violenta la rivalidad
entre las potencias por la nueva hegemonía sobre el mundo.
Mientras que en el país hegemónico
(y en general en el centro), se han desarrollado (en un proceso contradictorio
y con altibajos, con retrocesos, en ciclos), formas modernas y avanzadas del
sistema político-estatal[40], a la vez
que los más sofisticados mecanismos de manipulación político-ideológica, en la
periferia y la semiperiferia aquél ha tendido a apoyar diversos tipos de
régimen político, incluyendo a las más represivas dictaduras, siempre que
sirvan a sus intereses de dominación. Después del 11 de septiembre del 2001 se
abre una etapa de transición política en el mundo en la que se afirman las
tendencias militaristas y policiacas.
En los años 80 y 90 del siglo
pasado, después de quiebres importantes como la revolución iraní, la caída del
sistema soviético y otros factores, los EUA en dependencia del grado de
agudización de la lucha de clases en los distintos países, tendió a favorecer
formas de manipulación política próximas a las democráticas. Pero la democracia
política real en estos países (si es que alguna vez pudiera darse aquí)
únicamente será posible con un cambio radical de las capas dirigentes por capas
con vocación democrática, en el aparato del estado y la reestructuración
democrática de éste, sin excluír las estructuras represivas puesto que
actualmente se tiende a substituir a la democracia real por una “democracia protegida”[41], con el
fin de evitar la llegada al poder de movimientos nacionalista-democráticos.
El sistema electoral de los países
latinoamericanos está fuertemente condicionado por los “apoyos” que le
proporcionan toda clase de entes internacionales, especialmente los EUA y las
instituciones multilaterales dominadas por éstos. El FMI elabora programas y
proporciona créditos para el combate a la “pobreza”, para la asistencia social,
para “ayudas” al campesinado, que en realidad son utilizados para mantener
clientelas cautivas y comprar votos baratos de manera encubierta por los
partidos del status quo. Estos créditos se proporcionan de manera preferente
durante el proceso electoral. Pero las agencias gubernamentales norteamericanas
también han intervenido de manera decisiva para enfrentar y en su caso derrocar
o por lo menos tratar de hacerlo, a coaliciones de izquierda, como en el caso
de Allende en Chile, la Nicaragua sandinista y la Cuba socialista.
Otras organizaciones, sobre todo
las europeas, también han participado apoyando a sus congéneres, como es el
caso de las organizaciones internacionales demócrata-cristianas y socialistas,
que proporcionan asistencia teórico-organizativa y monetaria.[42]
Una vez establecidas las reglas del
juego en los países subordinados y cuando en el poder se encuentran “aliados”,
la conducción de los asuntos políticos cotidianos se deja a estos últimos, bajo
la estrecha vigilancia (e intervención directa e indirecta, según el caso), de
distintos organismos (Departamento de Estado, Embajada local, CIA, FBI, DEA,
Pentágono, Departamento del Tesoro, Secretaría de Agricultura, etc.). La
política seguida por estas organizaciones incluye una gran dosis de hipocresía estatal imperial[43], la cual ha
sido una constante en las relaciones con los países subordinados (en los siglos
XIX-XX también la Gran Bretaña llevó a cabo una política similar, por lo que se
le conocía como “la pérfida Albión”).
Se sostienen públicamente políticas
“democráticas” o de defensa de los derechos humanos que están en abierta
contradicción con las relaciones reales que se establecen con los aparatos
represivos de las dictaduras o semidictaduras, con partidos gobernantes no
democráticos, etc. En un contexto similar se inscribe la crítica que se hace
desde organismos gubernamentales o medios de comunicación masivos de aquel país
a la profunda corrupción de los aparatos gubernamentales de los países
subordinados o a la ola de crímenes políticos de opositores políticos en tal o
cual país, cuando son precisamente los Estados Unidos los que propician la
aparición de estos fenómenos.
Sin embargo, en el aspecto
económico, la supervisión e intromisión directa e indirecta es mayor. Aquí el
número de organismos y agencias que intervienen es muy grande, pues aparte de
los gubernamentales de la superpotencia[44] y de las
organizaciones internacionales (FMI, Banco Mundial, BID, etc.), se inmiscuyen
también de manera directa los organismos privados: las corporaciones
transnacionales, para moldear la política que finalmente se adopta en los
países de referencia[45]. Pero
también aparecen como sujetos de presión los consorcios transnacionales de
otras potencias. El peso de los negocios y agentes nativos es, por lo general y
en los aspectos fundamentales, pequeño (salvo excepciones), en la elaboración y
ejecución de las políticas económicas de los gobiernos señalados. Las
contradicciones que aparecen debido a la gran cantidad de actores y organismos
que intervienen son conciliadas por los funcionarios gubernamentales nativos,
dándole a ellos por ésto, en ocasiones, la apariencia de estar por encima de
aquéllos. El estado, tanto en los países desarrollados como en los
dependientes, ha venido a ser controlado por el capital financiero
internacional, debido a las enormes dimensiones de éste.
La corrupción que aflora por todos
los poros de las sociedades subordinadas y que actualmente alcanza proporciones
mayúsculas, el “arte” gubernamental de hacer la mayor parte de las cosas mal,
el desastre de la vida socioeconómica que diferencia a estas sociedades de las
desarrolladas, es en medida fundamental debido a la posición de hegemonía y
dominación de la potencia señalada, así como a todos los fenómenos de
descomposición y desorden de la vida de las sociedades de estos países en la
etapa presente. Se ha propiciado la aparición de poderosas mafias del
narcotráfico, otros negocios ilícitos, etc., cuyos representantes se han
infiltrado en posiciones clave del aparato estatal.
6.- Los aspectos
militar-represivos. Por la fuerza y dinámica de su dominación, la potencia
hegemónica desarrolla un gran potencial bélico y tiende a adueñarse o tener
bajo su control a todos los principales puntos estratégicos del globo. Desarrolla
un sistema de alianzas militares con las potencias del centro y los países
dependientes. Por ello, sobre todo en la etapa de su hegemonía indisputada,
debe de crear un sistema de bases militares, navales, aeropuertos y puntos de
aprovisionamiento que permitan su efectivo dominio. Es el garante `en última
instancia´ del capital en el mundo, el gendarme mundial. El peso de la
industria y servicios militares en la economía y sociedad norteamericanas es
enorme y sus necesidades afectan a esa sociedad, hasta el grado de que se han
producido guerras y conflictos bélicos con el solo propósito de renovar
existencias o elevar la tasa de ganancia de las empresas de este ramo.
Además, por una serie de tratados,
por el monopolio (junto con otras potencias centrales) en la producción de
muchos tipos avanzados de armamento y el conocimiento para emplearlos, por el
entrenamiento de oficiales y cuadros de las fuerzas armadas[46] de los estados dependientes (y el reclutamiento de parte de éstos por
los organismos de inteligencia de la potencia mencionada), y asesoramiento
constante en multitud de operaciones especiales (lucha contra el narcotráfico[47], creación y entrenamiento de batallones de élite, etc.), se crea una
importante dependencia militar de los países subordinados y éstos le someten
aspectos claves de sus aparatos militares. La potencia hegemónica establece
prioridades estratégicas en la porción del orbe bajo su control.
Sin embargo, la mayor parte de los
armamentos que vende esta potencia a sus clientes, en especial a los
latinoamericanos, son deshechos de sus fuerzas armadas o equipos y armas que no
son consideradas un peligro para su seguridad nacional.
Los restantes aparatos
gubernamentales de control-represión de los países clientes, es decir, las
diversas policías, los Ministerios del Interior (Gobernación), los organismos
de lucha antidrogas, etc., han sido formados, en sus núcleos centrales, por los
correspondientes organismos de la potencia de marras. Ellos les proporcionan
asesoramiento constante, armamento, equipos y entrenamiento en escuelas
especializadas, algún financiamien”, a la vez que las utilizan en las tareas u
objetivos que les interesan.
En los EUA, el aparato de
inteligencia, el cerebro colectivo encargado de la seguridad nacional, es la Comunidad de Inteligencia de los Estados
Unidos, (Intelligence Community)[48], en la que
participan trece organizaciones de
inteligencia: la CIA, la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), la Agencia
de Inteligencia de Defensa (DOD) del Departamento de Defensa, la Agencia de
Seguridad Nacional (NSA)[49], la
Oficina de Investigaciones e Inteligencia del Departamento de Estado, la
Agencia Nacional de Imágenes y Mapas, la Oficina Nacional de Reconocimiento,
las unidades de inteligencia de los Departamentos del Tesoro y de Energía,
además de los servicios de inteligencia de las tres ramas de las Fuerzas
Armadas y de la Infantería de Marina y una red no oficial de ex-agentes o
personal retirado de estas agencias de inteligencia.
Para los aspectos exteriores de la
actividad gubernamental de los EUA, la CIA es el instrumento más importante.
Como señala Vuskovic, “ Roger Morris, ex miembro del Consejo de Seguridad y
actual director de Estudios Humanitarios del programa Carnegie para la Paz,
sostuvo en una conferencia sobre la CIA y sus actividades,... en septiembre de
1974,...,que ` la penetración de la CIA abarca todos los campos; influye en los
políticos, se infiltra en los medios periodísticos y ejerce influencia en los
militares´, agregando que la CIA fue el eje principal en la década de los 60
del derrocamiento de los presidentes Goulart y Velasco Ibarra, y que `una de
las mayores infiltraciones de la CIA es en las organizaciones obreras
latinoamericanas´. Esta institución ha organizado innumerables actos político-militares
para influir y modificar en beneficio de los EU las políticas de los gobiernos
latinoamericanos, ha impulsado golpes de estado y se ha destacado en
actividades en contra de Cuba y Nicaragüa, instrumentando golpes de estado como
el que derrocó al gobierno de Salvador Allende, etc.
En la política exterior de los EUA
se puede observar la alternancia de ciclos en los que predomina la utilización
de métodos “pacíficos”, político-diplomáticos para resolver las contradicciones
de ese país con gobiernos nacionalistas, democráticos o simplemente no
subordinados totalmente a éste y ciclos en los que esta potencia recurre a la
violencia, a la intervención militar directa (política del `gran garrote´), en
otros países. Los casos de intervención a fines de los años 90 del siglo pasado
en Panamá, Irak, Haití, Bosnia, Yugoslavia y Afganistán evidencian que nos
encontramos en uno de estos ultimos ciclos y que esa tendencia se reforzará en
el próximo futuro.
Por otra parte, es de subrayar que
las potencias hegemónicas han sido siempre las más grandes potencias navales
(ahora también cuentan de manera fundamental los aspectos aero-espaciales) de
su época, además de que el hecho de ser islas o cuasi-islas, las aísla y
preserva de los ataques de las potencias continentales.
7.- Los aspectos ideológicos. Estos
comprenden toda una serie de ideologías, corrientes, escuelas y mitos que
ayudan a justificar y reforzar la dominación hegemónica, pero también la
reproducción global del capitalismo (y son producidas también en otros países
del centro). Incluyen igualmente a grandes sectores de la actividad humana
altamente lucrativos y de proyección universal: los medios masivos de
comunicación, es decir, el cine (en el cual Hollywood posee el cuasi-monopolio
mundial, con las excepciones de la India y China), la televisión, la prensa, la
radio[50], etc., pero también la publicidad, el arte, las modas, las universidades
(privadas, sobre todo) etc[51]. El
“american way of life” es un poderoso medio y mito que coadyuva a la aceptación
de los productos y servicios norteamericanos y también de la hegemonía mundial
de ese país.
En especial los países dependientes
se ven bombardeados por una avalancha masiva de ideología[52] procedente sobre todo del país hegemónico, ya que la producción nativa
de ideología es aceptada cuando sirve al “sistema“ o es relativamente fácil de
ser controlada y subordinada o reprimida, cuando es independiente y masiva, con
el apoyo de las autoridades locales, o incluso permitida cuando llega solo a
grupos relativamente pequeños.
Las universidades, centros de enseñanza superior y los
centros de investigación del país hegemónico tienen un peso creciente en la
etapa actual. La interacción de la investigación con las corporaciones
transnacionales y los gobiernos es un aspecto clave en la contienda económica
internacional. Pero también lo es la captación de “cerebros” que pasarán a
ocupar puestos importantes en la administración y las empresas tanto del
hegemón como de los países subordinados. En estos últimos, el ascenso a altos
puestos gubernamentales es favorecido por redes de inteligencia del país
dominante que operan tanto directamente como a través de hermandades,
sociedades secretas, etc. El ascenso es facilitado si se han realizado
posgrados en las universidades de élite en el país rector y si se comparten sus
valores y principios predominantes.
Las redes mencionadas realizan una amplia labor de
captación de los más capaces elementos en la mayor parte de las ramas del saber
(sobre todo en países estratégicos), a través de un complejo y sutil sistema de
subsidios, becas, promociones, etc. Sin embargo, y a pesar de ésto, una parte
de los elementos pensantes de la sociedad de los países dominados escapa a su
cooptación.
En el país hegemónico un conjunto
de ideas o patrones ideológicos (compartidos por las clases
dominantes-dominadas de los países subordinados), contribuyen a mantener el
papel de país líder: el mito del gran
sueño (norte)americano en los EUA (roto parcialmente después de 1968-73, es
decir, después de la gran agitación en contra de la guerra de Vietnam y de
Watergate). El ideológico es un aspecto fundamental para explicar el ascenso y
la declinación de los países hegemónicos. La llamada “enfermedad inglesa”, es
decir el agotamiento del impulso para trabajar más y mejor (incremento de la
productividad), de los trabajadores ingleses, su creciente enajenación y
rechazo a un esfuerzo suplementario, es un fenómeno que se da primero en ese
país porque fue el que inició la ruta hacia el capitalismo contemporáneo, pero
de ahí se extendió a los EUA, a pesar de los múltiples esfuerzos que se han
realizado por reforzar el incremento de la productividad en este país.
Un aspecto fundamental dentro de
los ideológico-políticos lo es el control de las clases sociales, en especial
de los trabajadores urbanos y dentro de ellos el proletariado industrial. Por
ello, desde la terminación de la segunda guerra, la potencia norteamericana
elaboró una estrategia global de penetración de las agrupaciones obreras y
sindicales, para debilitarlas, corromperlas e imbuirles ideologías acordes con
el “establishment”. Los mecanismos han sido múltiples, uno de ellos ha sido la
fundación de la ORIT (Organización Regional Interamericana del Trabajo), bajo
los auspicios de la AFL-CIO norteamericana[53]. Esta organización, que ha estado cambiando en las ultimas décadas, a
través del Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre (que
ha recibido aportaciones cuantiosas de las grandes corporaciones
norteamericanas), ha organizado conferencias, cursos, seminarios, etc, en los
cuales han participado decenas de miles de trabajadores latinoamericanos.
[33]
Ver, entre otros, los trabajos al respecto de Theotonio Dos Santos (1998 y
2000) y Orlando Caputo (2001).
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